Capítulo 1

Capítulo 1 Las Potencias Nacionales


En una porción de tierra costera reclamada, lejos del centro de Osaka, yacía un grupo de edificios abandonados. Durante un período de desarrollo urbano hace algunas décadas, esta área fue intensamente construida, pero la atracción esencial de las empresas no tuvo éxito y tampoco se mudaron inquilinos allí. Como resultado, cualquier nuevo desarrollo fue abandonado, y todas las construcciones que ya se habían hecho quedaron como reliquias del fracaso.

Aun así, esa ‘ciudad fantasma’ donde ni siquiera un alma deambulaba normalmente estaba rebosando de vida, llena de filas de plateas y el clamor de la gente que llegaba al cielo, reunidos desde todas las Islas Japonesas.

¿Por qué estaba toda esta gente reunida allí? Había una sola razón. Dos días a partir de ahora—el evento anual para estudiantes caballeros, el Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas, será celebrado en el Domo de la Bahía de esta ciudad fantasma.

En años anteriores, el Festival siempre reunía más gente que la liga profesional de combate de caballeros mágicos, el Rey de Reyes. Por supuesto, esto significaba que en esos años el grado de competencia por las entradas y los hospedajes cercanos era extremadamente alto. Pero con el alboroto en torno a este Festival, donde la Academia Akatsuki había surgido a partir del ataque a la Academia Hagun, ese nivel de escrutinio aumentó aún más. Como resultado, esa competencia se incrementó. Gente del interior y exterior del país de todo tipo peleaban para llegar a este sitio, rodeado de una atmósfera anómalamente febril incluso dos días antes de que comience el evento. Aquellos que llegaron al lugar temprano no se limitaban a miembros de la audiencia. Muchos de aquellos que participaban en el Festival de Arte de la espada también se habían reunido allí mismo antes de la ceremonia de apertura, y estaban descansando en las residencias provistas para los competidores.

El que llevaba la bandera de la Academia Hagun como el capitán de sus representanets, “El Peor” Kurogane Ikki, era uno de ellos.

“Hmm... de alguna forma, se siente raro.”

En una habitación moderna y amueblada con mucho estilo de un fino hotel, Ikki Kurogane se encontraba inmerso en sus pensamientos frente a un espejo antiguo de cuerpo entero. Su atuendo no era el uniforme de siempre; en cambio, estaba vestido elegantemente de pies a cabeza con un esmoquin azul marino  y una corbata del mismo color, y con un lustroso brillo en sus zapatos de cuero.

Por supuesto, vestirse así no era uno de los intereses de Ikki. Estaba vistiendo un atuendo como ese por una razón. El comité directivo del Festival de Arte de la Espada de la Liga había organizado hoy una fiesta estilo buffet, dos días antes de la ceremonia de apertura, para aquellos participantes que habían llegado temprano. Debido a su asistencia a este evento fue que estaba eligiendo un conjunto de ropa formal. Sin embargo, le estaba resultando difícil.

No puedo usar mi ropa normal en una ocasión como esta, pero...

Al no estar acostumbrado en absoluto a los atuendos formales, no podía hallar uno que encajara con él entre los trajes que la dirección le prestó. De hecho, Ikki pensaba que le quedaban tan mal que era risible.

Me pregunto si el problema es mi cabello con puntas.

Pensando así, tomó un peine y acomodó su usual peinado por uno con raya al costado, y examinó los cambios en el espejo.

“Ah, así luce mejor que antes—”

Pero eso sólo duraría por un instante. El cabello que acababa de peinar regresó a su forma original con un *¡bing!*, como gritando “¿Quién escucharía lo que tienes para decir? ¡Haré lo que yo quiera!”

“Estas cosas obstinadas.”

¿No se parecían a cierta persona? Se preguntó. Mientras murmuraba con desagrado, Ikki se sacó el esmoquin.

Por el momento, deberíamos considerar este como insatisfactorio.

Al principio, había pensado que no habría mayores problemas en elegir el traje de más alta clase, pero todo resultó tan mal que aunque usarlos no lo avergonzaba en lo que respecta a las etiquetas, simplemente no podía aceptarlos personalmente. Pero después de inquietarse un poco—

“Después de todo, supongo que este es el mejor...”

Ikki tomó un traje gris claro de tres piezas de entre los conjuntos que le habían prestado. Era una elección segura, pero eso no podía evitarse—después de todo, no poseía ni el sentido ni la habilidad para presumir su carácter con la moda. Y en todo caso, faltaba muy poco tiempo hasta que la fiesta comenzara.

Por eso, Ikki se puso rápidamente el traje. Justo en ese momento—

“Onii-sama. ¿Puedo entrar?”

—se oyó un llamado a su puerta, y con él la voz de su hermana y compañera representante del Festival de Arte de la Espada, Shizuku Kurogane. Debió haber tardado demasiado mucho tiempo en vestirse para que ella se haya preocupado y venga a verlo.

Pensando eso, y sintiéndose avergonzado por haber tardado en preparse más que una chica como Shizuku, Ikki se miró en el espejo otra vez en respuesta al pedido de Shizuku. Su camisa blanca no estaba totalmente abotonada, exponiendo su pecho y abdomen, aunque al menos tenía bien puestos sus pantalones. Si la otra persona fuera otra mujer, este aspecto sería usualmente algo que él dudaría en mostrarle, pero como se trataba de su hermana menor Shizuku, no había problema. Habiendo juzgado eso—

“Ah, perdón. Ya casi termino, así que puedes entrar.”

“Permiso.”

La puerta se abrió conforme pronunció esas palabras, y la chica de cabello plateado, Shizuku, ingresó a la habitación—

“Onii-sama, ya estoy list—”

—y se detuvo a mitad de la oración, así como sus pasos en la entrada del cuarto. Luego de ver el aspecto de Ikki, sus ojos verdes se abrieron grandes por el impacto. Preguntándose qué podría haberla sorprendido de esa forma, la atención de Ikki rápidamente se enfocó en otra parte—a saber, el atuendo de Shizuku.

Wow, es impresionante.

Shizuku estaba usando un vestido que también le habían prestado para asistir a la fiesta como representante, un corsé negro elegante con intrincados volados de pétalos de flores que parecían absorver la luz. Su cuello y sus hombros estaban ampliamente expuestos, creando un pronunciado contraste entre el vestido negro y su piel blanca como la nieve. Tal atuendo normalmente sería demasiado adulto para el joven aspecto de Shizuku, pero con una aplicación de maquillaje de buen gusto, probablemente obra de la mente maestra de ningún otro que su amigo y compañero de cuarto, Nagi Arisuin, había logrado que se vea varias veces más madura de lo usual, eliminando así todo ápice de incongruencia. Era un hermoso semblante el de su hermana en este momento, uno propio de una señorita, e Ikki la elogió sinceramente.

“Puede que sea demasiado trillado... pero luces preciosa, Shizuku.”

“...Hau.”

En ese instante, Shizuku se puso rojo carmesí y cayó de espadas, con un rocío de sangre brotando de su nariz.

“¡¿Shi-Shizuku?!”

“¡Eek! ¡Oh cielos!”

Apresurándose desde donde probablemente había estado esperando afuera, Arisuin sujetó a Shizuku con su mano derecha, mientras en la izquierda tenía un pañuelo para evitar que la sangre de su nariz manche su vestido.

“¿Qu-Qué sucedió, Shizuku? ¿Estás bien?”

Impactado por el extraño estado de su hermana, Ikki trató de acercarse, pero—

“Ah, aa, ah—”

—al hacerlo, Shizuku se estremeció, su rostro y el pañuelo que presionaba en su nariz se pusieron más rojos.

No podía evitarse. Shizuku Kurogane amaba a su hermano Ikki como lo haría una mujer. Ver al hombre que no podía evitar amar profundamente decirle “estás preciosa” con el pecho expuesto y un aspecto desaliñado honestamente fue demasiado para ella. Las vestimentas eróticas no se diferenciaban entre géneros. Ikki, sin darse cuenta de esto, se acercó aún más—

“¡Oye Ikki, por favor no te acerques más! ¡Primero abotona tu camisa!”

—sólo para ser detenido por Arisuin, quien a diferencia de él había comprendido los sentimientos de Shizuku de inmediato.

“¡¿Eh, eh?!”

“¡Rápido! ¡Su vestido está a punto de mancharse!”

“¡Ah, um—okey, entiendo!”

Ikki no podía comprender qué había hecho mal, pero rápidamente terminó de vestirse en respuesta al reproche de Arisuin. Gracias a eso, Shizuku fue capaz de calmarse de alguna forma.

“Haa... haa... siento muchísimo hacer que vieras algo así. Pero Onii-sama... te veías demasiado sexy recién.”

“Uh, no lo entiendo realmente, pero lo siento. Aún no he decidido qué debería ponerme...”

“Pienso que luces bien con ese traje. ¿No te convence?”

“O-Oh, ¿en serio? Me preocupa que me viera como un niño enmascarado como un adulto.”

“No es así para nada. Los hombros de Ikki están muy bien formados por el entrenamiento, así que ese traje te queda bien.”

Arisuin también opinó positivamente desde detrás de Shizuku. Con su excelente altura y figura, Arisuin lucía perfecto en traje, como el anfitrión de un cabaret. Aunque Ikki nunca había conocido a un anfitrión, Arisuin era la viva imagen de uno, por lo que Ikki no quedó satisfecho incluso luego de recibir el elogio de su parte. Más precisamente, ¿era posible que este amigo mucho más alto que él fuera un año menor que Ikki? Considerando que su historia fue fabricada, Arisuin bien podría ser mayor. Reflexionando sobre tales cosas en su corazón, Ikki señaló el atuendo de Arisuin y preguntó—

“¿Tú también asistirás a la fiesta?”

“¿Cómo podría ser posible?”

Arisuin negó con la cabeza mientras respondía.

“Ya no soy representante. Pero después de esto iré con Kagamin a la fiesta de los periodistas.”

“Te convertiste totalmente en el chico de los recados de Kusakabe-san, ¿huh?”

“No puede evitarse, le debo un favor.”

Arisuin se encogió de hombros ante las palabras de Shizuku. El “favor” que mencionaba se refería al asunto del ataque de la Academia Akatsuki a la Academia Hagun hace poco. Arisuin originalmente había sido uno de los enemigos, un espía de Akatsuki, especialmente respecto a Kagami quien previamente había recibido un golpe directo con forma ilusoria de su parte. Como resarcimiento, había sido puesto a trabajar duro como su mano derecha como parte del club de periodismo de la Academia Hagun.

