Capítulo 4

Capítulo 4 Confrontación · Rey de la Espada de las Siete Estrellas VS Rey Sin Corona de la Espada

 
PERIÓDICO MURAL DE LA ACADEMIA HAGUN
Personajes —— Escritora • Kagami Kusakabe

KIRIKO YAKUSHI

■ PERFIL
Afiliación: Academia Reitei, Año Tres
Rango Blazer: B
Arte Noble: Lockdown
Apodo: Caballero de Bata Blanca
Resumen Personal: la mejor doctora de Japón

Gráfica de Atributos (empezando por el extremo izquierdo, siguiendo el sentido de las agujas del reloj)
Habilidad Física: E
Suerte: D
Poder Ofensivo: D
Poder Defensivo: B
Capacidad Mágica: C
Control Mágico: A

¡Checkeo de Kagamin!
Aunque es una usuaria de agua como Shizuku-chan, ella no usa el agua como arma como Shizuku-chan lo hace, sino que es una caballero con un estilo engañoso donde usa el agua para interferir con el cuerpo humano.
Por supuesto, es habilidosa como doctora, y también es fuerte como caballero, pero como parece dedicarse más a ser doctora que caballero, no ha participado en el Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas hasta ahora. Sin embargo, según consta los profesores de Rentei estuvieron sollozando y rogándole “¡Al menos en tu último año!”, por lo que esta vez está participando a regañadientes.


***

¡Este enfrentamiento se ha vuelto unilateral desde aquel irrecuperable perforación invertida! ¡Kurogane se ha ralentizado significativamente—el número de veces que no ha podido esquivar la lanza de Moroboshi se ha incrementado! Es una situación terrible—dejando manchas color carmesí de sus heridas por todo el ring. ¡Lo réferis puede que tengan que detener el enfretamiento!

Afuera del Domo de la Bahía, las calles usualmente desiertas estaban repletas de personas mirando la transmisión en sus dispositivos móviles. El Peor estaba en desventaja, eso era más que evidente para las personas promedio. Todos parecían estar de acuerdo.

Esto ya se acabó.

Sí, El Peor se estuvo moviendo bastante bien al principio, pero desde entonces se ha vuelto totalmente lento. Parece que evadir le está tomando todo lo que tiene.

Como se esperaba, Moroboshi es muy fuerte.

¡Por supuesto que es! Moroboshi es el Rey de la Espada de las Siete Estrellas, ¿sabes? ¡No perderá contra un rango-F!

Pero en medio de esto, una voz hizo que su opinión disidente se oyera.

“No. Ikki ganará.”

“¿Eh?”

Todos giraron para seguir la dirección de aquella voz femenina.

No había nadie allí—pero si uno miraba con atención, podía ver una cabeza de cabello rojo flameante danzando en el viento conforme desaparecía en el Domo.

Eh, espera... esa era... ¿podrá ser...?






En ese momento, en la Academia Hagun...

¡Oh cielos! ¡Kurogane finalmente recibió un golpe directo de la lanza! ¡Y en su muslo!

Eso no es bueno. Si continúa así, la velocidad de El Peor seguirá disminuyendo. Sería mejor que los réferis detengan el enfrentamiento.

“Esto es extraño...”

Mientras veían a Ikki siendo arrinconado unilateralmente en la transmisión televisiva, Touka de repente expresó su duda.

“Sí, lo es. ¿Por qué los movimientos de Kurogane de pronto decayeron?”

“...Bueno, aunque a mí también me preocupa eso, hay algo aún más extraño sucediéndole a Moroboshi-kun.”

“¿Eh? ¿Qué le pasó?”

“Según mi conteo, esta sería la tercera vez. Ya tres veces Moroboshi ha tenido la oportunidad de acabar con Kurogane-kun, pero todavía no ha puesto fin al enfrentamiento.”

“¿Podría estar jugando con él?”

“No creo que él sea así. Pero por eso precisamente, es incomprensible.”

Echando un vistazo a la expresión de Moroboshi a través de la transmisión, Touka no pudo evitar pensar que lucía como si tuviera miedo de algo.

¿Me pregunto qué estará viendo?

Como refiriéndose a las dudas de Touka, algo importante sucedió. Ikki, quien había estado escapando, cayó.






“¡A-gh!”

¡Whoa! ¡Habiendo escapado de los ataques de Moroboshi hasta ahora, Kurogane ha perdido el equilibrio sobre el piso que ha manchado con su propia sangre y ha caído! ¡Esta es una gran oportunidad para Moroboshi! ¡¿Esto se acabará aquí?!

Ikki tropezó, “¡mierda!” estaba escrito en todo su rostro.

Pero era inútil. En una batalla de caballeros de este nivel, tal error no podía revertirse. El enfrentamiento estaba decidido. O así debería ser, pero—

¿Oh? ¡Por algún motivo, Moroboshi no está atacando! ¿Acaso pretende no golpear a un oponente caído?

Interpretando sus acciones como juego limpio acorde al Rey de la Espada de las Siete Estrellas, la audiencia estalló en aplausos.

¡Buen trabajo, Moroboshi! ¡Ese es el guerrero más fuerte de Japón!

Pero ya puedes dejar de alargar las cosas. ¡Duele sólo de ver!

¡Acábalo, Moroboshi-kun—!

Pero al contrario del entusiasmo de sus fans, Moroboshi estaba goteando sudor frío.

Esta es... la quinta vez.

Cinco veces había tenido una oportunidad clara para terminar el enfrentamiento, pero las había dejado pasar a todas frente a sus ojos—y él mismo no conocía el motivo.

Qué es este sentimiento... es extraño...

Cuanto más atacaba, cuanto más lo perseguía, más aumentaba la presión emanada por este caballero medio muerto frente a él. Este era el motivo de su titubeo: la premonición de que si daba un paso más allá, pisaría la cola de una bestia mucho más aterradora que un tigre.

“¡...Tch!”

Pero ya no podía seguir evadiendo esta cuestión.

¡Cobarde! ¡Mira a tu oponente a los ojos!

A pesar de estar completamente ensangrentado y sufriendo las consecuencias de alguna afección desconocida, la luz en los ojos de El Peor Ikki Kurogane no se había atenuado, su deseo de luchar no disminuía. Ikki aún no había renunciado a esta batalla. ¡¿Cómo podría él, quien estaba ganando, desear detenerse?!