Al mismo tiempo, Ikki pensaba que esto era gentil de parte de Kagami. Akatsuki sólo había usado forma ilusoria durante su ataque a la Academia Hagun, aunque esto se debió a que su patrocinador y el hombre detrás de escena, el Primer Ministro Tsukikage, no deseaba lastimar a sus propios ciudadanos. Pero a pesar de que el cuerpo no era dañado, la herida en el corazón conocida como miedo no se curaría fácilmente. De hecho, las hermanas Hagure habían perdido la voluntad para luchar y por eso habían renunciado a sus posiciones como representantes, mientras que Touka Toudou y Utakata Misogi aún no se despertaban del estado de coma en que habían ingresado luego de ser alcanzados por un único golpe del Emperador Espada de Viento. Arisuin entendía que ese estado se debía a un extremo agotamiento, y que no suponía riesgo de vida, pero debido a su participación y a su crianza que lo había llevado a tener un concepto muy bajo sobre sí mismo, no obstante se sentía responsable.

Con el fin de evitar que se quede inmerso en esos pensamientos fue que Kagami usó el pretexto de la compensación para darle órdenes. Además, Arisuin tenía buen ojo para las sutilezas del corazón. Probablemente había notado y comprendido las intenciones de Kagami. A pesar de eso, él seguía ‘compensándola’ mientras fingía no saberlo.

Supongo que Alice honestamente quiere que Kagami-san confíe en él.

Ikki pensó. Si poco a poco podían recuperar la relación que habían tenido antes, eso sería grandioso. En ese momento, el reloj en la pared de la habitación comenzó a sonar con un *dong*, *dong*, anunciando la llegada de las seis de la tarde—y por ende, la hora de la fiesta.

“¿Aah, ya es tan tarde? Vamos, Shizuku.”

“Sí, Onii-sama.”

“Ah. Esperen un momento.”

Ikki, habiéndose preparado ya con Shizuku y a punto de irse a la fiesta, fue detenido por Arisuin. Mientras se preguntaba qué sucedía, Arisuin tomó una fotografía a ambos con la cámara de su datapad.

“Un recuerdo de esta ocasión especial donde ambos están tan bien vestidos.”

Conforme dijo eso, Arisuin rápidamente usó su datapad, enviándoles la foto a los dos. Las mejillas de Shizuku se pusieron rojas con deleite al ver la foto.

“Waa... gracias, Alice. ¡La atesoraré toda mi vida!”

...Toda su vida, ¿huh...?

Ikki por otro lado se sintió desanimado. Al final, seguía luciendo extraño con ese atuendo formal, y de pie junto a Shizuku a quien le quedaba tan bien, él parecía aún más ridículo. Aunque podría convertirse en un lindo recuerdo una vez que sea adulto. Mientras deambulaba en esos sentimientos complicados, sin embargo—

No creo que Akatsuki asista a la fiesta, pero ten cuidado por el momento.

“Gracias. La conservaré.”

Expresando su agradecimiento por la foto así como por el mensaje que había llegado con ella, Ikki se dirigió a la fiesta.






La fiesta iba a celebrarse en un salón de recepción en el piso superior del hotel que hospedaba a los representantes. No era una distancia a la que uno iría por las escaleras, así que Ikki y Shizuku tomaron el ascensor para llegar allí. Durante el camino, Shizuku parecía estar de buen humor mientras miraba la fotografía de antes.

“Jeje.”

“¿Te gusta tanto?”

“Sí. Ya la configuré como protector de pantalla.”

“Ya lo hiciste...”

Mientras sonreía con ironía, Ikki se juró a sí mismo. La próxima vez que tenga la oportunidad de ser invitado a esta clase de fiestas, asistirá con su uniforme. No se obligará a usar este tipo de atuendo una segunda vez.

“Cuando pienso en presumirle esto a Stella-san, no puedo dejar de sonreír.”

Y mientras hacía aquella promesa, pudo ver otro futuro inminente, uno en que él deberá vestirse así.

“Por favor no provoques a Stella.”

“No puedo prometer eso. En primer lugar, es culpa de ella. Por. No. Estar. Aquí.”

No estaba presente. Ciertamente, Stella aún no llegaba a Osaka, como Shizuku había dicho. Originalmente, se había programado que los representantes de la Academia Hagun llegarían hoy, pero aparentemente Stella se había contactado con la Directora Kurono para expresar su deseo de seguir entrenando con la Princesa Yaksha, Nene Saikyou, tanto tiempo como fuera posible. Durante el ataque a la Academia Hagun de parte de la Academia Akatsuki, Stella había sido derrotada por el Emperador Espada de Viento, Ouma Kurogane. Encima había perdido en poder, algo de lo que ella presumía con absoluta confianza. Este hecho había lastimado esa confianza enormemente. En este momento, se encontraba en una lucha desesperada para recuperarla. Quizás podría comprender algo en su entrenamiento con la persona más fuerte de la Academia Hagun, la Princesa Yaksha. No obstante—

“Onii-sama, ¿crees que Stella-san se volverá más fuerte con este entrenamiento?”

Shizuku preguntó de repente. Su tono parecía cargado de preocupación.

“El Festival de Arte de la Espada comenzará en apenas dos días. Se supone que este es un tiempo para descansar. Aunque puedo entender sus sentimientos, no puedo considerar que esta clase de preparación apresurada sirva de algo. ¿No se tomó la decisión muy a la ligera?”

No “parecía”. Shizuku estaba genuinamente preocupada por Stella, sobre si este entrenamiento totalmente arduo afectaría su salud, y por ende, no poder llegar al crucial evento en óptimas condiciones.

“Eso es muy gentil de tu parte, Shizuku.”

“¡Qu—!”

Ante esto, Shizuku volteó con su rostro enrojecido como en flamas.

“¡N-No es como si estuviera preocupada por esa persona ni nada! ¡Sólo me preocupa porque tú esperas luchar con ella, eso es todo!”

Shizuku protestó con enfado, pero su acto era más que obvio. A pesar de que normalmente eran un par de cabezas de chorlito, Ikki sabía que había amistad entre ellas, aunque Shizuku no deseaba que ese punto sea mencionado. Como tal—

“Entonces preguntas si puede volverse más fuerte con un entrenamiento de último minuto, ¿huh?”

Ikki le respondió directamente.

“Sí. Pienso que es un gran riesgo. Hay muy poco tiempo para lograr algo, y esa acumulación de esfuerzo excesivo sólo empeorará su condición en un evento tan crucial como el Festival de Arte de la Espada.”

Ciertamente, Ikki tenía los mismos miedos que Shizuku mencionó sobre la decisión de Stella. Por supuesto, era posible hacerse más fuerte en un corto período de tiempo con un entrenamiento intensivo pero—esto, desde su punto de vista, sólo funcionaba cuando la habilidad de uno aún se encuentra sin refinar. Lo comparó con perfeccionarse a uno mismo con escalar una montaña. El camino desde el pie hasta el primer punto de control sería lo suficientemente moderado como para que uno lo complete corriendo. De la misma forma, una persona inexperta podría lograr un gran progreso en fuerza en un corto tiempo. Pero en un séptimo u octavo punto de control, eso era distinto. A medida que la montaña se empina más conforme uno se acerca a la cima, también se empina el camino hacia el zenith de la fuerza conforme uno se dirige a él. El mismo paso. El mismo metro. Y aun así, el esfuerzo requerido para avanzar será más grande. Tal era el caso cuando uno se perfeccionaba a sí mismo, independientemente del sujeto.

“Y Stella dista de ser inexperta.”

Por eso, para volverse más fuerte de lo que era ahora, ella necesitaría invertir la cantidad de tiempo y esfuerzo apropiados. Eso era lo que Ikki pensaba. Teniendo en cuenta la fuerza de Stella, un entrenamiento intensivo de una semana... era demasiado poco.

“Es verdad...”

Habiendo oído la opinión de Ikki, el rostro de Shizuku cayó un poco. Pensaba que ella misma era imprudente, y escuchar a su hermano en quien ella confiaba, estar de acuerdo con su punto de vista lo confirmaba.

“En serio, ¿qué está haciendo esa persona...?”

Shizuku murmuró, luciendo triste e impactada.

“Sin embargo, eso es lo que diría si se tratara de una persona normal.”

“¡¿Eh?!”

El análisis de Ikki continuó. Stella ciertamente era imprudente. Si se trataba de ellos, no lo lograrían. No podrían hacerlo. Hasta este punto, Shizuku y él estaban de acuerdo.

“Dado el potencial de la Princesa Carmesí... la fuerza actual de Stella aún no ha alcanzado ni siquiera la base de esa montaña.”

Ikki conocía mejor que nadie la injusticia del talento. Había una gran diferencia en términos del potencial que cada individuo poseía, y entre ellos, Stella era de primera clase. El tamaño y majestuosidad de la montaña que ella podía escalar no era comparable con la que él y los demás podían. La altitud e inclinación que atravesaban las nubes no eran algo que él pudiera medir.

“Por lo tanto, creo que es posible que ella logre un explosivo salto en fuerza.”

“Eso espero. Yo también... quiero luchar con esa persona alguna vez. Sería decepcionante que fuera a colapsar y que quede eliminada.”

Conforme Shizuku respondía con una voz brillante, el ascensor alcanzó el piso más alto.






Las puertas de metal se abrieron a las agradables sonrisas de los camareros que recibieron a Ikki y Shizuku.

“¿Ikki Kurogane-sama y Shizuku Kurogane-sama de la Academia Hagun? Por favor pasen. La fiesta acaba de empezar.”

“Muchas gracias.”

Con el intercambio de formalidades completado, Ikki y Shizuku caminaron por la alfombra roja que llevaba a otra puerta en frente, de donde provenían sonidos entremezclados de una gran cantidad de personas conversando. Claramente, la fiesta ya había empezado.

Los representantes de las varias escuelas... están más allá de esta puerta.

Ikki tragó saliva, su corazón saltaba.

“Te ves feliz, Onii-sama.”

“Bueno después de todo, este es el escenario con el que sólo podía soñar hasta el año pasado...”

Ciertamente, como habían hablado antes, Ikki esperaba con ansias su pelea con Stella. Pero eso no era todo. Las personas detrás de esa puerta—la elite que había sido elegida en toda la nación, todos estaban por encima de un rango F como Ikki. Personas con las que él podía poner a prueba sus habilidades sin reserva. No podía evitar que su sangre hirviera. El sólo pensar en enfrentarse a tales personas lo ponía nervioso e impaciente. La asistencia a esta fiesta era voluntaria. Había pasado por todo el problema de vestirse de gala, para así poder ver con sus propios ojos a aquellos con los que lucharía pronto.