¡¿Cómo podía mostrarle algo así a Koume?!

Tales acciones no eran propias del Rey de la Espada de las Siete Estrellas, ni de un hermano mayor. El orgullo y la dignidad lo guiaron. Agachando su postura más profundamente que en todo el resto del enfrentamiento—

“¡Aquí voy! ¡Kurogane—!”

Con un grito devastador, avanzó hacia Ikki, preparándose para poner fin a la batalla.






Mientras esprintaba más rápido de lo que había sido hasta ahora, Moroboshi activó Sanrensei. Sus objetivos eran la frente, la garganta y el abdomen—todos golpes letales. Definitivamente intentaba poner fin a esto con un solo movimiento. Con su cuerpo que no podía mover como quería y su pierna herida, Ikki sabía que no podría evadir este Sanrensei. Apretó los dientes con amargura.

Te devolveré el favor mañana.

Esa había sido su promesa, pero no fue capaz de cumplirla. Había querido ser capaz de dar todo de sí contra un oponente de este calibre, y aun así no pudo lograrlo. Qué lástima—pero era por eso que se negaba a tirar la toalla hasta el final. Era lo menos que podía hacer.

Por eso no puedo usar Ittou Shura aquí.

Usar su as de tiempo limitado mientras sigue bajo los efectos de una condición desconocida era el equivalente a la desesperanza. Era como cortar la raíz de la victoria—inútil. Hasta el momento en que su consciencia se desvanezca, no se rendirá, sin importar lo mal que luzca. Habiendo determinado esto en su corazón, levantó su espada, preparándose para enfrentar el asalto de Moroboshi. Cubierto de heridas, adoptó su pose contra una derrota segura.

En ese momento, surgió un recuerdo.

Ahora que lo digo... en aquel entonces también tuve este sentimiento.

Era el recuerdo de su duelo con Edelweiss en los campos escolares de la Academia Akatsuki. Un recuerdo que había sido incapaz de rememorar bien, cegado, mareado y desesperado, así se encontraba en ese entonces. Su estado actual le había recordado a aquella ocasión, haciendo de repente que esos recuerdos se esclarezcan otra vez.

¿Qué hice en ese momento?

Para su asombro, el recuerdo le llegó a la mente con facilidad. Enfrentando a la caballero más fuerte del mundo, él había—

—Ah, es cierto. Intenté usar el estilo de espada de Edelweiss.

La hoja de Edelweiss había sido tan veloz que sus ojos no habían podido captar ni siquiera sus post-imágenes, pero apenas había podido leer sus golpes por los movimientos de su cuerpo.

Lo recordó. El ojo humano no podía percibir su avasallante velocidad—y el secreto detrás de eso era que ella no aceleraba. Usualmente, cuando se balancea una espada, comienza de manera lenta. Uno necesita acelerar el movimiento con el fin de alcanzar la velocidad máxima. Pero no existía tal cosa en los movimientos de Edelweiss. Al momento en que ella se movía hacia delante, ya se encontraba a máxima velocidad. Mientras comenzaba a tajear, ya se encontraba al máximo. Un freno y arranque extremo, yendo de cero a cien en un destello. Pero esta técnica era extremadamente fuerte. La severidad de su velocidad y su lentitud hacían que los golpes parezcan muchas veces más rápidos de lo que eran. También era increíblemente difícil seguir con la vista a la propia espada, ya que no tenía una velocidad inicial lenta.

Ikki había descubierto todo eso en su batalla. Por ende, había intentado usar Robo de Espada en esos momentos finales. No había estado seguro de si funcionaría. Pero lo había hecho de todas maneras, sólo porque se trataba de la espadachina más poderosa que él conocía en ese momento.

Lo que tenía que hacer ahora era lo mismo. Aunque no pueda lograrlo en su estado actual, era lo mejor que podía hacer.

Por eso, al menos—

Mientras Ikki pensaba así, los sentimientos que tuvo en su batalla con Edelweiss regresaron a él, y le dio instrucciones a su cuerpo rebelde.

La espadachina más fuerte del mundo. Lo hizo—

“Así.”

En ese instante, su cuerpo se volvió más liviano que una pluma. Como una ráfaga de viento zigzagueó por los espacios entre los golpes del Sanrensei de la lanza—y al pasar clavó profundamente el abdomen de Moroboshi.

Ese cruce de espadas sucedió en un instante, en un destello. Sin poder siquiera soltar un grito de dolor, Moroboshi de hundió en el piso en medio de la sangre carmesí.

“Eh...”

Le tomó no pocos momentos a Ikki darse cuenta que esto había sido hecho con su mano, incluso mientras los gritos llenaban el estadio ante este repentino vuelco.

¡¿Quéééééééééé?!






¡¿Qué... qué acaba de suceder?!

Iida vociferó con voz aguda.

¡Justo cuando pensábamos que esta era el momento en que Moroboshi terminaría el enfrentamiento, fue él quien cayó! ¡¡Reconozco que recibió un golpe en ese cruce con Kurogane... p...pero, me avergüenza decir esto, pero fue demasiado rápido—no pude ver qué sucedió en absoluto!!

Ciertamente, los movimientos de Ikki no pudieron ser vistos, ni siquiera por los presentes en la cabina de comentaristas mirando el enfrentamiento desde allí. Él simplemente había desaparecido de repente, y antes de que nadie se diera cuenta, había pasado junto a Moroboshi y lo cortó.

Los ojos de Iida se abrieron grandes con incredulidad.

¿Qué está pasando? ¡Los movimientos de Kurogane son claramente distintos a los que nos ha mostrado hasta ahora!

Pero el asombro de Muroto superaba al suyo.

¡Imposible! Eso no puede ser... no, pero... sólo puede ser...

Lo sabía. Él sabía a quién pertenecían realmente el juego de piernas y el estilo de espada que Ikki había usado. Al ver su confusión, Iida lo presionó.

Muroto-pro. ¿Sabes algo acerca de esto? ¿Es este, de hecho, el rumoreado Ittou Shura de El Peor?

N-No, esto no es Ittou Shura. No hubo cambio en la cantidad de poder mágico que Kurogane estaba usando. Esto... ¡fue puro manejo de espada! Y aunque hay diferencias entre los estilos de dos espadas y de una, he visto una vez esa clase de aceleración instantánea ilocalizable del cuerpo y la espada...

¿En dónde diablos podría haber sido? ¡No me digas que, ¿ocurrió en la Liga-A?!

Muroto negó con la cabeza.

No puedes hallarlo en ese lugar, porque... este manejo de la espada le pertenece a alguien a quien todos los países han renunciado a capturar debido a su extravagante fuerza. Este es el estilo de espada de la espadachina más fuerte del mundo, y la criminal más buscada de la historia—¡Alas Gemelas Edelweiss!

Las palabras de Muroto causaron un alboroto en la audiencia.

¡¿...Quéééééééééé?!

¡¿Alas Gemelas, se refiere a, esa Alas Gemelas?! ¡¿Pero por qué El Peor sabría cómo usar su estilo de espada?!

¡No, espera, escuché que El Peor puede robar las técnicas de su oponente!

Gritos de sorpresa resonaban por todas partes. Esta vez, los amigos de Ikki se unieron a esa confusión. Entendían que Ikki era alguien que iba en contra del conocimiento popular, pero si lo que Muroto dijo era cierto, entonces esto era incomparable con antes.

“¡Acaso Onii-sama, realmente...!”

“¡¿Esto significa que no sólo regresó vivo de una batalla contra Alas Gemelas, sino que también logró robar el estilo de espada más fuerte del mundo?!”

Y Kiriko objetó la declaración de Alice.

“¡Eso no puede ser! Si fuera así, ¿por qué no la usó desde el principio?”

Era la pregunta más natural para hacer. Kurono, sin embargo, fue rápida para rechazar su objeción.

“No es que no la usó. Es sólo que no podía recordar cómo, y por ende no pudo usarlo.”

“¡Ah...!”

Ante esto, Kiriko recordó la conversación que Ikki había tenido con Yagokoro cuando se separaron el día anterior.

“Esa incapacidad de recordar también fue a causa de su anormalidad.”

“Señora Directora, ¿a qué se refiere con eso?”

“El estilo de espada de Edelweiss no es normal. Normalmente, todos los movimientos del cuerpo humano son creados con movimientos coordinados de los músculos. Sin embargo, eso no te dejará usar el estilo de espada de Edelweiss. Para crear esa diferencia extrema de cero a cien en velocidad, necesitas que todos los músculos requeridos se muevan juntos instantáneamente, y reunir instantáneamente toda la fuerza de esos músculos. Un humano normalmente no sería capaz de enviar suficientes señales nerviosas de manera instantánea para que eso ocurra.”

Uno no podía darle órdenes a todos los músculos de una sola vez.

“Para hacer eso posible, uno necesita cambiar esas señales nerviosas en sí mismas.”

Tenía que cambiarlas, cambiarlas a señales de combate completamente distintas de aquellas con las que los humanos normalmente vienen equipados, señales que podían ser enviadas en estallidos más cortos y más concentrados. Si uno no podía usar las señales del cerebro de esa manera, sería imposible ordenarle a todos los músculos de un organismo vivo complejo como un ser humano, desatar todo su poder de una sola vez.

“Kurogane debe haber sido capaz de tocar y comprender el estilo de espada de Edelweiss en aquella batalla del tipo pestañea y pierdes, entre sus técnicas. Puede que él no lo recordara, pero su cerebro sí.”

Un caballero del calibre de Ikki pudo rastrear esa técnica excepcional en su subconsciente luego de haberla visto una sola vez.

“De esa forma, cuando se encontró en la zona en momentos críticos, su cerebro liberó esas señales de combate, pero como él, su cuerpo había olvidado esa batalla de la cual las había obtenido—y así, al haber olvidado para qué eran, fue incapaz de usar esas señales extrañas.”

“Entonces como no podía reconocer las señales no podía reaccionar a ellas. ¿Verdad?”

Kurono asintió confirmando las palabras de Shizuku.

“Exactamente. En otras palabras. Edelweiss no averió a Ikki. En cualquier caso, la batalla con ella lo hizo evolucionar explosivamente, tanto que su propio cuerpo no pudo seguirle el ritmo a ese crecimiento... pero, ese sólo ha sido el caso hasta ahora.”

Enfrentando una derrota inminente, su cuerpo finalmente había podido recordar el poder que había obtenido en el duelo con Edelweiss, junto a ese método de movimiento del cuerpo, tan extraño por completo respecto de lo que había estado haciendo en los dieciséis años desde que nació.

“Los engranajes, el chasis y el embrague necesarios para ese movimiento de super alta velocidad finalmente se han reunido—ahora que las cosas han llegado a esto, el resultado del enfrentamiento es obvio. Yuudai Moroboshi podrá ser considerado el Rey de la Espada de las Siete Estrellas más fuerte de los últimos diez años, pero su oponente es demasiado para él. Aun luego de ser derrotado en un duelo con la espada más fuerte del mundo, Kurogane fue capaz de utilizar su increíble capacidad de aprendizaje para obtener una habilidad que ha superado el nivel de un estudiante caballero por mucho.”

Esta técnica iba mucho más allá del calibre que uno esperaría en un torneo como este.

“La persona que Moroboshi está enfrentando ahora... es el verdadero monstruo aquí.”

Era por eso que Kurono creía... que en cuanto a los sorteos de la primera ronda, fue Moroboshi el que no tuvo suerte.






“¡Gah...ha!”

La sensación de algo frío sobre su mejilla—la fría piedra del piso del ring—hizo que Moroboshi vuelva en sí.

¿Qu...Qué, por qué estoy en el suelo...?

Habiendo perdido el conocimiento por un instante, no podía comprender qué le había sucedido, o si había sido golpeado por el ataque de Ikki.

Por ahora, levantémosnos.

Sus instintos como luchador le permitieron levantarse de inmediato incluso luego de haber caído indefenso. Por ende, aun en ese estado de incomprensión, se levantó por reflejo, y en el momento que se puso de pie y sus sentidos regresaron—

“¡G-uaa-aaaaahhhh!”

—soló un grito de agonía conforme un intenso dolor abrasaba su costado.

¡Moroboshi se ha levantado! ¡Pero como pueden ver, se ha lastimado muy seriamente! ¡Está perdiendo muchísima sangre, y sus piernas están temblando!

Habiendo escuchado sobre sus circunstancias siendo analizadas con aquel comentario, y sintiendo que su costado quemaba, se dio cuenta de que había sido lastimado.