“Bueno, aunque ellos probablemente no considerarían una amenaza a un rango F como yo, ¿no?”

No podía evitarse—este era el Festival de Arte de la Espada en donde Stella y Ouma, rangos A, estaban participando después de todo. Por el contrario, esta era definitivamente una buena oportunidad. Sus oponentes eran los mejores de los mejores; había una diferencia básica de fuerza entre ellos y él. Como El Peor, su estilo de lucha implicaba la manipulación de ese talento limitado al máximo con el fin de derrotar a un enemigo más fuerte. Si un oponente fuera a subestimarlo, eso sólo acortaba la distancia entre ellos—algo bueno. Considerando esto, Ikki soltó una agradable risa entre dientes mientras abría la puerta—

—y descubrió que se había equivocado. Toda la conmoción cesó en el momento que él apareció, con incontables miradas atravesando su cuerpo. Era como recibir un pesado golpe. Las miradas y el silencio resultante duraron apenas un momento, y luego el ruido regresó, pero—

¿Ese es el chico que derrotó a Raikiri, El Peor de Hagun?

Tiene un gran aura a su alrededor. Brillante como una hoja afilada... ¡qué impresionante!

Definitivamente se encuentra a un nivel nacional, quizás incluso uno de los mejores.

Por ese aura puedes notar a primera vista que es fuerte. ¿En qué estaba pensando el director de la Academia Hagun al hacerlo repetir de año? En serio.

Uno podía escuchar en las conversaciones la prueba de que la atención enfocada en Ikki anteriormente no había sido coincidencia.

“Heh. Como se esperaba de aquellos a nivel nacional. Pudieron reconocer la fuerza de Onii-sama de inmediato.”

Shizuku mostró una expresión satisfactoria al examinar la atmósfera del salón, al lado de su hermano, quien por su parte—

Parece que fui yo el que los subestimó a ellos.

—sonreía irónicamente, sin que ella lo supiera.

Qué ingenuo había sido, pensar que ellos iban a ser descuidados con él. Los aquí presentes no eran sólo aquellos que habían sido elegidos de todo el país, sino también aquellos que habían persistido en competir, leales y sin temor a pesar del ingreso de una fuerza poderosa como la Academia Akatsuki. No había ninguno de ellos que sea lo suficientemente tonto para tomarse a la ligera a alguien por su rango. Que podrían reconocer la habilidad de otro a primera vista debería haber sido algo más que obvio.

Mientras se sumergía en esta atmósfera, aparentemente distinta de las batallas en la escuela, gradualmente Ikki fue consciente.

He llegado aquí.

Al lugar donde los estudiantes caballeros de Japón compiten para ocupar la cima. Este era un lugar donde pondrá a prueba los límites de lo que era posible para él. Pero mientras temblaba con entusiasmo al ser consciente de esto—

“¡Ah—! ¡O-Onii-sama!”

—sonando repentinamente alterada, Shizuku tiró de la tela de sus pantalones.

“¿Qué sucede?”

“¡Allí—!”

En la dirección que Shizuku apuntaba, en frente de una mesa sobre la cual estaban acomodados los platos, se encontraba una señorita que parecía buscar a alguien.

¡Esa es—!

Ikki rápidamente comprendió el motivo del asombro de Shizuku. La señorita en cuestión era rubia y estaba inusualmente vestida. Tenía varias manchas de pintura en su cabello, y un delantal que servía como la única barrera entre ella y su voluminoso topless. No había manera de que pudiera olvidarse de ella, una de las personas que había atacado su escuela.

“¡‘Bloody Da Vinci’ de la Academia Akatsuki, Sara Bloodlily-san...!”

“No creí que vendría a la fiesta después de lo que hicieron.”

Era tal como Shizuku dijo. Los estudiantes de la Academia Akatsuki eran elites del bajo mundo enviados por la organización terrorista Rebelión, aunque sólo una minoría sabía de esto debido a la manipulación de la información por parte del Primer Ministro Tsukikage y el gobierno japonés. No obstante, concurrir a la fiesta luego de haber atacado violentamente y dejado medio destruida a la Academia Hagun, era algo que la palabra “valiente” no describía adecuadamente. Este acto había enviado ondas expansivas no sólo a Hagun sino a las sietes escuelas, llevando a que muchos se retirasen, y por lo tanto había un odio significante hacia Akatsuki incluso de parte de escuelas aparte de Hagun. Y como prueba de ello, parecía que ninguno de los participantes parecía intentar acercarse a Sara. Era por eso que Ikki había pensado que ellos no aparecerían en este evento.

¿Deberíamos considerarlos desafiantes, u osados?

En ese momento, la mirada hasta entonces vaga se enfocó en la posición de Ikki, y a continuación—

“Eh—”

—avanzó en línea recta hacia él, como diciendo ‘por fin te encontré,’ deteniéndose sólo cuando estuvieron cara a cara.

Entonces comenzó a examinarlo.

¡¿Qu-Qu-Qué?!

“¿Umm, qué asunto tienes conmigo?”

Su repentino acercamiento lo confundió. Sin dudas ella lo había estado mirando sólo a él por lo que claramente tenía asuntos con él. Pero al no tener interacción con ella, no podía imaginarse qué asunto era. Por el otro lado, Sara, quien estaba mirando a Ikki a la cara mientras éste titubeaba—

“...Muy bien.”

—murmuró de manera indiferente, mientras procedía a recorrer con sus manos los hombros de Ikki y su pecho como llevando a cabo un cacheo.

“¡¿Uwa, B-Bloodlily-san?!”

“¡Oye, tú! ¡¿Qué intentas hacer?!”

“Silencio. Me estoy concentrando.”

Ignorando las voces en pánico de Ikki y Shizuku, Sara siguió trazando contornos sobre el cuerpo de Ikki sobre su ropa. Era una terrorista, y una enemiga con la que ellos habían chocado una vez. Dejarla que toque su cuerpo de manera indefensa debería ser peligroso. Ikki entendía eso, y aun así—

Puedo sentir que está realmente concentrada...

A pesar de sus intentos, no podía percibir ninguna emoción negativa de parte de ella, ni enemistad ni intención de lastimarlo. Más bien, exudaba una seriedad que hacía que dudara de detenerla. Por ende, no se la quitó de encima por la fuerza, pero iba a tratar de preguntarle sobre el propósito por el cual lo estaba inspeccionando tan intensamente cuando—ella le arrancó el traje y la camisa que estaba vistiendo.

“¡¿Eeeeehhhh?!”

“¡¿O-Onii-samaaa?!”

Ante esto, Ikki puso algo de distancia entre ellos, exclamando mientras cubría su pecho expuesto.

“¡¿Qué estás haciendo tan de repente—?!”

En respuesta, Sara dijo—

“...Okey, aprobaste.”

Sus mejillas se sonrojaron suavemente conforme pronunciaba palabras incomprensibles.

“¡¿Qu-Qué quieres decir con que aprobé?! ¡No tengo la menor idea de lo que dijiste!”

“Aquel día cuando nos encontramos por primera vez, me enamoré de ti. Había belleza y amabilidad en tu rostro, y aun así una podía ver claramente fuerza en esa figura derecha y pulcra... y además de eso, una musculatura robusta, tonificada y entrenada hasta la perfección inmaculada, es simplemente maravilloso. Eres, sin dudas, mi hombre ideal.”

“¡¿E-Eeeeehhh?!”

Su repentino flujo de elogios sólo confundió más a Ikki. ¿Qué clase de situación era esta? ¿Acababa de recibir una confesión amorosa?

¡Esto—¿qué debería hacer?!

Titubeaba aún más bajo la acalorada mirada de Sara. Fue demasiado repentino; no sabía cómo responder.

No, sí sabía. Debería responder con un “Ya tengo a Stella”. Pero aunque había decidido eso, el rostro de Sara era aterradoramente serio. A pesar de que era una terrorista, una persona con el caracter de Ikki dudaría en expresar su confusión de manera directa.

“Es por eso que aprobaste. Eres el único hombre perfecto para ser mi modelo de desnudo. Así que llegando a ese acuerdo, me gustaría que vengas a mi cuarto y te desvistas.”

“¡¿Cuál ‘acuerdo’?! ¡No! ¡Me niego! ¡No recuerdo haber audicionado para esto!”

“No. Rechazo tu negativa.”

“¡Ahora sólo tratas de salirte con la tuya!”

“Bueno, si no quieres desvestirte sin importar qué, tendré que desnudarte.”

Con esas palabras, surgió poder mágico a su alrededor conforme materializaba sus Dispositivos—una paleta y un pincel—en sus manos.

Esta persona... va en serio.

En serio al punto de que estaba dispuesta a usar su Dispositivo con el fin de desnudarlo. Y seguían estando en una fiesta. No podían iniciar una lucha aquí, por lo que Ikki estaba consternado y perdido en cuanto a qué hacer cuando—

“¡¡Aléjate de Onii-sama, pervertida!!”

“¡Buh—!”

—Shizuku mandó a volar a Sara de una patada.

“Onii-sama, ¿te encuentras bien?”

Habiendo pateado a la pervertida que parecía estar a punto de atacar a su hermano, ella actuó para defenderlo. Asombrosamente, no había desatado el golpe solamente con su pierna, sino que se trató de una patada voladora con todo el cuerpo. Qué aliada tan confiable, Ikki pensó conforme le respondía a su pregunta asintiendo.

“Sí, estoy bien. Sólo rompió los botones de mi camisa...”

“¡...Tch!”

Ante su respuesta, a Shizuku se le pusieron los pelos de punta.

“...Imperdonable.”

“¿Shi—Shizuku?”

“¡Ni siquiera yo he hecho todavía algo como arrancarle la camisa a Onii-sama y dominarlo...!”

Era su confiable hermana. Pero no era su aliada. Mientras reflexionaba sobre esos complicados pensamientos, el enojo de Shizuku ya había hervido al punto de que había materializado su Dispositivo mientras enfrentaba a Sara.

“¡Muere!”

“¡Whoa! ¡Shizuku, detente por favor! ¡Las cosas se pondrán peor si usas tu Dispositivo en este lugar!”