¿Qué... es esto? ¡¿Me cortó?! Pero no pude ver nada...

Mientras seguía confundido, escuchó esto.

“Aah... finalmente lo entiendo.”

Su oponente dijo en voz baja.

“Kurogane... ¿qué diablos acabas de hacer?”

¿Qué había entendido? ¿Fue capaz de lograr esa velocidad porque lo había entendido?

Ikki respondió mientras hacía una ligera reverencia.

“Moroboshi-san, siento mucho haberte hecho esperar.”

“¿Lo... sientes?”

“Sí... finalmente todo se reúne ahora.”

Por supuesto, Ikki estaba hablando acerca de su promesa del día anterior. Dar lo mejor de sí, y de esa manera devolverle el favor—un acuerdo entre él y el orgulloso caballero llamado Yuudai Moroboshi.

Ahora, tenía confianza de que podía cumplir con esa promesa.

“Y como acordamos, te mostraré—¡a Ikki Kurogane a su máxima potencia!”

Habiendo dicho esto, se desavenció de la vista de Moroboshi.

¡Desapareció...!

En realidad no desapareció, por supuesto, pero habiendo salteado el proceso de aceleración y logrado la máxima potencia al avanzar, Ikki despegó como un cohete, acto que la percepción del movimiento de Moroboshi simplemente no podía seguir.

Trazando un arco curvo con su corrida, Ikki rodeó hasta la izquierda de Moroboshi. Tres veces Ikki había sido repelido por su lanza, pero ahora traspasó su rango con facilidad mientras se adentraba en el propio rango de su espada—

“¡Guaaaah!”

—y cortó el brazo derecho de Moroboshi mientras estallaba como un ventarrón negro.

“¡Pequeña mierda—!”

Girando, Moroboshi desató su Sanrensei, usando el ardiente dolor para interpretar la ubicación de Ikki. Pero sólo pudo cortar aire vacío. Ikki ya no estaba más allí para el momento en que él giró.

¡Ya se ha ido...!

Moroboshi se quedó momentáneamente atónito por la velocidad. Pero no tuvo tiempo para asombrarse ya que otro ataque lo golpeó, cortándole la espalda.

“¡Gaaaaah—!”

¡Aah! ¡Recibió otro golpe! ¡Moroboshi está dejando que Kurogane se adentre en su rango con facilidad! ¡No puede seguir sus movimientos en absoluto! ¡Una vez más, Sanrensei ha golpeado aire vacío!

¡No puede evitarse...! ¡Las extremas altas y bajas en la aceleración de Kurogane y su avasallante velocidad son algo que ni siquiera nosotros podemos captar desde lejos, y menos cuando ocurre en frente de los ojos! ¡Es más como si el Rey de la Espada de las Siete Estrellas ya no pudiera ver la silueta de El Peor!

Había dado en el blanco.

¡Mi...Mierda!

Algo imposible estaba ocurriendo frente a los ojos de Moroboshi.

Podía escucharlos. Los sonidos de un número de tajadas, y de los pasos moviéndose a ritmo aterrador. Su oponente sin dudas se encontraba cerca de él, y aun así—

¡¿Qué es esto, qué está pasando?!

—no importa dónde volteaba a ver, no había nadie allí.

Era como si él fuera el único hombre en el ring.

¿Tal cosa era posible? ¿Podía acaso ocurrir en la vida real? El ring era una plataforma de cien metros de diámetros, y no había sombra ni cobertura en ese pequeño espacio. Y aunque su oponente estaba tan cerca que podía escuchar su respiración, Moroboshi no podía verlo en absoluto.

¡Esto... esto es malo!

Podía sentir otra tajada llegando. Si sigue recibiendo golpes, será peligroso. Pero ya no podía usar su lanza para defenderse de ataques con esta velocidad. Así que tomó una decisión allí y en ese momento.

“¡¡¡Uoooooo!!!”

Cruzó sus brazos, cubrindo sus lugares vitales. Invocando su Mordida de Tigre, desató todo su poder mágico para formar una armadura alrededor de su cuerpo.

¿Qué es esto? ¡El Rey de la Espada de las Siete Estrellas, el orgulloso caballero número uno de Japón, ha dejado su orgullo y ha decido recurrir a una jugada puramente defensiva!

El poder mágico de Moroboshi no estaba al nivel del de Stella, y como tal no podía denegar totalmente los ataques de un Dispositivo de rango F como ella. Pero si usaba todo su poder, podría reducir el impacto de las tajadas de Intetsu. Mientras su cabeza permanezca defendida por sus brazos, uno o dos golpes no resultarían en una herida fatal.

Sin embargo, esta postura indicaba que había renunciado a atacar, ya que con esa posición sólo podía defenderse. ¡Naturalmente, Ikki arremetió sin miedo!

¡Kurogane no se perderá esta oportunidad! ¡Centelleando, ataca desde cada ángulo! ¡Es una lluvia de golpes sin límites! ¡Moroboshi no está contraatacando! ¿Acaso ha perdido la voluntad para ganar?

¡No es eso! El Rey de la Espada de las Siete Estrellas no puede ver a El Peor. Lo único que puede hacer ahora es defenderse. ¡Está haciendo lo mejor que puede para mantenerse vivo!

Muroto sintió un profundo respeto por la voluntad de luchar de Moroboshi hasta el final.

¡...Pero aun así, tenemos que detener este enfrentamiento!

¡No puede ser! ¿Estás diciendo que Moroboshi ya no puede revertir esto?

Muroto asintió.

No lo hará. La diferencia entre sus habilidades es tal que ya no puede ganar.

Muroto había estado una vez en la Liga-A, Rey de Caballeros, uno de los pocos en toda la nación. Debido a eso, entendía que la diferencia entre los dos era tan grande como para llegar a ser incomparable. Su análisis, sin embargo, enfureció a los fans de Moroboshi.

¡Qué estás diciendo, comentarista de mierda!

¡Hosshii!! ¡No te rindas—!

Así gritaban. No obstante—

¡El viento negro aulla! ¡El escudo de Moroboshi se está dispersando—se está rompiendo, destrozándose! ¿Es este el final? La Estrella de Naniwa, el que dominó la competencia el año pasado y de quien todos esperaban que lograra por primera vez en la historia un segundo título consecutivo—¿realmente se terminará todo aquí sin que pueda hacer nada?