A estas alturas, no se podía titubear. Rodeando rápidamente a su hermana, le sostuvo los brazos a los costados. Al ser más liviana y físicamente más débil que él, ella no pudo soltarse de su agarre, así que por el momento no había posibilidad de que ocurriera una tragedia.

Urgh—estas miradas a nuestro alrededor son muy dolorosas...

Era natural por supuesto, al haber montado tal escena. En cualquier caso, necesitaba cambiarse de ropa, por lo que una retirada estratégica hacia su hotel era la mejor opción. Pero mientras pensaba eso—

“Jajaja. Me preguntaba de dónde venía este escándalo. ¿Supongo que sólo eres tú, hmm, Bloody Da Vinci?”

—una voz alta resonó desde un costado, con una entonación teatral y dignidad fingida.






Siguiendo el sonido, su mirada cayó sobre una chica con parche en el ojo usando un vestido carmesí, y sobre la maid que la asistía. Las recordaba muy bien. No eran otras que las compatriotas de Sara en el ataque a la Academia Hagun—


“Si no me equivoco, eres Kazamatsuri-san, ex estudiante de la Academia Rentei. ¿Cierto?”

La chica del parche en el ojo asintió en respuesta.

“Jajaja. Ciertamente, puedes llamarme así. Pero este nombre y este rostro no son más que una trampa para engañar a la Agencia Administrativa de la Dimensión. Mi verdadero nombre elude incluso a las lenguas del hombre.”

“Milady dice, ‘Sí, así es. Encantada de conocerlos.’ Aunque debería haber mencionado esto primero, soy Charlotte Cordé, la maid personal de mi lady. Es un honor y un gran privilegio poder conocerlos.”

“Ah, no tienes que ser tan formal.”

Continuando luego de su ama, Charlotte dedicó una elegante reverencia a Ikki y Shizuku. Por este saludo, Ikki entendía por qué no reconoció a esta chica en el ataque a la Academia Hagun. El resto se había ganado el derecho a competir como representantes de otras escuelas, y él había visto las fotografías, cortesía de Kagami. Charlotte sin embargo, era una sirvienta, no una representante ni una Blazer.

“El Peor, por favor disculpa la descortesía que mi camarada te demostró. No tenía malas intenciones para contigo, pero está poseída por las Musas, y por lo tanto es incapaz de detenerse una vez que le llega la inspiración. Envaina tu espada tú también, Lorelei. Tu victoria ya se ha decidido hace mucho.”

“¿Qué?”

Ante las palabras de Kazamatsuri, las miradas de Ikki y Shizuku se desplazaron en la dirección de Sara. Allí yacía, con los brazos y las piernas extendidas sobre la alfombra.

“¿Acaso se... desmayó?”

“Char. Lleva a Bloody Da Vinci a una Cápsula iPS.”

“Por favor déjemelo a mí... Sara-sama, ¿se encuentra bien? La llevaré a una Cápsula.”

“Kyuuu~”

Los ojos de Sara daban vueltas mientras Charlotte la levantó. Parece que en verdad había perdido el conocimiento. Una elite del bajo mundo, derribada con una sola patada de Shizuku—físicamente reacia como era y posiblemente la participante más liviana en el Festival de Arte de la Espada de este año. Los dos hermanos fueron incapaces de ocultar su asombro ante la inesperada fragilidad de Sara, y Kazamatsuri comentó sobre ello.

“Es una artista, pero no una guerrera. Era inevitable que fuera débil. Porque, de camino aquí, fue atacada por las garras de los muertos del abismo, y tuvo que ser traída aquí por ángeles de blanco.”

“Milady dice, ‘Luego de llegar a Osaka, Sara-san se rompió un hueso al tropezar con un bache y tuvo que ser traída aquí en ambulancia.”

“¡¿Es la protagonista de Splunker (1)?!”

“Por eso es conocida como ‘Bloody Da Vinci’.” (2)

“¡¿Quieres decir que la sangre es la suya?! Pensar que un apodo tan genial que esconda una verdad tan terrible...”

“¿...De casualidad a Rebelión le falta personal?”

Shizuku murmuró mientras seguía siendo sostenida por Ikki, quien expresó los mismos sentimientos.

“Jajaja, si piensan de esa forma, están extremadamente equivocados.”

La ‘Ama de las Bestias’ Rinna Kazamatsuri soltó una risa burlona.

“Por supuesto, es terriblemente frágil. Pero eso no quiere decir que sea débil. Lo cierto es que posee poder suficiente para mitigar esas falencias. ‘Arte’ pedestre, sin importar lo realista o intrincado que sea, es meramente una falsificación de la ‘realidad’, que surge de un dios maldito. Pero el arte de Bloody Da Vinci anula la realidad. Frente a eso, las obras de los dioses y similares no pueden considerarse ni siquiera de tercera. Harían bien en prestar atención a esto por su propio bien.”

Ante sus palabras, Ikki y Shizuku recordaron la mano de Sara en el ataque a Hagun. Esas marionetas de los miembros de Akatsuki no podían distinguirse de los humanos, precisamente porque eran demasiado realistas fue que Ikki no había podido ver a través de ellas.

Ciertamente, era una enemiga formidable.

La manera en que su habilidad se manifieste en el campo de batalla era un factor desconocido, lo que lo hacía más ominoso. No podían darse el lujo de ser descuidados con ella.

Especialmente cuando yo me encuentro en el mismo bloque que Bloodlily-san.

De acuerdo a las fases, podría toparse con ella en la tercera ronda.

“Aun así, como se esperaba de ella, tiene buen gusto. Luces bastante atractivo de cerca, El Peor.”

Con un ligero salto, Kazamatsuri aterrisó frente a él y como un pequeño animal comenzó a examinarlo desde su punto de vista.

“Uhh...”

“Una máscara que no exuda presión excesiva, y que no delata una fuerza inconmensurable. Eso me complace. ¿Podrías convertirte en el mayordomo de nuestra casa después de graduarte? Te tratarán bien.”

“¡Kuh! ¿Tú también vas por Onii-sama? ¡No lo permitiré!”

“Bueno, aun si mi hermana lo permitiera, no tengo intención de aliarme con terroristas...”

“Esto no signfica que tengas que unirte a Rebelión—sólo tienes que encargarte de mis necesidades diarias. Eso en sí mismo debería ser suficiente.”

“¡No te dejes engañar por ella, Onii-sama! ¡Sólo es un pretexto por el cual se aprovechará de la relación ama-sirviente para hacerte cosas lujuriosas! ¡Si fuera yo, haría lo mismo!”

¿Qué debería hacer? Estoy empezando a pensar que mi hermana podría ser más peligrosa que estos terroristas... bueno, olvidémoslo. Dejando de lado eso por ahora—

“Gracias por tu amable oferta, pero permíteme objetar. Soy terrible con los trajes.”

Ikki declinó la invitación de Kazamatsuri. Por supuesto, el hecho de que era miembro de un grupo terrorista fue una de sus consideraciones, pero encima de eso—

“Hmm... pero a juzgar por los resultados, tus posibilidades no se ven muy bien. En mi bando no te faltará nada, ¿sabes?”

“Milady, es de mala educación ser tan insistente. Está poniendo a Ikki-sama en una situación incómoda.”

De alguna forma, mientras que parecía que Charlotte le estaba impartiendo sentido común a Kazamatsuri, su expresión hasta ahora calmada y estoica parecía transformarse totalmente cuando miraba—fijamente—a Ikki con envidia, como si fuera su enemigo.

Si hubiera aceptado, me habría matado en algún punto.

Sin importar lo confortables que sean las condiciones, no deseaba un ambiente laboral donde el asesinato era un riesgo ocupacional.

“Mmm... entiendo. No obstante, puedes contactarte conmigo si cambias de opinión. Las personas talentosas como tú siempre serán bienvenidas, El Peor.”

Diciendo eso, le entregó su tarjeta a Ikki. Aunque no tenía deseos de convertirse en el mayordomo de nadie, sería demasiado descortés devolverle la tarjeta. Así que le agradeció, y la tomó.

Con el intercambio terminado, Kazamatsuri, Charlotte, y la inconsciente Sara se retiraron de la fiesta, juntas. Luego de verlas irse, Ikki miró la tarjeta que había recibido, y una sonrisa irónica cruzó su rostro al hacerlo. Tenía su nombre, número de celular, dirección de e-mail—incluso la dirección de su casa estaba escrita allí.

“No pensé que recibiría la tarjeta de parte de una terrorista.”

“Es cierto, sí que son excéntricos. Vienen a la fiesta como si nada, desnudan a la gente, ofrecen trabajo... me pregunto si todos en Rebelión son así de raros.”

“Ahora que lo pienso, Alice también es un poco raro...”

Los representantes de Akatsuki eran bastante diferentes de la imagen normal de los assassins del bajo mundo. Aunque Ikki y Shizuku entendían que la fuerza de una persona no podía juzgarse totalmente con una mirada, como aquellos que sufrieron a manos de Akatsuki, ellos los habían imaginado más aterradores, más violentos. A estas alturas, no podían negar que un poco del rencor que les guardaban se había disipado.

Pero mientras pensaban así—

“No me agrupen con esos idiotas. Me enferma.”

—una respuesta llegó por detrás. Al girar para conocer la fuente de aquella voz enfadada, se encontraron con una chica de cabello negro largo, y con el rostro oculto detrás de una máscara espeluznante.






“En serio, esta gente siempre está arruinándolo todo. Bastardos, ¿no podrían ser más concientes de eso?”

La chica que llevaba una máscara estilo Fantasma de la Ópera se quejó con amargura mientras miraba a la entrada del salón de recepción por donde Kazamatsuri y las demás se habían retirado. Shizuku no pudo discernir de inmediato la identidad de esta chica, pero—

“¿Por casualidad eres Yui Tatara-san de Akatsuki?”

—ante las palabras de su hermano, la recordó luego de un instante.

“Ah, eres esa rarita que vestía ropa de invierno en verano como una idiota.”

Envuelta en ropa de invierno, fueron incapaces de ver su rostro en absoluto, pero ahora que Ikki lo había mencionado, sus dimensiones físicas encajaban con la chica de aquel entonces perfectamente. Luciendo descontenta respecto de las conclusiones a las que Shizuku llegó, Tatara respondió—

“¡No soy una rarita! ¿Crees que mostrar tu rostro en público a todos es algo que un asesino haría?”

¡Es la primera vez que alguien de Akatsuki dice algo que tiene sentido...!

Shizuku sufrió un leve shock. Esta persona ciertamente parecía encajar con la imagen de un asesino profesional más que las otras dos. Pero—

“¿Es correcto que reconozcas que eres una asesina? ¿La historia oficial no decía que eras una estudiante?”

—Shizuku pensó en voz alta. Tatara soltó una risa despectiva y gutural.

“Jej jej jej. Estoy segura de que ya deben haberlo oído del Assassin Negro. El nivel de control de la información que Tsukikage posee dentro de Japón es perfecto. Sin importar el escándalo que ustedes, mierdas, armen, sólo será considerado como chismes por el público—así que no hay problema.”

Escuchando esto, Shizuku alzó las cejas. Las palabras de Tatara eran una verdad innegable. De hecho, Kurono ya había informado a las autoridades relevantes que los estudiantes de la Academia Akatsuki eran mercenarios de Rebelión, pero esto no se había dado a conocer al público. Y aun si el gobierno no hubiera trabajado para ocultar esta información, algo como “nuestro Primer Ministro está conspirando con terroristas,” aunque verdadero, simplemente era demasiado inverosímil como para creerlo. Por eso, sólo aquellos que estaban realmente involucrados sabían y creían que los estudiantes de Akatsuki eran terroristas de Rebelión. Para aquellos como ella que conocían la verdad, esta situación los disgustó enormemente. Después de todo, la situación presente estaba en manos del enemigo. Era natural irritarse bajo tal provocación.

En respuesta a su cambio de expresión—

“...Jej jej. No pongas esa cara aterradora, Kurogane chica. Dije eso, error mío. De todas formas hoy tengo el día libre, ¿así que por que no disfrutamos de esta fiesta, eh?”

Diciendo eso, Tatara tomó algo de comida de la mesa y se la ofreció a Shizuku. Su actitud parecía lo suficientemente amistosa, pero un desprecio que no podía ocultar mucho podía detectarse en la punta de su lengua—una disculpa que sólo podía causarle repugnancia a uno. Pero moder tan fácilmente el anzuelo ofrecido la crisparía aún más, por lo que decidió pasar.

“Gracias—”

Pero mientras decidía eso—la comida salió volando por el aire, antes de caer con un impacto sobre el piso de mármol.

¿Por qué—?

Su hermano, que se encontraba a su lado, había golpeado el plato ofrecido en las manos de Tatara.

“¿O-Onii-sama?”

Los ojos de Shizuku se abrieron grandes por las acciones de su hermano. Ciertamente, los ojos en todo el salón se habían dirigido hacia ellos ante el repentino desarrollo. Su hermano parecía una persona distinta de la que había hablado con Sara y Kazamatsuri, sus ojos destellaban fríamente mientras miraba en silencio a Tatara. ¿Qué podría haber pasado? Sus ojos se desplazaron hacia el plato caído.

“¡Esto... es...!”

Entendió las razones del comportamiento de su hermano. El plato que Tatara el había ofrecido contenía patas de pollo, pero dentro de la carne uno podía ver el brillo de muchas yilés, que se habían revelado por el impacto de la carne al caer. Eso no podía ser parte del proceso de cocina, sólo podían haber sido introducidas por alguien con intenciones maliciosas. Esa persona no podía ser otra que la terrorista que yacía frente a ella. Su hermano se había dado cuenta de esto, y por eso golpeó el plato.

“Ese es un condimento bastante emocionante, ¿no lo crees, Tatara-san?”

“¡Jej, qué desperdicio! Era una combinación especial de varios alcaloides. Había suficiente para matar a un elefante de un solo bocado, sabes.”

Tatara reía entre dientes, sus hombros se sacudían con alegría y sin miedo a pesar de la fulminante mirada de Ikki.

“E hice mi mejor esfuerzo para ocultarlas. ¡A diferencia de tu hermana, tus sentidos son bastante buenos!”

“No es para tanto. Prácticamente estás irradiando malicia.”

Ikki no lo dijo por humildad. Aunque su hermana no lo había notado, él había sabido desde el principio que Tatara era diferente del trío que habían conocido previamente. Eran meramente excéntricos, y de quienes no se percibía malicia. Pero de Tatara, no podía sentir nada más que maldad. Mientras estaba eligiendo comida para convidarle a Shizuku, se había posicionado deliberadamente con el fin de obstruirles la visión a ambos. Era imposible que en ese momento ella no haya hecho nada. Creyendo firmemente eso, Ikki había tirado el plato al piso. Y resultó que su hipótesis estaba en lo cierto.

“¿No dijiste que tenías el día libre?”

“Jej jej. Aye, así es. Por eso quería matar a alguien para liberar estrés. Maldición, casi lo lograba, ¿sabes?”

A pesar de haber sido descubierto su plan, Tatara hizo sonar sus labios, sin demostrar el más mínimo remordimiento por sus acciones.

“Esta es la primera vez que tengo que cumplir con un trabajo tan aburrido. ‘Ve y ataca la escuela,’ dijeron, ¿‘pero no lastimes a nadie’? Yo soy distinta de esos idiotas. He matado desde que era una mocosa. Si quieres que una profesional haga un trabajo donde matar está prohibido, no acudes a mí. ¡Aún no he quedado satisfecha, y eso me fastidia mucho...! ¡Al demonio, no voy a esperar dos días, voy a matarlos a todos ahora mismo!”

Mostrando una sonrisa que era puros dientes y amenaza, Tatara se reía mientras las energías siniestras se reunían y adoptaban forma en su mano derecha. Su Dispositivo motosierra, con su cadena de dientes se parecía a las fauces de un tiburón.

Oye, oye, ¿esa chica lo dice en serio?

¿Va a empezar aquí y ahora?

La violenta e imprudente falta de consideración de Tatara por el decorado había provocado un alboroto en todo el salón. Por su parte, Ikki no le respondió, sino que se puso en frente de Shizuku como escudándola. Entendía que Tatara no era la clase de persona con la que él podría razonar. Pero más allá de eso, mientras se preparaba para desenvainar su Dispositivo Intetsu, pensó que él no era la clase de persona que perdonaría a alguien que había intentado envenenar a su hermana—

“Detente, Rey Sin Corona de la Espada.”

“¡Tch!”

La conmoción se calmó—no, quedó en silencio—por una voz que resonó por detrás. No fue un grito, ni sonó con enfado. De hecho fue bastante tranquila. Aun así era más grande que la vida, emanando una presión que instaba a los oyentes a seguirlo.

Ikki conocía esta voz. Aunque nunca la había escuchado en persona, la había escuchado incontables veces en transmisiones televisivas. El dueño—

“No trepaste hasta aquí para meterte en una pelea insignificante, ¿no?”

“¡...Moroboshi-san!”

—no era otro que Yuudai Moroboshi. Tercer año, Academia Bukyoku. El Rey de la Espada de las Siete Estrellas de Japón—y el oponente de El Peor en la primera ronda del Festival de Arte de la Espada.






Una aguda mirada como la de un depredador majestuoso. Alto como Alice, aproximadamente 1.8 metros con músculos para combinar. Terminando con una bandana que encajaba con su corpulenta estatura—ese era Yuudai Moroboshi, el hombre que se encontraba en la cima de los estudiantes caballeros de Japón. Con una palabra, había congelado la neblina de sed de venganza a su alrededor.


No estaba solo al acercarse a Ikki y las demás. A sus costados se encontraban dos estudiantes, varón y mujer, quienes como él no vestían trajes sino que llevaban el uniforme único y moderno de la Academia Bukyoku. Por supuesto, Ikki también los conocía. A un lado el estudiante de lentes de tercer año Byakuya Jougasaki con su uniforme prolijo e inmaculado. Del otro se encontraba Momiji Asagi de tercer año, con una venda en su mejilla y con un brillo travieso en sus ojos como el de una chica mucho más joven. Eran el segundo y la tercera, respectivamente. Así es, los que ahora yacían como una barrera entre Ikki y Tatara eran las tres personas que se encontraban en el podio del Festival del año pasado.

Con razón mi cuerpo se congeló.

Alineados, estaban rodeados de una extraordinaria aura, la presión era tal que estar cerca de ellos hacía que el salón de recepción parezca más pequeño. Ignorar tal presencia era imposible.

“Qué chica peligrosa, yendo por ahí diciendo ‘mataré esto, mataré lo otro’. Bueno, no es que no pueda entender el sentimiento hirviendo en tu sangre ahora que el Festival de Arte de la Espada se acerca... ¿pero qué tal si todos nos calmamos un poco?”

Seguramente habían estado mirando desde un costado anteriormente. Moroboshi no parecía reprocharle a Ikki, sino que dirigió su sermón monótono hacia Tatara. Entonces, en concordancia con eso—

“Ciertamente. Desatar tu Dispositivo en este lugar pone tu carácter bajo sospecha... Bueno, dicen que un Dispositivo vulgar refleja a quien lo blande.”

Joukasaki también atacó el comportamiento de tátara.

“El carácter no es nada bueno en una pelea, chico pretencioso. ¿Quieres que te lo enseñe usando tu cuerpo?”

Acelerando el motor de su Dispositivo motosierra, apuntó su extremo a Moroboshi, el que más al frente estaba de los tres.

“No muestres los colmillos tan impertinentemente. Te hace ver como un perro débil.”

Ese insulto, sonando con un suspiro, fue más que suficiente para irritar Tatara, quien ya de por sí tenía mal temperamento, y que parecía experimentar convulsiones y espasmos con una risa.

“Jee jee jee. Mocosos... Bien. Entonces van a descubrir aquí mismo si soy débil o—”

Avanzó hacia Moroboshi, con asesinato suplantando la malicia en sus siguientes pasos—y de repente se detuvo, como sacudida por un relámpago, a tres metros de distancia.

“¿Oh?”

Moroboshi habló, impresionado.

“Parece que no alardeabas en vano. Como ves, ese es mi rango de alcance. Si fueras a dar un paso adentro descuidadamente... whoosh, te habría golpeado con este amigo de aquí.”

En algún momento había invocado una lanza estilo Chino en sus manos. Su extremo era recto como baqueta, y su borla fluía como el pelaje de un tigre—este era el Dispositivo del Rey de la Espada de las Siete Estrellas, Tora-Ou (3).

“Bastardo, cuándo fue que—”

Tatara retrocedió algunos pasos con asombro. Pero no fue la única que se sorprendió. Ikki también.

Eso es impresionante...

Incluso con ojos como los suyos, no había podido captar cuando el arma se materializó. Más allá de eso—

—Es como si no ofreciera oportunidades.