Un vuelco repentino, y desde allí, una batalla increíblemente unilateral. La ocurrencia de este inesperado desarrollo del cuarto enfrentamiento del Bloque C había dejado a los espectadores confundidos.

Y en esas gradas, Shizuku de pronto divisó la figura de Koume levantándose y yéndose. Casi como si estuviera escapando.

Koume-san...

Ante eso, Shizuku recordó la complicada expresión que ella había mostrado al ver a Ikki el día anterior, y la dolorosa y amarga expresión con la que había cargado todo el tiempo mientras miraba el enfrentamiento.

Ella podía entender los sentimientos de Koume, el dolor que debe sentir. Después de todo, su hermano también se encontraba en el campo de batalla. Ella también entendía que ese dolor era un error. Para el momento en que se dio cuenta, ya estaba siguiendo a Koume.

“Sabes... puede que lo haya dicho antes, pero me agrada mucho eso de ti, Shizuku.”

Mientras se iba, Shizuku se sonrojó un poco ante las dulces palabras de Alice.






Una puerta de prevención de incendios separaba el perímetro exterior del Domo de la Bahía de las gradas de espectadores. Allí, sentada en una banca que divisaba la Bahía de Osaka a través de ventanas suavemente curvas, se encontraba Koume. Estaba apartando la vista del ring donde su hermano actualmente estaba envuelto en combate.

Hermano... ya es suficiente...

Quería que se detenga. Si sólo era por ella, él ya no tenía que hacer esto. Él nunca le había dicho una palabra acerca de luchar para reclamar su voz. Pero ella lo entendía sin necesidad de que lo diga. Por eso le dolía. Y no podía soportar ver a su hermano sangrar y lastimarse por su bien. Por eso escapó.

“¿No vas a ver el enfrentamiento?”

Shizuku Kurogane, quien la había seguido y acababa de alcanzarla, le hizo esa pregunta. Koume se sobresaltó y giró al escuchar esa voz, encontrándose con Shizuku, quien tenía su altura. Recordaba a esta chica.

Ah... ella vino a la tienda ayer... si recuerdo bien...

Ella era la hermana del caballero con el que su hermano estaba batallando ahora. ¿Por qué estaría aquí? Su hermano estaba a punto de derrotar al suyo. Koume pensó que era extraño, y como interpretando esa duda en su rostro, una compleja expresión surgió en el de Shizuku.

“No podía dejarte ir. Porque como hermana de un hermano... entiendo tu dolor, Koume-san.”

¿Cómo lo sabía? Los ojos de Koume se abrieron grandes conforme Shizuku se sentó a su lado.

“Escuchamos las razones del regreso de Moroboshi-san de parte de Kiriko-san.”

Entonces Koume entendió—fue Kiriko, por supuesto que sabría lo que había sucedido entre ellos.

“...Puedo entender tus sentimientos. Después de todo, quiero a mi hermano más que a nadie. Siento dolor cuando sangra o cuando lo lastiman. Y me duele aún más cuando lo hace por mí.”

Las palabras de Shizuku capturaron muy bien el estado emocional presente de Koume. Ahora que sabía tanto, no había necesidad de ocultarlo, y por eso Koume asintió.

“Piensas que si es por tu bien, él debería dejar de luchar.”

Koume asintió otra vez.

“No puedes soportar ser una carga para el hombre que amas.”

Koume asintió—pero dándose cuenta de que la chica en frente suyo acababa de decir algo escandaloso, se sonrojó y negó con la cabeza rápidamente. Ella definitivamente no tenía esa clase de relación con su hermano mayor.

“¿Eh? ¿Me equivoqué? ¿No es esa clase de amor? ...En serio.”

Por qué luce decepcionada...

Habiéndose encontrado con una clase de amor desconocida, Koume estaba confundida.

“Bueno... aunque tu relación no sea así, te sientes mal por animar a tu hermano mayor cuando está luchando para recuperar tu voz, ¿cierto?”

Las palabras de Shizuku, pronunciadas lentamente y de manera consoladora, dieron en el blanco. Ciertamente, Koume quería animar a su hermano. Había sido así desde que Moroboshi había estado en la liga de primaria, una figura constante en las gradas animándolo con todo su corazón. Al hermano del que estaba orgullosa—más fuerte y más genial que nadie. Amaba animar a ese hermano. Lo disfrutaba.

Pero las cosas eran distintas ahora. Ese accidente lo cambió todo. Ahora, su razón para luchar era reclamar su voz. Era su deber como hermano mayor. Era por eso que no podía animarlo. No tenía derecho a hacerlo. Su hermano estaba sacrificando mucho por ella, y aun así ella no podía pagarle. ¿Cuánto más podía ser consentida por su hermano? Pensar así no estaba permitido. Era por eso que no podía animarlo desde el fondo de su corazón, no desde ese accidente.

Y hoy, incapaz de contener el remordimiento, había escapado.

...Esta persona entiende todo eso.

Esto la avergonzaba un poco, pero ella también podía sentir la bondad que Shizuku, quien comprendía su corazón y había venido hasta aquí para decirle esas palabras de confort, había mostrado.

Por eso, sacó su celular, tratando de escribir una palabra de agradecimiento para Shizuku—

“Sin embargo, hay algo que está mal. Y es que no necesitas preocuparte tanto por eso.”

Sus dedos se congelaron ante las palabras de Shizuku, y alzó la vista, shockeada. Por supuesto que sí. Porque aunque entendía los sentimientos de Koume, Shizuku en este momento estaba lanzando por la ventana con todas sus fuerzas, aquello por lo que ella había estado agonizando.

Pero Shizuku tenía sus razones para decir esto, naturalmente.

“¿Por qué no? Sin importar cuánto tú... no, cuánto nosotras deseemos que nos consientan, seguramente estará permitido. Después de todo, somos sus hermanas menores, y ellos son nuestros hermanos myores.”

El hermano mayor protegerá a su hermana menor, y ella a cambio confiará en él. Esta era una regla implícita no sólo para los humanos, sino para la mayoría de las criaturas del mundo.

“Aun si no está permitido para nadie más, nosotras sí podemos ser consentidas por ellos.”

Era su derecho.

“Es por eso que haré que me mime. Aunque Onii-sama tiene alguien a quien ama, aunque hacer esto por mí pueda ocasionarle problemas... no tengo intención de dejar de amar a Onii-sama. Dejando de lado el hecho de que no has podido hablar hasta ahora, tú deseas animar a Moroboshi-san. Comparado con mi clase de egoísmo, el tuyo es mucho más adorable.”

Esta era la razón de sus palabras, la razón por la que vino aquí. Ya no podía soportar ver a Koume seguir cargando con la culpa de tener que depender de su hermano en silencio.

Había dicho lo que pretendía decir, y no demasiado tarde. Detrás de ellas, un tumulto se armó en el sitio del enfrentamiento.

¡Kurogane ha subido de velocidad otra vez! ¡Sigue aumentándola, y está cortando la defensa mágica de Moroboshi como se preveía—es sólo cuestión de tiempo hasta que la atraviese!

“Parece que el enfrentamiento está por terminar. Es hora de que regrese.”

Diciendo eso, Shizuku se levantó.

“¿Qué vas a hacer ahora? No... ¿qué quieres hacer?”

Habiendo recibido esa pregunta, Koume lucía angustiada. No era que no podía entender a Shizuku. Pero ella había causado el accidente de su hermano, e incluso había perdido su voz por propia voluntad. Habiendo hecho que su hermano se preocupe tanto, ¿podía pretender realmente que él la mime?

Esas preocupaciones que daban vueltas en su mente no podían disiparse con tanta rapidez. Estaba indecisa. No sabía qué hacer. Pero—

¡Aah—! ¡Al final, el escudo de Moroboshi ha sido destruido! ¡Se encuentra en un gran aprieto!

¡Hermano...!

—haciendo a un lado lo que había perturbado sus pensamientos, permitió que sus piernas la lleven hasta su hermano.






De regreso en el ring, el flujo de la batalla casi estaba decidido.

¡Moroboshi trata de retroceder para ganar algo de distancia, pero Kurogane tiene el ojo puesto sobre él! ¡No puede escapar! ¡Contraataca con Sanrensei, pero falla—Kurogane se mueve más rápido que la lanza! ¡Ha recibido tres, no, cuatro cortes a cambio! ¡Kurogane ha asestado todas sus tajas hasta aquí, pero ninguna de las perforaciones de Moroboshi han dado en el blanco! ¡El público local ha quedado en silencio ante esta desigualdad! ¡Podrá ser rudo, pero parece difícil imaginar a Moroboshi revirtiendo esto! ¡La diferencia en poder, la diferencia en habilidad es demasiado grande!

Habiendo gastado todo su poder mágico para escudarse y sin tener suficiente para usar Mordida de Tigre, Moroboshi sólo podía usar frenéticamente su lanza para luchar. Pero ya no podía divisar a Ikki. Con la situación así, por supuesto que no será capaz de perforar a su oponente. No podía más que golpear aire vacío mientras él recibía golpes.

Simplemente no había competencia. Desde la perspectiva de cualquiera, esto era la derrota de Moroboshi.

¡Y aun así el Rey de la Espada de las Siete Estrellas no cae! ¡Yuudai Moroboshi sigue de pie en el ring!

No se arrodillaba. No había renunciado a la victoria.

¡No puedo... perder aquí!

¿Era por el bien de Koume? No. Al principio, sólo su deber como hermano mayor lo guiaba. Para reclamar la voz que ella había perdido porque lo había visto a él en su condición más débil—así había pensado. Pero habiendo regresado a este campo de batalla, había experimentado un cambio en su corazón. Recordó lo mucho que amaba este mundo, y así su deseo se volvió más fuerte, más fuerte que nada.

No sólo quería que su preciada hermana pueda hablar otra vez. Quería que ella lo animara. Él en la batalla, y ella apoyándolo. Esos días felices pasados donde compartían la alegría de la caballería.

Era un deseo poco varonil, y aun así—

¡—No hay nada más importante para mí que esto!

Así que, hasta que su deseo se cumpla—

“¡Qué pasa, Kurogane—! ¡Sigo de pie! ¡Ven por mí!”

Seguirá siendo ese hermano fuerte a quien Koume anime. Esa dignidad, ese deseo era lo que le daba a Yuudai Moroboshi esa firme determinación.






“Qué espíritu... aún no ha caído...”

Habiendo regresado a su asiento, Shizuku no pudo evitar decir eso con un ligero temblor en su voz. A pesar de estar literalmente indefenso y sangrando por todas partes, Moroboshi seguía desafiando a Ikki. Qué instintos de combates tan aterradores. Kurono asintió.

“Como se esperaba del hombre que logró levantarse luego de sufrir una lesión irrecuperable. Debe ser imposible romper su espíritu. Pero su cuerpo está en sus límites. Su magia tocó fondo, y su Mordida de Tigre ha desaparecido. Fue capaz de proponer ese temible desafío, pero sólo porque sus piernas ya no pueden moverse. En este momento, Moroboshi no le tiene miedo a nada, e Ikki también comprende eso. El siguiente golpe pondrá fin a esto.”

Y ciertamente, la batalla prosiguió como ella dijo, conforme un aura azul envolvía el cuerpo de Ikki. Ese era un indicio claro de que Ikki intentaba acabar este enfrentamiento aquí y ahora.

¡Su póliza de seguro está aquí, es Ittou Shura! ¡Ha sacado el as que derribó a nombres como el Cazador, Raikiri, y la Princesa Carmesí!

¡El Peor—qué combatiente aterradoramente experto, eligiendo la técnica más efectiva en el mejor momento posible! Para empeorar las cosas, el Rey de la Espada de las Siete Estrellas ya no puede lidiar con su velocidad. ¡Puedo decir que no tiene una oportunidad en diez mil de ganar!

Era como Muroto dijo. Si Moroboshi no podía lidiar con Ikki en su estado normal, era imposible que pudiera hacer algo contra Ikki cuando Ittou Shura, la cual incrementaba sus habilidades diez veces más, estaba activado. Con este movimiento, Ikki había eliminado cualquier posibilidad de victoria que Moroboshi pudiera tener.

“¡Con mi debilidad, derrotaré al Rey de la Espada de las Siete Estrellas—Moroboshi-san, hagámoslo!”

Tras lo cual desató su ataque final, con la intención de terminar esta larga y ardua batalla. Agachando su postura profundamente, y en un instante puso toda su fuerza en ambas piernas. Sus talones flotaron, alcanzaron máxima velocidad, e Ikki se dirigió directo hacia Moroboshi como volando.