A pesar de que Moroboshi meramente estaba sosteniendo su lanza, no había puntos ciegos dentro de su rango de ataque; independientemente de donde venga el enemigo, él podría enfrentarlo. Ikki pudo ver claramente cómo esto va a dificultarle las cosas en el futuro.

Es la primera vez que lo veo... así que este es el rumoreado Happo Nirami (4) del Rey de la Espada de las Siete Estrellas, huh.

Happo Nirami—un control sobre el rango de ataque tan absoluto que ni siquiera Raikiri había podido penetrarlo; un discernimiento del enemigo sin importar su posición o ángulo de ataque, a un nivel de perfección que hacía honor a su nombre. Incluso Tatara dudó en ingresar a este espacio, ya que el alcance de Yuudai Moroboshi no era nada menos que el alcance del estudiante caballero número uno de Japón. Entonces—

“¡Gajajajaja! Cielos, los de primer año sí que están animados, ¿eh? ¡Nada mal, nada mal!”

Aparentemente aquellos que habían observado la conmoción aquí no estaban limitados a los estudiantes de Bukyoku, puesto que una sombra negra seguida de una voz y risa como megáfono apareció ante a Ikki y los demás. De pie frente a ellos se encontraba alguien que difícilmente parecía un estudiante. Con unos dos metros de altura y casi la mitad de ancho, el inmenso hombre también lucía una barba. Se trataba de uno de los participantes del anterior festival que llegaron a los cuartos de final, el Panzer Grizzly que provenía del continente norteño de Hokkaido—Renji Kaga de tercer año de la Academia Rokuzon.

“Aun así, desperdiciar comida no es correcto. Nuestros granjeros trabajaron duro para criar estos deliciosos pollos así que deberíamos disfrutar comiéndolos. Sería una equivocación no pagarles por este festín.”

Diciendo eso, Kaga, de quien las leyendas urbanas relataban que había completado 100 hectáreas—el equivalente a unos veinte Domos de Tokyo—de tierra para cultivo por sí solo en sus días de escuela primaria, con una gran mano levantó el pollo envenenado y lleno de navajas que Ikki había tirado al suelo.

“¡Ah, ese pollo está—!”

La advertencia de Ikki llegó demasiado tarde para detenerlo, él ya se había llevado a la boca el pollo, con huesos y todo. Mientras masticaba con sus poderosas mandíbulas, la carne, los huesos y las yilés eran aplastadas por sus dientes y finalmente se tragó todo.

“¡Gajaja! ¿Eso podía matar a un elegante, pero no pudo matarme a mí, eh, Akatsuki?”

“¿...Este tipo es humano?”

Nada en lo más mínimo parecía mal en Kaga a pesar de haber tragado veneno mortal—ciertamente, en cambio era Tatara la que tenía el rostro un poco verde. Sin embargo, su día de sorpresas no terminaría aquí.

“Fu~

Un suave aliento sopló la oreja de Tatara, haciendo que notara algo de lo que no se había dado cuenta hasta ahora—que una mujer la estaba abrazando.


“Okeeey, esa es una buena chica. El checkeo de tu cuerpo está en progreso, así que por favor quédate quieta por un momento~”

“¡Gaaaah!”

Tatara se quitó de encima a la joven por la fuerza, escapando a sus exámenes corporales, pero a pesar de sus rápidas reacciones había pánico escrito totalmente en su rostro. Era una sicaria conocida dentro de la sangre joven de Rebelión. Su habilidad era auténtica y lo sabía. Como tal, que alguien la sujete sin que ella se dé cuenta por supuesto que le provocaría pánico.

“¡Quién demonios eres...!”

“Jaja—. Vaya, vaya, qué animada kranke (5). Es bueno estar animada, sabes~”

La voz de Tatara tembló del pánico, pero por otro lado su abrupta asaltante hablaba con una sonrisa serena en sus sensuales labios.

“Sin embar~go. Como pensé, estado de excitación, presión arterial alta, y una temperatura corporal alta. Y con ese pequeño cuerpo y esa áspera piel, parece que te falta nutrición. Muéstrame tus manos~”

Al instante que terminó de decir eso—

“¡Bastarda, ¿qué hicisteeeeeee?!”

En contra de su voluntad, Tatara soltó su motosierra y extendió sus manos hacia la joven de blanco, con las palmas hacia arriba. Como a Tatara le había pedido. Y en esas manos—

“Por favor consume más calcio, vitamina C y colágeno. Ten, aquí tienes un aceite esencial que sinteticé yo personalmente. Ponte un poco antes de dormir y te ayudará a calmar tus ansiedades.”

—la joven depositó una bolsa atada con un moño, repleta de tabletas, píldoras y cápsulas, mientras sonreía. Por supuesto, Tatara no necesitaba esas cosas. De hecho, intentó lanzarlas al piso de inmediato, pero—

¡N-No puedo moverme!

“¡Bastarda, ¿qué me hiciste?!”

“¿Mmm~? Fufu―. ¿Es tan sorprendente? Es normal que una doctora le haga lo que quiera a una paciente~♪”

Tatara estaba sudando absolutamente mientras rugía con furia, pero la joven seguía sonriendo. Al ver esa situación, Ikki se dirigió a Shizuku le preguntó—

“Shizuku... ¿la conoces?”

Su hermana asintió ligeramente.

“Sí, por supuesto. La conozco.”

Shizuku no era del tipo que hacía una investigación profunda sobre la elite de la nación. La mayoría de los aquí presentes eran desconocidos para ella. Pero esta joven de blanco era diferente. Incluso como estudiante, era la mejor doctora de Japón, y también una caballero de nivel nacional.

“Tercer año de la Academia Rentei—la ‘Caballero de Bata Blanca’ Kiriko Yakushi.”

Era la única usuaria de agua en el país a quien Shizuku consideraba como superior a sí misma.

“Dado que no había participado en su primer y segundo año, no creí que fuera a participar en este, pero...”

“Dejando eso de lado, esa técnica que usó cuando estaba reteniendo a Tatara-san, por casualidad fue—”

“Sí, es como piensas, Onii-sama. Sin dudas, es algo similar a mi Aoiro Rinne... sin embargo, yo soy incapaz de vaporizar mi ropa junto a mí misma.”

Y además, Shizuku no pudo percibir la técnica por la cual la libertad de movimiento de Tatara le había sido arrebatada. Puede haber sido alguna clase de interferencia dirigida a la sangre del objetivo—como estaban las cosas, sólo podía especular eso en cuanto a técnicas que ella aún no podía usar.

Estar en el Bloque D con esta persona me deprime un poco.

Ambas eran usuarias de agua, y ambas se inclinaban por el uso de técnicas. Por eso, incluso una pequeña diferencia en el refinamiento de dichas técnicas podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota. Podrían encontrarse en la tercera ronda del Festival, pero Shizuku esperaba que Yakushi fuera derrotada antes de eso.

También había otro rostro familiar entre los caballeros de nivel nacional que se vio atraído por la conmoción, alguien a quien Ikki recordaba no con poca nostalgia.

“Oye, enana. ¿Quién te dio permiso para ir por El Peor, huh?”

Abriéndose paso por la multitud, un joven de cabello dorado sujetó a Tatara del cuello duramente. Era el as de la Academia Donrou, el ‘Devorador de Espadas’ Kuraudo Kurashiki. Él e Ikki habían cruzado espadas durante el incidente que involucró a Ayase Ayatsuji, de tercer año de Hagun, cruce durante el cual su don natural ‘Contraataque Marginal’ le había causado varios problemas a Ikki.

“Kurashiki-kun... ha pasado tiempo.”

“Hmph. Pensé que vendrías aquí. Voy a devolverte el favor por lo de aquella vez.”

Habiendo dicho eso, Kuraudo regresó a Tatara, a quien había elevado en el aire y le había advertido bruscamente.

“No sólo yo. Todos aquí esperan tener un round o dos con este tipo. Intentas algo antes de que eso suceda, y te aplastaré.”

Como afirmando sus palabras, todos los presentes le lanzaron miradas como dagas hacia ella. Ante esto, incluso alguien con mal temperamento como Tatara no pudo resistirse. Todos los aquí presentes estaban al menos al nivel de los cuartos de final a nivel nacional. Enfrentarlos a todos al mismo tiempo era una apuesta sin probabilidades de victoria.

“¡...Tch! ¡Suéltame!”

Incapaz de usar sus brazos libremente, escapó del agarre de Kuraudo patéandolo antes de retirarse de la escena, con un rostro que se retorcía con una mezcla de odio y vergüenza. No pudo hacer nada más.






Después de que Tatara se retirara del salón de recepción, Ikki les agradeció a aquellos que se habían reunido.

“Muchas gracias a todos. Un poco más y hubiera sucumbido a sus provocaciones.”

Al ver la reverencia de Ikki, la expresión tremendamente filosa que Moroboshi tenía antes al enfrentar a Tatara pasó a ser una sonrisa radiante.

“¡Está todo bien! Es normal que uno se enfade si alguien se mete con tu hermana. Y en ningún momento desenvainaste tu espada—si fuera yo, lo habría hecho antes que ella.”

Luego se rió, como diciendo ‘no te preocupes por eso’. Ante esto, Jougasaki suspiró.

“Eso no es algo de lo que deberías estar orgulloso, Yuu... como el estudiante caballero número uno de Japón, el Rey de la Espada de las Siete Estrellas, tienes que ser ejemplo para el resto. ¿Podrías ser un poco más racional?”

“Ajaja. Bueno, Hosshi es un siscon.”

“¡¿Quién es un siscon?! ¡Cualquiera reaccionaría así como hermano mayor! Y además esta es la segunda vez que esos chicos buscan problemas con Hagun, ¿saben? Incluso un Buda se irritaría a la tercera vez, ¿por qué nosotros los humanos no podemos enfadarnos a la segunda? ¿No lo crees así, Kurogane?”

“Jaja... es cierto, no han hecho más que hacernos pasar momentos difíciles.”

Ikki asintió, de acuerdo con el punto de vista de Moroboshi sobre los varios ataques.

“Sin embargo, no siento ira ni resentimientos hacia ellos.”

“¿Hmm? ¿A qué te refieres?”

“Es cierto que nos han hecho pasar un momento terrible, y que no les creo su buena voluntad. Pero gracias a su participación, podremos cruzar espadas con Blazers que no nos toparíamos en batallas normales. Con respecto a eso solo, bueno, se los agradecería.”