¡Kurogane quiere terminar esto! ¡El Rey de la Espada de las Siete Estrellas se encuentra en un verdadero aprieto!

Con este inminente clímax, el comentarista Iida vociferó, su voz fue más fuerte de lo había sido durante todo el día. El público se agitó ante la pronta derrota del Rey de la Espada de las Siete Estrellas en la primera ronda. Y en medio de ese tumulto impactante de vitoreos y gritos—

Koume recordó, mientras veía a su hermano enfrentando la derrota, las palabras que le había dicho a ella cuando lo despidió esta mañana.

Oye, ¿puedes pedirme que dé lo mejor de mí?

Ahh... sí, eso es....

No era sólo ella. Su hermano también había deseado que ella lo animara como lo hacía en el pasado. Era un pequeño deseo, ¿y cómo había respondido? Le había entregado un trozo de papel con su apoyo escrito. ¿No estaba mal eso? Lo que él deseaba no era ese trozo de papel. Lo que él deseaba era—

¿Qué vas a hacer ahora? No. ¿Qué quieres hacer?

Lo que debería decir es—


“¡¡¡HERMANO, DA LO MEJOR DE TIIIIIIIII—!!!”

Gritó con todo su corazón—gritó las palabras que ella siempre, siempre había querido decir. Esas palabras que había guardado todo este tiempo, creyendo que habiéndole robado la vida a su hermano, no tenía derecho a pronunciarlas. Esas palabras, oxidadas por el desuso, salieron roncas y suaves de su garganta.

...Sí.

Pero aun en medio del escandaloso estrépito del estadio, sus palabras llegaron a los oídos de su hermano Yuudai Moroboshi.

Por supuesto que llegaron. ¡Después de todo, había estado esperando esas palabras por años y años!

“¡¡¡Déjamelo a mí—!!!”

En ese momento y en ese lugar, el rugiente Moroboshi les mostró a todos en el Domo algo increíble.

“¡Derríbaaalllooo—! ¡Tora-Ouuuuu!

Ikki estaba dirigiéndose a toda velocidad con Ittou Shura hacia Moroboshi, medio muerto. ¡Pero habiendo estrujado los últimos restos de su magia para una Mordida de Tigre, Moroboshi aventó su lanza directo a la frente de Ikki!

Hasta ahora, Moroboshi siempre había luchado dentro del rango de la lanza. Esta era la primera vez que la usaba como un arma arrojable.

“Esto—”

Kurono exclamó ante este cambio de último momento.

“¡—Esto es malo!”

¿Por qué? Ciertamente, una lanza arrojada era inusual, y era bastante típico de Moroboshi apuntar a puntos ciegos en la línea de pensamiento de su oponente. Pero era imposible que golpeara. Normalmente, claro está. ¡Sin embargo, esta situación era distinta!

¡El estallido de velocidad de cero a cien del estilo de espada de Edelweiss es muy fuerte! ¡Pero también significa que los frenos de emergencia y los cambios de dirección son imposibles!

Esto era algo habitual. Después de todo, el estilo de espada más fuerte del mundo poseía una fuerza ofensiva sin igual en el ataque, el cual siempre se ejecutaba a máxima potencia. ¡Por lo tanto, su punto débil eran los cambios repentinos de la situación—es decir, ataques sorpresa!

Además, Ikki ahora estaba usando Ittou Shura. Aunque no estuviera usando el estilo de espada de Edelweiss, ya se encontraba a una velocidad donde un freno repentino o un cambio de dirección eran imposible.

¡En otras palabras, este lanzamiento que normalmente no golpearía a Kurogane, lo hará—pero sólo en este momento!

Para contraatacar, tendría que bloquear la lanza con su espada. Pero no podía hacer eso. Después de todo, la lanza voladora estaba envuelta en la luz dorada de su Mordida de Tigre.

La magia de Moroboshi ya debería haber tocado fondo. ¿Cómo podía seguir usando su Mordida de Tigre? La razón radicaba en la propia Tora-Ou. Su larga asta estaba reducida a la mitad, contando con el tamaño de una jabalina. Habiendo dispersado las partículas de poder mágico dentro de su Dispositivo, había logrado extraer suficiente poder mágico para una Mordida de Tigre. ¡En definitiva, ese lanzamiento era uno que Ikki no podía recibir ni esquivar!

¡Ese Moroboshi... definitivamente estaba esperando esto—!

Ciertamente, Moroboshi había descubierto la debilidad del estilo de espada de Edelweiss. Había estado a la espera de este momento. El momento en que Ikki active Ittou Shura y avance hacia él a una velocidad que ni él mismo podría suprimir.

Había permitido que le corte la carne, los huesos y el alma—todo lo hizo por esto. Esta era la verdad detrás de su acto de no poder lidiar con el cambio extremo de Ikki. ¡Un engaño empapado de sangre! ¡Y ese engaño había embaucado a todos en el Domo—no sólo a los espectadores, sino a una caballero del nivel de Kurono!

¡A máxima velocidad Ikki no puede esquivar ese lanzamiento!

Kurono no pudo evitar estremecerse ante el sentido de la batalla de Moroboshi, el cual había anulado sus expectativas y tomado a todos por tontos. A su lado, Shizuku y Alice sentían lo mismo.

¿Entonces todos aquí... estuvieron en la palma de su mano todo este tiempo?

¡Entonces este es... el Rey de la Espada de las Siete Estrellas!

La habían descubierto. ¡La verdadera fuerza del pináculo de las Siete Estrellas—el hombre con el título de Rey de la Espada de las Siete Estrellas!

—Pero en el siguiente momento, todos en el estadio una vez más se quedarían impactados en un silencio frígido.

Mientras la punta de Tora-Ou volaba por el aire y perforaba la frente de Ikki... su forma titiló, y se desvaneció.

Qu...é...

Moroboshi se quedó sin palabras. Entonces, una sombra apareció encima de él. Una silueta delante del sol, la figura de un espadachín negro estaba a punto hacer volar su hoja.

Esta era la espada secreta que había eludido a Houkiboshi antes—Shinkirou. Pero esta vez, no había realizado una finta de adelante y atrás ni de izquierda y derecha, sino de arriba y abajo. Dejando una post-imagen abajo, se lanzó a sí mismo elevándose en el aire con la fuerza incrementada de sus piernas. Aquello a lo que Moroboshi le había arrojado su lanza nunca fue nada más que una ilusión.