Lo decía en serio. Un Festival de Arte de la Espada en donde podrían enfrentarse a personas de un mundo que no estaba normalmente abierto a ellos era exactamente lo que él quería. De esta manera, el nivel de competición para decidir quién era el caballero más fuerte del Festival de este año será más alto. Así que, sólo en ese punto, Ikki le agradecía a Akatsuki. Habiendo escuchado esto, Moroboshi comenzó a reírse ruidosamente.

“¡...Jej jej, jajajaja! ¡Luces como si no mataras una mosca, pero dices cosas interesantes! ¡Qué coincidencia—me siento igual!”

Ciertamente, él e Ikki se sentían exactamente de la misma forma. Que valía la pena competir en este Festival de Arte de la Espada. Había deseado un enfrentamiento a muerte con el Emperador Espada de Viento desde hace un tiempo. Como tal, tenía que agradecerle a Akatsuki, aunque sea sólo por meter a Ouma en la pelea.

“Aun así, no pensé que habría alguien más aquí tan apasionado como yo.”

Y pensar que sería un estudiante de la Academia Hagun, quien había sufrido daño a manos de Akatsuki. Una persona normal no sería capaz de decir esas cosas, pero él lo había hecho—

...Eso significa que él también lo entiende—

“¿Personas con las que cruzar espadas sería normalmente impensable, dices...? Parece que el rumor de que los de Akatsuki son mercenarios del bajo mundo es cierto, huh.”

“Esa bajita de antes tampoco era ordinaria. Haciendo lo que se le da la gana... en serio.”

“¿Eh, eso es importante?”

Habiendo escuchado esto, Jougasaki y Asagi expresaron su insatisfacción. Moroboshi sin embargo desestimó las noticias con indiferencia.

“Sin importar quiénes sean, la forma en que nosotros hacemos las cosas no cambiará, ¿eh, Kurogane?”

Ikki asintió y respondió con una sonrisa amable y amistosa.

“Así es. Como caballeros, no deberíamos esperar ninguna clase de justicia o legitimidad de parte de nuestros enemigos.”

Esa era la respuesta que Moroboshi había esperado. Como sospechó, Ikki comprendía la esencia de ser un estudiante caballero. No eran meros deportistas. Eventualmente serán guerreros responsables de la defensa del país. Aquellos que aceptaban una ofensa simplemente porque la ilegalidad de un oponente era ladrarle al árbol equivocado, y que  no podían entender esto—independientemente de lo fuertes que sean—a fin de cuentas sólo eran deportistas. No tenían oportunidad contra verdaderos caballeros.

“En primer lugar, no hay nada justo acerca de un enemigo ni de un combate. Como estudiantes caballeros, eso va a la par del transcurso de nuestras batallas. Sin importar quiénes sean o qué medios usaron para participar en este Festival, no tiene nada que ver con nosotros. La discusión sobre su ilegalidad puede dejarse a los adultos que organizan este evento. Sólo necesitamos derrotar al enemigo en frente de nosotros.”

Ikki era muy consciente de esto. Por eso fue que no había expuesto la trampa de Ayase Ayatsuji con el fin de ganar por esa penalidad, o criticarla de cobarde cuando habían peleado, a pesar de que como amigo lamentaba sus acciones. Él menospreciaba el juego sucio, pero tampoco lo rechazaba per sé, por lo tanto no le pediría legitimidad a un oponente. No era un deportista. Era un guerrero.

El Rey de la Espada de las Siete Estrellas Yuudai Moroboshi fue capaz de medir a Ikki basado en esa pequeña conversación que habían tenido, y habiéndose asegurado de eso, le otorgó su reconocimiento.

“Jaja... para ser honesto, me decepioné cuando oí que Raikiri había sido derrotada por un repitente—planeaba anular por completo su carta del triunfo este año. Pero el compañero que vino para reemplazarla es bastante interesante.”

Este hombre era un digno oponente.

“Ansío verte en el ring dentro de dos días.”

“Daré todo lo que tengo.”

El espíritu de lucha de Moroboshi surgió conforme dijo eso, e Ikki enfrentó su desafiante mirada con firmeza al responderle. Por supuesto, Moroboshi no era el único midiendo a su oponente. Ikki había hecho lo mismo, usando la conversación para medir al actual Rey de la Espada de las Siete Estrellas. La respuesta que había recibido era la misma. Sentía que esta primera batalla seguramente iba a ser una crisis de vida o muerte para él. Esto lo llenaba de inquietud, pero también de una mayor anticipación. Allí se encontraban, con sus miradas fijas, dos hombres que compartían las mismas convicciones, sin dar el brazo a torcer—

“Ah, cierto. Eso.”

Moroboshi habló casualmente, recordándole a Ikki con la tensión disipada en su voz.

“¿No es hora de que vayas a cambiarte de ropa? Tu pecho está visible.”

“¡¿Buh?!”

Ikki finalmente recordó. Todo este tiempo, había permanecido aquí con la parte frontal de su traje totalmente abierta, como alguna clase de pervertido espeluznante.

“¿O acaso quieres mostrar el cuerpo del que estás tan orgulloso? ¿Te gusta hacer eso?”

“¡N-No, no es eso!”

Ikki negó, poniéndose rojo como remolacha mientras intentaba cubrirse rápidamente el pecho expuesto, para la risa y diversión de aquellos que lo rodeaban. En ese momento, la atmósfera que había estallado por la tensión debido a la aparición de Tatara se disipó por completo, y el pacífico momento de entretenimiento que era aquella cena, resurgió.






En una sala de fumadores junto al área de recepción, un hombre de traje rojo oscuro miraba por una ventana la conmoción que Tatara y los demás estaban creando, sus ojos parecían entrecerrarse detrás de sus lentes tintados. ¿Quién era?

“Veo que tiene algunos estudiantes terriblemente maleducados, Tsukikage-sensei.”

Ciertamente. Este hombre era Tsukikage Bakuga, actual Primer Ministro de Japón y patrocinador de Akatsuki al mismo tiempo. Escuchando su nombre, giró, y reconociendo a la dueña de la voz respondió con un tono que parecía disgustado.

“Oh, pero si es Takizawa-kun. Ha pasado tiempo.”

‘Takizawa-kun’. Al ser llamada por ese nombre, la Directora de la Academia Hagun Shinguuji Kurono se tensó un poco. El sonido de su voz al pronunciar su apellido de soltera le recordó a sus días de escuela, y al Tsukikage-sensei que había admirado. Era como si casi nunca hubiera cambiado. Encendiendo un cigarrillo con un ligero temblor, le dio una pitada para calmarse. Sólo entonces lo corrigió.

“Ahora me llamo Shinguuji, Sensei.”

“Ah, es cierto. No nos hemos visto desde tu boda. ¿Cómo fue todo? ¿Has estado bien?”

“Sí, el parto transcurrió sin contratiempos. Gracias por su preocupación.”

“Qué bueno, qué bueno. Nada mejor a que todo haya salido bien, sí.”


Una sonrisa surgió en el rostro de Tsukikage, profundizando más líneas que las que ella recordaba. Parecía genuinamente feliz por su buena salud, al menos de esto no tenía razones para dudar. Pero esa precisamente esto lo que llevó a su afligida expresión.

Sensei... realmente no ha cambiado.

Su amable voz, su cálida sonrisa, todos eran como lo eran en aquel entonces. Como eran en los días en que ella lo admiraba. Si tan sólo hubiera cambiado. Si tan sólo mostrara enemistad, maldad, qué tan bueno sería eso. Si tan sólo hiciera eso—

¿Por qué Tsukikage-sensei haría estas cosas?

—ella no necesitaría ser atormentada por tales dudas. Pero reprimió esos sentimientos, y habló.

“Personalmente, no era mi intención que nos reencontremos bajo tales circunstancias.”

Su enemistad llenó el semblante que dirigió hacia Tsukikage. En este momento, ya no era su pupila. Era la líder de la Academia Hagun—y él era el líder de la Academia Akatsuki, los que habían lastimado a sus estudiantes. Un enemigo imperdonable. Un enemigo odiado. Esta era la firme verdad, y por lo tanto no había necesidad de farsas ni frivolidad. Sólo necesitaba hallar confirmación. Confirmación respecto de por qué él haría esas cosas, y del verdadero significado detrás de esas acciones. Ella conocía su propio rol perfectamente. Así que en lugar de Tsukikage, cuya postura en todo esto era desconocido, dejó en claro su posición.

Tsukikage respondió, desconociéndole su enemistad como bien justificada.

“Jaja. Bueno, por supuesto. Por supuesto que te enfadarías. Usé tu escuela como peldaño, después de todo.”

Al hacerlo, estaba admitiendo no sólo que sabía que sus acciones provocarían daños, sino que precisamente como sabía que le provocaría daño a ella y a Hagun, él había actuado. Habiendo obtenido este testimonio, siguió preguntando.

“¿Por qué tuvo que hacer algo como eso?”

“Es como dije en la conferencia de prensa. Los Blazers son la piedra angular de nuestra seguridad nacional, y aun así les dejamos la mayor parte de su entrenamiento a una institución extranjera. Es decir que no tenemos derecho a emitir licencias para nuestros caballeros, ni siquiera tenemos la libertad de revocar esas licencias. Bajo estas circunstancias, es difícil considerar a nuestro país como saludable, ¿no lo crees? Como alguien que carga con la nación sobre sus hombros, estoy actuando meramente para corregir estas incorrecciones.

No había nada nuevo en su respuesta, sólo lo que había dicho a los medios en la conferencia de prensa.

“No creo que eso sea todo lo que haya detrás de esto. Está ocultando algo, Sensei.”

“Oh, no, por supuesto que no. Como alguien que tomó el camino de la Academia Bukyoku e instituyó grandes reformas en tu propia escuela, pensé que entenderías lo que trato de hacer aquí, Shinguuji-kun.”

“Lo siento, pero sus acciones exceden mi campo de comprensión. Es verdad que la Academia Bukyoku logró cosechar resultados importantes bajo la directoría de Makunouchi adoptando la cultura, reglas y métodos de enseñanza de su propia escuela que se apartaban de las pautas generales de la Liga. También es verdad que por eso fue considerado como una espina del lado de la Liga. Sin embargo, todo lo que hizo siguió estando dentro de los confines del sentido común. Lo que usted ha hecho es rotundamente distinto, Sensei. ¡Ha contratado terroristas! ¡Eso va en contra de la ley!”

“¿Qué, terroristas? Me temo que dada mi posición, debo decir que no tengo idea de qué estás hablando.”

Frente a su controversial réplica, Tsukikage meramente le devolvió una sonrisa irónica, fingiendo ignorancia. Dándose cuenta que preguntas directas no darían frutos, una semilla de desesperanza comenzó a germinar dentro de ella.

“Pero sabes, la ilegalidad es buena.”

Tsukikage habló con una voz siniestramente fría.

“Se necesita a la ilegalidad con el fin de destruir estas leyes descabelladas.”

Eso era todo lo que ella necesitaba. Kurono no había venido aquí sin estar preparada. Había hecho su tarea, investigando y teorizando. Recorriendo todas las posibilidades y motivos que yacían detrás de las acciones actuales de Tsukikage. Como tal, pudo engranarlo todo.

“Sensei, usted... es eso, ¿no?”

Sus anteriores palabras. Su postura de recurrir a métodos extralegales. Esas eran piezas perdidas del rompecabezas que ella necesitaba para descubrir sus verdaderos motivos... y los mismos apuntaban al peor de los escenarios que se le habían ocurrido.

“¿A qué te refieres con ‘es eso’?”

“‘Recuperar el derecho a entrenar a nuestros Blazers’... siempre me resultó extraña esa frase. Preparar una academia nacional, elegir terroristas de Rebelión como sus estudiantes, usarlos para zambullirse en el Festival del Arte de la Espada, y así hacer que la posición de la academia nacional sea irrefutable—¿todo para qué? Es demasiado extremo.”

Dada la posición de Japón dentro de la Liga, la meta de recuperar el derecho a entrenar a los Blazers no era algo complejo para pedir. Japón era el tercer país más rico del mundo, una potencia económica. También era tolerante con las distintas religiones y sistemas de valor, y como tal había jugado un rol importante para unir a las naciones de distintas fes sirviendo como mediador. En resumen, era una nación indispensable, una sin la cual la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos ya no podía funcionar. Por eso, si negociaban por algo del nivel de recuperar el derecho a entrenar a los Blazers, seguramente lo conseguirían. Si este pedido era rechazado y Japón dejaba la Liga, ésta perdería más de lo que ganaría.

“Recuperar el derecho a entrenar a nuestros Blazers no está más allá de nuestras opciones diplomáticas. Por lo cual, simplemente es anormal que el líder de una nación tenga que contratar terroristas y provocar disturbios civiles con el fin de lograrlo. Esos medios son demasiado extremos para el fin, y eso siempre me perturbó. Pero lo que dijo me ha llevado a creer que el orden del argumento debería invertirse. En otras palabras, no necesita recurrir a métodos extralegales para lograr ese objetivo. Sólo necesita usar ese objetivo como excusa para recurrir a métodos extralegales.”

“¿Y por qué haría esto? ¿Qué razón podría tener?”

“No afirmaré que entiendo sus motivos personales, Sensei, eso es irrelevante para mi hipótesis. Pero a estas alturas, usted podría tener una sola razón para hacer esto. No quiere negociar con la Liga, porque eso significaría que a cambio de recuperar nuestra soberanía sobre el entrenamiento Blazer, Japón seguiría formando parte de la Liga. Si eso fuera a suceder, su verdadero objetivo, Sensei—abrir una brecha irreparable entre Japón y la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos—se arruinaría.”

Kurono estaba segura de que ese era el verdadero objetivo de Tsukikage. Su informe para la oficina de la rama de la Liga sobre la relación entre Rebelión y Akatsuki en este momento ya debe haber llegado al cuartel general sin dudas. Y en cuanto a la Liga, ahora no aceptarían ir a una mesa de negociación con Japón. Después de todo, eso sería rendirse ante los terroristas. Tsukikage había recurrido a aquellos medios sabiendo que esto pasaría. Ciertamente, él los había usado esperando que esto suceda, para así lograr su verdadero objetivo—una separación decisiva entre Japón y la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos.

“Jajaja. Como esperaba de ti, Takizawa-kun. Siempre fuiste muy inteligente.”

Confirmó sus conjeturas con sorprendente frivolidad.

“Ahora que has llegado tan lejos, sería vergonzoso seguir ocultándolo. El quid de la cuestión es, bueno, como tú has dicho. Mi desenlace es uno en donde cortemos todos los lazos entre nosotros y la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos.”

“¿Pero por qué...? ¿Acaso algún otro país logró comprar incluso a alguien como usted?”

“Por supuesto que no. No me he vendido ni nada parecido. Lo que he hecho, lo hice por la nación... Japón no necesita permanecer bajo un colectivo de debiluchos como la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos. Este país tiene el poder para mantener su soberanía. Y aunque fuéramos a permanecer, no nos traería ningún beneficio a nosotros—lo único que estaríamos haciendo es limpiar los desastres de los demás.”

“...Tch.”

Ante sus palabras, la expresión de Kurono se oscureció. Había cierta verdad en lo que había dicho. La Liga de Naciones de Caballeros Mágicos era, en esencia, una cooperativa multilateral. Cuando los estados miembros eran invadidos por estados no miembros, servía como un canal de transporte de suministros y tropas de manera rápida al área afectada—no muy distinto en naturaleza a un seguro médico. En otras palabras, un país no afligido por la guerra, no sólo no obtendría beneficios de este arreglo, sino que además seguirá pagando para apoyar a otros países. Vietnam, Irak, Israel—durante las últimas cinco décadas, Japón no había participado en una guerra con otro país ni una vez, pero no obstante tuvo que proveer tropas y recursos una y otra vez. Esta carga no era para nada ligera, y la creencia de que este acuerdo era desventajoso prevalecía entre la ciudadanía. Era contra este león político que la facción pro-secesión que Tsukikage ahora encabezaba se había vuelto poderosa. Por eso, Kurono podía entender su punto de vista. Pero aun así—

“¡¿Ha pensado en esto seriamente?! ¿En verdad cree que este país escaso de recursos naturales, puede levantarse a la par de los tres poderes más grandes—China, Rusia y América?”

Ella pensaba lo contrario. Ciertamente, la carga de mantener su asiento en la Federación era grande. Considerarlo un acuerdo desventajoso no era erróneo. Pero aun así la tutela de la Liga había protegido a Japón durante los últimos cincuenta años—esto era verdad. ¿Qué sería de ellos si perdían ese escudo? Eso iba más allá de la imaginación—y era por esa razón que ella estaba aterrada de las acciones de Tsukikage, esas acciones que podrían terminar en cambios masivos no sólo para Japón, sino para la superestructura global.

A diferencia de ella, sin embargo, Tsukikage parecía completamente tranquilo. Su voz rebosaba de seguridad.

“Por supuesto. Debo reclamar la gloria y el territorio que este país debería poseer por derecho.”

“¿Y para eso usará los medios que sean necesarios?”

“Así es. Akatsuki fue creada para este propósito, y seguramente ganarán este Festival. Y tras eso, la gente ya no mirará con buenos a ojos a la Liga de Naciones de Caballeros Mágicos. Este plan ya no puede detenerse.”

“......”

“Jaja. Parece que no lo entiendes. Pero está bien. En cualquier caso, no requería tu comprensión—la libertad de pensamiento es un derecho de los ciudadanos, después de todo. Puedes criticarme. Puedes estar decepcionada de mí. Pero soy el líder de esta nación. Su dirección la determino yo. No dejaré que nadie se entrometa en mi camino.”

Uno podía sentir la fuerza de su voluntad, cerniéndose como una montaña, al decir esas palabras. Y habiendo concluido eso, apagó la colilla de su cigarrillo en el cenicero, dejándole estas palabras conforme se retiraba de la sala de fumadores.

“Esta ya no es una situación en la que una simple educadora como tú pueda mediar. Harías bien en entender tu posición.”

Habló mientras pasaba frente a ella, como si fuera un profesor otra vez, sermoneando a su pupila. Fue ahí cuando comprendió que sus caminos habían divergido. Aquellos pasos que se alejaban contaban la misma historia—que él ya no deseaba permanecer aquí, y que ella no tenía poder para detenerlo.

No obstante.

“Es verdad, Sensei, que su ambición no es un asunto sobre el cual una profesora como yo pueda hacer algo.”

Le habló, aunque no giró para mirarlo.

“Pero sólo si la Academia Akatsuki sale victoriosa en este Festival.”

Su voz reverberó con fuerza en la sala a pesar de su suavidad.

“En ese caso, aún puedo aplastar sus ambiciones con mis estudiantes, sin que yo tenga que hacer algo.”

De eso estaba segura. La mano de Tsukikage giró la perilla, y entonces se detuvo.

“Espero con ansias su actuación, como actores de reparto de Akatsuki, claro está.”

Dejando atrás esas palabras, se retiró de la sala.

Así fue que Kurono Shinguuji discernió las verdaderas intentiones de Tsukikage. Pero hasta el final del torneo, no divulgó nada de lo que había descubierto hoy con Ikki y los demás. No puso el destino del país en sus manos, ya que eso no hubiera sido distinto de apostar sobre el resultado del torneo.

Está bien. No tienen que saber estos negocios turbios ni aquellos motivos ocultos.

Sólo necesitaban luchar por sí mismos. Si lo hacían—seguramente saldrían victoriosos. Kurono había estado antes en la cima, y allí había participado en una furiosa batalla con la Princesa Yaksha, por lo que entendía esto—que por más fuertes que sean los miembros de Akatsuki, tenían una debilidad decisiva. No sentían ninguna pasión por el escenario conocido como Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas.

¿Esperar a que uno de ellos sea el último de pie? Absurdo. Podría haber sido posible en otros campos de batalla, pero no en este. En el Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas, emerger victorioso sin esa pasión era simplemente imposible.










NOTAS DEL TRADUCTOR:

(1) Sp●lunker: Spelunker, un videojuego de plataformas de 1983 en donde el jugador desciende por una cueva. Ikki lo menciona porque cuando sea que el jugador se choque contra una pared, un techo, caiga de alturas considerables, o incluso tropiece con un bache, sufrirá daño y perderá energía más rápido.

(2) En español Bloody es ‘ensangrentado/a’. Ya que el nombre del personaje es Sara Bloodlily, consideré que era mejor dejar el apodo como ‘Bloody’ en lugar de traducirlo ‘Da Vinci Ensangrentada’.

(3) Tora-Ou, 虎王: “Rey Tigre”

(4) Happo Nirami, 八方睨み: “Mirada en Todas Direcciones”

(5) Kranke: “Paciente”, es decir, persona que sufre una enfermedad, en alemán.


Traductor al Inglés: DisavateraMX (Baka-Tsuki)
Traductor al Español
: nahucirujano
Corrección: nahucirujano

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