En otras palabras, Ikki sabía que Moroboshi elegiría este momento para intentar esa última jugada. ¿Pero por qué? ¿Cuál era la razón?

Ah... así que es eso...

Mirando la expresión del rostro de Ikki conforme hacía caer su hoja, Moroboshi lo comprendió. El rostro de Ikki no contenía el más mínimo ápice de burlarse de él por haber caído en la finta. Sólo había un rebosante—casi vergonzoso—respeto.

Realmente creíste en mí...

Hasta ahora el Rey de la Espada de las Siete Estrellas había desatado estratagema tras estratagema, trampa tras trampa para asegurarse de que su oponente lo tenga difícil. Kurogane Ikki no había creído ni por un momento que un gran rey como él se dejaría derrotar fácilmente. Él respetaba al caballero llamado Yuudai Moroboshi más que a nadie en el estadio, incluso más que el propio Moroboshi a sí mismo.

Por eso perdió Moroboshi. Había engañado a todos con esa finta bañada de sangre, pero sólo a este caballero que yacía frente a él, no pudo engañar.

Y así, la batalla se decidió en ese instante.

Ikki hizo volar su hoja. Habiéndolo apostado todo en este ataque sorpresa, a Moroboshi no le quedaba nada más—ni magia, ni arma, ni siquiera la fuerza para escapar. La hoja se clavó profundo, cortándolo desde el hombro hacia abajo. En una ráfaga carmesí, Moroboshi cayó de rodillas. Al final, con los últimos vestigios de su fuerza, extendió sus brazos y sujetó a Ikki por los hombros, y—

—al caballero que lo había superado...

—a su oponente que había creído en él hasta el final...

“No te atrevas a perder, ¿okey?”

—le transmitió su deseo.

Tras lo cual, el Rey de la Espada de las Siete Estrellas finalmente colapsó, y los réferis dieron la señal de que el enfrentamiento había terminado—llevando esta confrontación a su cierre.






¡El-El enfrentamiento se acaaabbbóóó! ¡Giro tras giro—no hubo tiempo de respirar en esta montaña rusa que fue el cuarto enfrentamiento del Bloque C! ¡El que ha ganado esta competencia a muerte es el Rey Sin Corona de la Espada, Ikki Kurogane—! ¡Aquel que vino a desafiar lo nunca antes logrado, un segundo título consecutivo—el Rey de la Espada de las Siete Estrellas ha sido derrotado en la primera ronda! ¡Qué gran decepción!

Al instante que se declaró terminado el enfrentamiento, los equipos médicos entraron en acción, cargando a Moroboshi en una camilla. Tan exhausto que no podía caminar por su cuenta, salió del esenario ante los estrepitosos aplausos de sus fans y simpatizantes.

¡Fue difícil! ¡Lo hiciste bien—lo hiciste muy bien!

¡Te apoyo desde antes de que te retiraras... fuiste el mejor hoy!

El público local le dedica una ovasión a su héroe mientras lo trasladan, inconsciente. ¡Este hombre no se rindió ante una lesión irrecuperable, y hasta el día de hoy nunca no se rindió en ningún enfrentamiento—sigue estando en la cima, Yuudai Moroboshi! ¡Aunque digamos que fue derrotado, la voluntad que nos mostró hasta el final no conlleva vergüenza alguna al título que le fue dado al estudiante caballero más fuerte de Japón, el Rey de la Espada de las Siete Estrellas! ¡Qué magnífico hombre!

Y en cuanto al ganador, Ikki, quien veía como se llevaban a Moroboshi—

“Sí, no perderé. Definitivamente.”

Respondiendo las palabras de despedida de Moroboshi con fuertes sentimientos de su parte, descendió del ring.

Y ahora, el que derrotó al ganador del torneo del año pasado y que orgullosamente pasa a la segunda ronda—el Rey Sin Corona de la Espada sale del ring. ¡La magia más débil y el estilo de espada más fuerte—esta calificación no era falsa, y todos nosotros aquí podemos asegurar eso! ¡Este joven aquí presente es auténtico! No sólo es un rango-F. ¡Ciertamente es un caballero que posee el poder para luchar por la cúspide de esta reunión de potencias, el sexagésimo segundo Festival de Arte de la Espada de las Siete Estrellas!

¡Esto fue una locura, hermano!

¡Ikki-kun es el mejor!

¡Sigue escalando hasta la cima! ¡Puedes hacerlo!

Su salida fue honrada con un baño de aplausos. Se sentía un poco avergonzado por esto, pero—

Muchas gracias.

Agradeciéndoles desde su corazón, se dirigió a la puerta por la que había entrado.

Sus pasos eran pesados, una combinación de fatiga por usar Ittou Shura y por la ejecución de movimientos a los que no estaba acostumbrado. Pero su espalda estaba recta. Estaba orgulloso por haber podido derrotar a un caballero tan fuerte.

Había sido un enfrentamiento repleto de incertidumbres. Estuvo tan asustado de salir de la sala de espera. Pero—había ganado. Había logrado la victoria en ese enfrentamiento infernal de la primera ronda del Festival de Arte de la Espada.

Tras lo cual, restaban cuatro más. Cuatro victorias más, y finalmente llegaría. Al lugar que anhelaba, el lugar que había buscado hasta ahora.

¡La cima de las Siete Estrellas... ya no se encuentra tan lejos!

Fue con ese sentimiento en su corazón que Ikki dejó el campo.

Y más allá de la puerta—

*Aplauso aplauso*

Una figura sombría caminaba hacia él, aplaudiendo.

“¿Lo ves? Al final ganaste.”

El camino desde la sala de espera hasta la puerta no estaba iluminado, se encontraba totalmente oscuro. Por eso, al haber cierta distancia entre él y esa persona, no podía ver su rostro.

Pero para Ikki, era innecesario. Sólo necesitaba escuchar esa voz para saber de quién se trataba. Sí, la persona que se acercaba a la puerta era—

“Pero supongo que eso era de esperarse. Después de todo, yo seré la que derrote al Rey Sin Corona de la Espada.”

—la chica con cabello rojo flameante y hermosos ojos rubí, la Princesa Carmesí, Stella Vermillion.











Traductor al Inglés: DisavateraMX (Baka-Tsuki)
Traductor al Español
: nahucirujano
Corrección: nahucirujano
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario