Capítulo 6


Capítulo 6 El Final de la Primera Batalla



PERIÓDICO MURAL DE LA ACADEMIA HAGUN
Personajes —— Escritora • Kagami Kusakabe

YUI TATARA

■ PERFIL
Afiliación: Academia Nacional Akatsuki, Año Uno
Rango Blazer: B
Arte Noble: Reflejo Total
Apodo: Inmutable
Resumen Personal: Assassin de Rebelión

Gráfica de Atributos (empezando por el extremo izquierdo, siguiendo el sentido de las agujas del reloj)
Habilidad Física: B
Suerte: C
Poder Ofensivo: C
Poder Defensivo: A
Capacidad Mágica: D
Control Mágico: C

¡Checkeo de Kagamin!
Una reflectora de nivel suficientemente alto para devolver no sólo golpes y tajadas, sino también magia de fuego y relámpagos. Sus aptitudes físicas—especialmente su percepción del movimiento—también son altas, por lo que aventajarla es difícil, convirtiéndola en una oponente complicada para la que no existen estrategias efectivas.
...Bueno, existen algunos monstruos que tienes que derrotar con fuerza pura.


***


Una vez que Stella se había ido, Arisuin soltó un gran suspiro de alivio conforme se apoyaba en la verja.

“Bueno, sí que me hizo preocupar por lo que estaba sucediendo allí.”

“Exacto. Ya había sido suficiente con la tensa batalla de Onii-sama.”

“Umm, ¿perdón?”

Ikki mostró una sonrisa de broma.

La victoria de su cercana amiga había dejado un aire de paz entre los tres. Kiriko Yakushi por el otro lado, al no tener contacto con Stella por su parte, parecía bastante impactada por el explosivo desenlace del enfrentamiento.

“Esa fue una técnica impresionante, poder quemar un área tan grande como todo el ring en un solo instante. Si uno fuera a intentar evadirlo al vaporizarse a sí mismo o algo así, las células vaporizadas podrían ser aniquiladas. Fue muy afortunado el hecho de que pudimos verlo tan pronto.”

“Honestamente, comparto el sentimiento. Parece que lo mejor será en lo posible no usar Aoiro Rinne al luchar contra Stella.”

Sin embargo, evitar usar una técnica con un área de efecto tan extremo que podía cubrir casualmente el espacio de todo el ring usando sólo artes marciales era imposible. Shizuku suspiró mientras pensaba en tal idea.

“Con razón llegó y propuso un enfrentamiento cuatro contra uno con tanta confianza.”

Shizuku se dirigió hacia Ikki, como esperando su aprobación.

“Desarrolló una habilidad ridícula en su entrenamiento especial con la Princesa Yaksha.”

No obstante negó con la cabeza.

“...No, no creo que ese sea el caso.”

“¿Eh?”

¿Qué estaba mal? Shizuku se había referido a Aullido de Bahamut cuando habló del poder ridículo que Stella había obtenido.

“Aullido de Bahamut no es algo que obtuvo de su entrenamiento especial con Saikyou-sensei. Ella ya podía hacer algo así cuando comenzó la escuela.”

“¡¿E-En serio?! ¡Pero nunca lo vimos ni siquiera una vez!”

“Por supuesto. Una técnica tan indiscriminada nunca podría usarse con transeúntes cerca, ¿o sí?”

Kurono apoyó el comentario de Ikki.

“Estoy de acuerdo. Muy probablemente, como Muroto-senpai dijo, Aullido de Bahamut es un Arte Noble similar a un potente grito en que no necesita control. Por lo tanto, no es una técnica que requiera nada especial—es algo que cualquiera puede usar. Aunque podrías considerarlo como poner en riesgo a las personas a su alrededor para cubrirla y desatar el ‘crecimiento’, es un poco deficiente para el tiempo de una semana de entrenamiento especial.”

“¿Entonces su entrenmiento no rindió frutos?” preguntó Shizuku.

Ikki negó con la cabeza otra vez.

“Creo que eso también es un error. Cuando entró al ring ella mostraba confianza, un espíritu que no estuvo presente en Stella cuando fue derrotada en batalla por Ouma. Por lo que logró algo en ese entrenamiento con Saikyou-sensei que le permitió superar el shock de la derrota, pero eso no fue Aullido de Bahamut.”

Lo que significaba que—

“Stella no ha mostrado apenas una fracción de su fuerza.”

Todos se estremecieron un poco, empezando por Shizuku. Lo recordababa. La ilusión momentánea que había aparecido durante la batalla. La forma del dragón detrás de Stella. La idea de Ikki no era inversímil para alguien cuya presión era suficiente para crear tal imagen. Estar en el mismo Festival con una persona así podía considerarse como una pesadilla.

Las expresiones tensas de Shizuku y compañía eran normales. Pero la persona que había sugerido la idea de esa pesadilla, Ikki, tenía una expresión distinta. Lejos de ser rígida, en cambio mostraba una ligera sonrisa en su rostro.

En verdad eres preciosa.

Por supuesto, ella era una oponente que considerando el camino a la victoria podía causarte un dolor de cabeza. Pero en lugar de eso, Ikki estaba encantado. Encantado de que ella pudo recuperarse, y regresar más fuerte que antes.

No quería ver a Stella consternada. Eso lastimaba su corazón. Quería que siempre se levante, y brille como una estrella en el cielo. Esta era la Stella que él quería seguir.

Quiero estar cerca de ella más que nadie, y al mismo tiempo que se aleje de mí más que nadie... soy bastante egoísta, huh.

Mientras pensaba eso, la voz del locutor del comité de administración sonó por los altavoces.

Damas y caballeros, su atención por favor. Tendremos un intermedio de veinte minutos mientras limpiamos y reparamos el ring. Una vez que esté listo, procederemos con los enfrentamientos del Bloque D. Representantes del Bloque D, por favor diríjanse a sus salas de espera.

La primera en reaccionar al anuncio fue Kurono.

“Voy a acercarme. Probablemente necesiten mi habilidad para reparar el ring.”

Dándole otra pitada a su cigarrillo, bajó de un salto al ring. Las siguientes en levantarse fueron Shizuku y Kiriko, ambas participantes del Bloque D.

“¿Nos vamos, hermanita?”

“Mm. Estoy cansada de esperar de todos modos.”

Ambas habían intercambiado sus calmados semblantes de observadoras por sus respectivos ‘modo batalla’. Quizás se debía al enfrentamiento de Stella del que fueron testigos, pero los ojos de ambas brillaban con una prodigiosa voluntad de lucha.

“Hagan su mejor esfuerzo. Las apoyaremos desde aquí.”

“Gracias, Alice. Pero tú Onii-sama, deberías ir a descansar. Podría afectar a tu rendimiento de mañana si te exiges demasiado.”

“Estoy bien, Shizuku. No puedo hacer nada acerca de mi magia, pero estoy bastante descansado por el tiempo que pasé viendo el enfrentamiento de Stella—además, eres mi hermana, y es tu enfrentamiento. Te animaré junto a Alice.”

“Gracias...”

Las mejillas de Shizuku se sonrojaron ante la cálida dulzura de Ikki. Detrás de ella, Kiriko le disparó una mirada acusatoria.

“Vaya~ ¿no vas a apoyarme a mí también? ¿Soy una extraña?”

“Bueno, nos conocimos apenas ayer... pero por supuesto, esperamos con ansias tu enfrentamiento también. Después de todo, por lo que escuché, la Caballero de Bata Blanca es una caballero de primera al igual que como es doctora.”

Esos eran sus sentimientos verdaderos. Hasta ahora, sólo la habían visto como doctora y no como caballero, ya que aún no había participado en el Festival de Arte de la Espada. Sin embargo, se decía que de hacerlo, podría llegar al menos hasta los cuartos de final, y eso se lo había probado a Ikki durante la fiesta hace varios días. Por lo tanto, él tenía un profundo interés en cómo se desarrollaría un enfrentamiento suyo.

Y además había otra razón para ello.

“...Me preocupa tu oponente, Yakushi-san.”

“¿Mi oponente? ¿Te refieres a Shinomiya de la Academia Akatsuki?”

Ikki asintió.

Ciertamente. El oponente de Kiriko Yakushi en el cuarto enfrentamiento del Bloque D era alguien que Ikki no podía ignorar—Shinomiya de la Academia Akatsuki.

“Hmmm. No creo que tenga la clase de espíritu propia de un miembro de Akatsuki... ¿pero por qué piensas eso?”

“Yo... no lo sé.”

“¿No lo sabes?”

“No entiendo el porqué, pero me preocupa.”

“¿Es amor?”

“¡No!”

Ikki casi escupe saliva de la sorpresa ante ese extraño malentendido.

“No es eso, cómo decirlo... hay una especie de mal presentimiento indescriptible en él.”

“Mal presentimiento, huh.”

Su respuesta emocional podría acercarse a la repulsión, pero el propio Ikki no sabía por qué Amane le revolvía el estómago. Si fuera porque forma parte de Akatsuki, la academia que había atacado a Hagun, sería más fácil de comprender, pero a él ya le había desagradado incluso antes de que Amane revelara su afiliación. En palabras simples, era “odio a primera vista”. ¿Por qué? No lo entendía... y eso era lo que lo convertía en un mal augurio.

“Bueno ya que El Peor, cuya fuerza yace en percibir la verdadera naturaleza de los demás, se siente de esa manera... quizás Amane tenga algo que no entendemos. Lo tendré en mente.”

“De acuerdo. Pase lo que pase, ten cuidado—”

Mientras Ikki veía a Kiriko retirarse—

“¡Ajajaja—! ¡Por fin te encontré, Ikki-kun!”

Escuchó una voz como la de una chica, y luego alguien lo abrazó por detrás. El impacto fue tan pequeño que bien podría no haber tenido peso, y aun así dejó a Ikki sin aliento. Con cabello rubio pálido, un rostro joven dulce y una expresión amable, el que abrazó a Ikki no fue otro que su tema de conversación, Amane Shinomiya.

 

El árbitro, habiendo sido noqueado por Aullido de Bahamut, había sido incapaz de declarar la victoria de Stella, por lo que la misma fue anunciada por el comentarista y los carteles electrónicos. Y por supuesto, con la transmisión oficial televisiva donde el comité administrativo la declaraba ganadora, esa victoria conmocionará a todo Japón.

“Bueno, bueno, supongo que no debería haber esperado nada más... supongo que cuando dije que se había arrinconado a sí misma, sólo se trató de mi propia culpa.”

“Recién al final nos dimos cuenta de que siempre había sido un combate unilateral, y que ella no nos había demostrado todo lo que tenía. Sorprendente.”

“¿Seguirá de esta forma hasta alcanzar la victoria?”

Touka negó con la cabeza.

“No creo que vaya a ser tan simple. Después de todo, el Emperador Espada de Viento logró sellar completamente el Aullido de Bahamut. Ella definitivamente es una de los favoritos, pero en ningún caso su victoria está asegurada.”

“¿Entonces este Festival será ‘la supervivencia del Rango-A más apto’?”

“Esos dos sin dudas grandes candidatos para la victoria, pero aún no son tan espectaculares que el choque entre ellos será lo único que enfrentarán en este torneo. Además de ellos, también hay otros como la Caballero de Bata Blanca, Lorelei, el Panzer Grizzly y El Peor—no sería extraño si alguno de ellos emerge victorioso.”

“Parece que aún hay mucho que esperar del torneo.”

“Mm... si pudiera, me habría encantado participar.”

Touka dijo sonriendo con melancolía. Ya había aceptado su derrota a manos de Ikki, y aun así tales palabras rencorosas salieron de sus labios.

Soy una mala perdedora.

“Siempre puedes desafiarlo de nuevo una vez que el Festival haya terminado.”

“...Jaja, eso sería bueno.”

Justo cuando estaban a punto de seguir la charla—

“Ugh...”

Se escuchó un quejido desde la cama junto a la de Touka, antes de que la figura que había estado durmiendo sin parar, lentamente se levantara—Utakata Misogi, el Vicepresidente del Consejo Estudiantil de la Academia Hagun, quien como Touka, se había encontrado en estado de coma.

“¡¿Uta-kun?!”

“...Tou...ka...”

“¡Despertaste, grandioso!”

Sin darse cuenta Touka habló con su dialecto por la emoción.

“¿Sientes algún dolor?”

Utakata asintió, aunque tenía una expresión vacía, como si aún intentara descubrir su ubicación.

“Errr... um, sí, estoy bien... ¿Estamos en... la enfermería? ¿Por qué estoy aquí?”

“Uta-kun... ¿no lo recuerdas?”

Utakata negó ante la pregunta de Touka.

“Aunque el golpe fue en forma ilusoria, el impacto del daño que pudo dejar a una persona en coma durante una semana o más puede que haya confundido sus recuerdos.”

“Sí, eso parece.”

Aunque eso hacía las cosas más simples.

La forma ilusoria no causaba daño físico al cuerpo en sí mismo. Como tal, la pérdida de memoria debido a daño cerebral era imposible—los recuerdos seguramente permanecían en la mente de Utakata. Por lo tanto, sólo necesitaban explicarle la situación. Touka aclaró su garganta, y expresó sus recuerdos con una voz como cuando uno le habla a un niño.

“Cuando nuestra escuela fue atacada. Luchamos y fuimos derrotados por los estudiantes de la Academia Akatsuki. ¿No lo recuerdas?”

“Academia... Akatsuki...”

Murmuró—entonces sus ojos se abrieron grandes, con una expresión tensa mientras pronunciaba las palabras con alarma.

“¡Kanata! ¡¿Estuve inconsciente durante una semana?!”

“Um, sí. Así es.”

“Pareces haber recordado. Eso es bueno.”

“Ah, bueno... es cierto, pero qué hay del Festival de Arte de la Espada...”

“Empezó hoy. Kurogane-kun y Stella-san acaban de superar la primera ronda sin incidentes. Shizuku está reemplazando a Kana-chan, y su enfrentamiento está por comenzar.”

Luego de relatarle los eventos hasta la fecha a Utakata, Touka esperaba que él estuviera complacido. Pero él no respondió como estaba esperado.

“Que... ¡—kgh!”

Con el rostro angustiado, se levantó de repente de la cama, lanzando la cobija a un lado. Pero sus piernas aunque ilesas aún resonaban por una siesta de una semana. No le obedecían, haciéndolo caer de la cama de lino.

“¡Agh!”

“¡¿U-Uta-kun?!”

“Por favor, no te esfuerces tanto. Has estado inconsciente por más de una semana, ¿sabes? No podrás usar bien tus piernas.”

“¡Pero tengo que decirles! ¡...Cierto, mi datapad! ¡¿Dónde está mi datapad?!”

Su nariz estaba sangrando, pero estaba rebuscando en los bolsillos de su bata de hospital sin importarle como para limpiarse—una actitud bastante extraña tratándose del voluble Utakata. Pero esto significaba que no se trataba de una situación común.

“Uta-kun, ¿qué es lo que te alteró tanto? ¿Qué tienes que decir, y a quién tienes que decírselo?”

“Ellos no deben... pelear con él...”

“¿Eh?”

“¡Amane Shinomiya de Akatsuki...! ¡No deben luchar con él! ¡...Si lo hacen, todo se habrá acabado...!”

Amane Shinomiya. Por supuesto Touka y Kanata conocían ese nombre: él es uno de los representantes de Akatsuki que habían atacado a Hagun.

Ahora que lo mencionas, Uta-kun fue el que luchó con él...

Touka había concentrado todas sus facultades en luchar con Ouma, por ende, no había sabido acerca de los detalles de las otras peleas.

“¿Ese niño es tan fuerte?”

Utakata negó con la cabeza.

“Fuerte, débil... eso no tiene nada que ver. Él va más allá de eso.”

“¿Qué quieres decir con ‘más allá de eso’?”

“En ese momento, pensábamos que él tenía el poder de la ‘premonición’. Pero estábamos equivocados. Nos equivocamos. ¡Su habilidad no es la premonición! Es algo peor, másletal... ¡Es poder absoluto! No deben luchar con él... o ni siquiera asociarse con él... ¡Es imposible que le ganen!”

 

“¡Tanto tiempo, Ikk-kun! ¡Felicidades por tu victoria en la primera ronda!”

“A-Amane-kun...”

La expresión de Ikki se tensó ante la repentina aparición de Amane. Ya le resultaba particularmente difícil lidiar con él, y además de eso, acababa de... hablar mal de Amane, lo cual lo dejó bastante avergonzado.

Pero Amane parecía no estar consciente de ello, sino que se colgaba de Ikki como un cachorro moviendo la cola.

“Vi el enfrentamiento. ¡Estuviste genial, así que vine a felicitarte!”

“Umm... ¿gracias?”

“¡Yo debería ser el que te agradezca! ¡Después de todo, pude ver tu enfrentamiento en persona—verte a ti, a quien admiro tanto! ¡No podría haber mayor alegría para un fan! Y estuviste grandioso. ¡Pudiste robar las técnicas de espada de Alas Gemelas! ¡También estuviste muy bien en el enfrentamiento con el Cazador, pensé que tu Robo de Espada era un accesorio de Visión Perfecta... pero estaba totalmente equivocado!”

Amane, con la respiración agitada, comenzó a gesticular animadamente como un niñito mientras relataba sus pensamientos sobre el enfrentamiento de Ikki.

“¿Y ese fue Shinkirou? Lo vi una vez en un video pero era de muy mala calidad y se ralentizaba bastante ya que fue grabado con la cámara de un celular. ¡Entonces es una técnica usada para confundir al oponente! ¡Eres en verdad increíble, poder hacer algo así sin siquiera poseer habilidades especiales—estoy muy conmovido!”

Ikki parecía estremecerse un poco.

“Lo sé, lo sé, por favor... guarda la calma.”

Como se esperaba, le resultaba difícil lidiar con Amane. El chico parecía acercarse a él con buena voluntad, y aun así Ikki no podía hacer lo mismo. Ese remolino de emociones lo dejaban sintiéndose horrible. Quería alejadrse de Amane. Rechazarlo. Pero Ikki no dijo nada. No se trataba de debilidad o cobardía. No deseaba antagonizar a alguien que parecía admirarlo tanto sólo por un sentimiento inexplicable de repulsión. Pero—

“Disculpame.”

“Ah—”

Pero Shizuku, quien se situó junto a él, no era alguien a quien le divertían tales pensamientos.


Sin dudarlo, ella le dio una patada en el costado a Amane, alejándolo de Ikki, para luego interponerse entre ellos como protegiendo a su hermano.

“Ow, ow, ow... qué estás haciendo...”

Amane se quejó lagrimeando, con las manos en su estómago. Pero Shizuku no retrocedió ni un solo paso.

“Por favor no te acerques a mi Onii-sama. No le agradas, y siente repugnancia por ti. ¿Podrías dejar de ser tan familiar? Lo estás incomodando.”

De entre todas las cosas, eligió revelar la inexplicable mala voluntad de Ikki sin un ápice de vacilación.

“Eh... ¿es, es eso cierto, Ikki-kun?”

“Shi-Shizuku.”

Con el rostro duro, trató de detener a Shizuku—

“Onii-sama, detestas el hecho de que te desagrada alguien sin razón alguna. Mientras que adoro esa amabilidad, no necesitas gastarla en él y los de su clase—guárdatelo para mí. Y el hecho de que declare ser tu fan después de destrozar nuestra escuela... no veo por qué deberías dedicarle tiempo de tu día a este rarito. Si no lo rechazas claramente, él se aprovechará de ti.”

—pero en cambio fue silenciado por su valoración demasiado certera, demasiado directa.

“Ugh.”

Y en primer lugar, el hecho de que había incitado el ataque a Hagun era razón suficiente para mantener lejos a Amane desde la perspectiva de Shizuku. Ella ya sospechaba que a Ikki no le había agradado Amane incluso antes de ese incidente, pero a estas alturas el orden ya no importaba. El chico femenino en frente de ellos era un enemigo que los había lastimado. Nada más ni nada menos. En ese sentido, Ikki era muy rígido, y Shizuku tuvo que rechazar a Amane en lugar de su hermano.

“Bueno, así son las cosas, por favor desaparece de la vista de Onii-sama. De hecho, estaban llamando a los participantes del Bloque D. ¿No deberías ir a prepararte?”

Los ojos de Shizuku brillaron con una luz jade etérea, su tono se volvió amenazante.

“¿...O debería llevarte yo allí? Aunque podría faltarte una extremidad o dos si lo hago.”

Amane tragó saliva, poniéndose de pie pero sin acercarse a Ikki.

“Ahh... supongo que tienes razón. Es cierto que engañé a Ikki-kun después de todo. Por supuesto que me odiarás. Lo siento mucho.”

Hizo una reverencia.

“Rechazado.”

Shizuku despreció su disculpa.

“Um, me estaba disculpando con Ikki-kun...”

“No permitiré que te disculpes con Onii-sama, y tampoco permitiré que le hables.”

“¡Eres... demasiado brutal! ¡Quiero decir, ya fuiste bastante fría antes, ¿pero qué hice para ganarme tanto odio?! No recuerdo haberte provocado...”

“No te ganarás mi simpatía usando ese rostro andrógino para tentar a Onii-sama, y esa voz afeminada tuya me irrita.”

“¡¿Tienes que decir cosas tan espantosas?!”

“En primer lugar, aunque yo no lo hubiera detallado, el hecho de que le desagrades a Onii-sama es razón suficiente para que a mí también me desagrades.”

“¡¿Whoa, no me dejas nada de donde sujetarme?!”

“¡¿Estás diciendo que soy plana?!”

“¡Ahora sólo estás buscando razones para odiarme!”

Dándose cuenta de que llegar a un entendimiento con Shizuku en su odio absoluto sería un esfuerzo inútil, Amane sólo pudo enviarle una mirada de súplica de reojo a Ikki mientras hablaba.

“Shizuku-chan no quiere perdonarme, pero de verdad lo siento. Mientras pretendía felicitarte por tu victoria, también vine a ofrecer un resarcimiento por aquel incidente.”

“¿Resarcimiento?”

“Sí. Me gustaría reconciliarme contigo... estoy seguro de que te agradará.”

¿Algo que me agradará?

Eso despertó el interés de Ikki, buscando respuestas. “A qué te refieres con que—”

Atención, a todos los participantes del Bloque D.

La transmisión sonó, interrumpiendo sus palabras.

Sus enfrentamientos comenzarán en diez minutos. Por favor diríjanse a las salas de espera tan pronto como sea posible.

Abajo, el ring había sido reconstruido durante este tiempo, y los enfrentamientos del Bloque D comenzarán en breve. En ese momento Kiriko, quien había permanecido en silencio desde que llegó Amane, habló.

“Shinomiya-kun. Soy ajena a esto, y no entendí lo que estabas diciendo, pero parece que ya es hora. Estoy segura de que los profesores se enfadarán si no nos dirijimos a las salas de espera. ¿No crees que sería mejor dejar esta conversación para más tarde?”

Amane inclinó su cabeza, con un signo de interrogación casi visible flotando sobre él. Y entonces abrió la boca.

“Um... ¿quién eres tú?”

Los ojos de Kiriko se abrieron grandes. Eso no era normal—él no sabía el nombre del oponente que estaba a punto de enfrentar.

“Cielos, y yo estaba orgullosa de ser una figura pública... encantada de conocerte. Soy Kiriko Yakushi, tercer año en Rentei. Doctora de oficio.”

“Ohh. Lo siento. No conozco mucho a otros caballeros además de Ikki-kun.”

“Deberías haber escuchado mi nombre al menos. Después todo, soy yo la persona que enfrentarás en el cuarto enfrentamiento del Bloque D.”

“...Oh, ya veo. No puedo decir que estoy interesado.”

Amane esbozó una ofuscante sonrisa. Parecía que en serio no reconocía a Kiriko, y ciertamente esas no eran buenas noticias a los ojos de ella, entrecerrándolos.

“¿...No estás demasiado confiado?”

Había muy poca amabilidad en su voz.

“Me lo suplicaron tanto que no tuve más opción que venir aquí... pero despertaste un poco mi interés. Me pregunto si podrás mostrarme fuerza a la altura de esa confianza.”

Una rabia silenciosa ardía dentro de ella, todos podían verlo. Definitivamente iba a dar todo lo que tenía contra Amane desde el comienzo del enfrentamiento. No tendrá piedad.

“Ah... eso probablemente no sucederá, creo.”

Pero su estallido de ira no logró borrar la sonrisa del rostro de Amane.

 “¿Qué quieres decir?”

“Bueno, um, ¿Kiriko-san, no? No lucharé contigo, así que no hay prisas por ir a la sala de espera.”

Sus palabras desconcertaron a todos los presentes. Los encuentros y horarios del torneo ya habían sido decididos, y pronto ellos iban a enfrentarse. ¿Cómo podía decir él ahora que no iba a luchar con ella?

“De qué estás hablando—”

Kiriko empezó a preguntar—pero en ese momento, comenzó a sonar el datapad en su bolsillo. Enfadada como estaba por el desprecio de Amane hacia ella, quería ignorar esa llamada, pero el tono de la llamada sonaba como una sirena. Eso significaba significaba que no era el mensaje de un amigo o un familiar, sino la llamada del Hospital General Yakushi en el cual ella era doctora. No podía ignorarla.

“Espera un momento.”

Sacó su teléfono.

“Hola. ¿Qué sucede? Voy a tener mi enfrentamiento pronto—”

¡Doctora!

Una voz angustiada perteneciente a la Vice Directora—y la actual encargada en ausencia de Kiriko—del hospital, Mio Kajiwara, resonó en los oídos de todos los presentes.

¡T-Tenemos un problema! ¡Un problema grande!

De fondo se oían sonidos de tumulto y pánico ajenos a un hospital.

Kiriko se enfocó en esa extraña situación de inmediato.

“Espera. ¿Qué está pasando?”

¡La condición de los pacientes ha empeorado gravemente—se encuentran en condición crítica!

“¡¿Qué?!”

Kiriko tragó saliva, con un rostro de desesperanza. Ella tuvo que asegurarse de que sus pacientes se encontraban en condición estable y que no habría problemas repentinos mientras estaba ausente—esa había sido su condición absoluta para participar en el Festival. Que estuviera aquí significaba que esa condición se debería estar cumpliendo. Después de todo, ningún doctor abandonaría a sus pacientes si sus condiciones pudieran deteriorarse en cualquier momento. Y ciertamente, como la doctora número uno de Japón, ella había concluido que no había riesgo alguno de que sus pacientes empeoraran durante el período del Festival de Arte de la Espada.

La inquietud surgió dentro de ella.

¡¿Mi diagnóstico fue... incorrecto?!

Pero la suprimió rápidamente. No era el momento ni el lugar para maldecir su incompetencia. Primero tenía que informarse sobre la situación.

“¿Quién se encuentra en condición crítica exactamente?”

La voz de mío se sacudió terriblemente.

¡T-Todos los pacientes!

El rostro de Kiriko palideció.

“Q... ¡¿Qué?!”

¡El personal está haciendo todo lo que puede, pero no tenemos el staff suficiente ni las instalaciones para lidiar con esto! ¡Y además, no tenemos idea de cómo sucedió esto tan de repente, o qué podría haberlo causado... nuestras técnicas no están funcionando!

Kiriko lo supo entonces. Esto era imposible. Podría ser razonable que se haya descuidado con una persona o dos, pero haber diagnosticado mal a todos los pacientes—eso no podía ser posible. ¿Entonces cómo sucedió? Podía haber una sola razón.

“Entiendo. Envía un helicóptero, iré de inmediato.”

¡Ya lo envié! ¡Debería llegar en diez minutos! ¡Lo... lo... *sollozo*... lo siento! Se suponía que era un gran enfrentamiento para ti...

“No llores. Yo fui la que te pidió que me llamaras si sucedía algo. Y el deterioro de las condiciones de los pacientes no era tu responsabilidad. En cualquier caso, mantén las cosas bajo control hasta que llegue. ¿Puedes hacerlo?”

¡S, sí! ¡Puedo!

“Esa es una buena respuesta. Cuento contigo.”

Kiriko colgó, y luego volteó y le lanzó a Amane una mirada llena de furia, con un tono implacable.

“¿Podría preguntarte de qué se trata esto, Shinomiya-kun?”

Ya que no yacían errores en sus diagnósticos, podía haber una sola razón para esta situación: la interferencia de una tercera parte.

“¿Qué le has hecho a mis pacientes?”

“Oye, oye, eso es muy rudo. ¿Qué podría haberles hecho yo, estando en Osaka, a las personas en un hospital en Hiroshima?”

Esta tercera persona había creado esta situación con el fin de obligarla a salir del Festival de Arte de la Espada. Si sus pacientes se encontraran en condición crítica, ella no podría preocuparse más por algo como un enfrentamiento en un torneo. Tendría que abandonar. Y ese culpable era sin dudas el joven en frente de ella quien había pronunciado esas oraciones engañosamente serias. Pero aquí estaba, Amane Shinomiya, agitando sus brazos de manera alterada como tratando de vender su coartada. Ciertamente, era muy poco lo que una persona en Osaka podía hacerle a muchas personas en Hiroshima. Y aunque hubiera tenido ayuda desde el comienzo, sería imposible que pudieran traspasar la vigilancia de los profesionales médicos para inducir condiciones críticas a todos los pacientes en un hospital.

Pero eso asumiendo que se hablaba de una persona normal. A un costado, Ikki recordó algo que Kagami le dijo poco antes de viajar a Osaka.

“Senpai. Antes me llamaste para decirme que estabas preocupado por el Amane Shinomiya, ex-estudiante de Kyomon, ¿correcto? Busqué en los resultados de su selección interescolar... tuvo seis victorias por abandono en seis enfrentamientos. Hay algo muy extraño en todo esto.”

En ese instante, todo tuvo sentido para él.

“Huh. Entonces eso es. De eso se trata todo esto... ahora lo entiendo.”

“¿Onii-sama?”

“En otras palabras... esa es tu verdadera habilidad.”

 

“¿Ikki-kun? Mi verdadera habilidad... ¿a qué te refieres? Pensé que sabías que mi habilidad es la premonición. Sabía que Kiriko-san tendría que retirarse, pero más allá de eso, yo no—”

Ikki negó con la cabeza.

“No, eso no es posible. Una cosa sería que ella diagnosticara mal a uno o dos pacientes, pero que le haya sucedido con todos ellos es simplemente imposible. Y no hay manera de que pudieras prever algo que no podría suceder.”

“Bueno, esto... ajaja, qué palabras crueles, Ikki-kun.”

Amane tenía una expresión afligida.

“¿No dicen que incluso un hombre sabio se tropieza? Además también he hecho algunas predicciones en frente de ti...”

Decía la verdad. Había predicho el futuro sobre un criminal en su primer encuentro, y había previsto la traición de Arisuin. Y ahora fue como en aquel entonces: Amane estaba demostrando su conocimiento del futuro.

“No, en realidad no predices el futuro. El orden de las cosas es al revés.”

Ante esas palabras, la sonrisa que Amane usualmente tenía sellada en su rostros se disipí, y lo cubrió una sombra.

Arisuin intervino.

“Espera, Ikki. ¿A qué te refieres con que es ‘al revés’?”

“Debería haberme dado cuenta cuando él derrotó al Vicepresidente Utakata. La habilidad del Vicepresidente, Cincuenta-Cincuenta, manipula las probabilidades de manera que puede modificar un resultado que ya había sido decidido. Ya que la manipulación está limitada a lo que él puede lograr con sus propias habilidades, carece de poder ofensivo, pero debería haber sido invencible mientras se mantuviera concentrado en la defensa. Pero perdió. Perdió contra Amane. Alguien que carece de habilidades marciales, y que sólo posee la premonición. ¿Creen que esto es posible?”

“Eso es...”

“Imposible. Totalmente imposible. Si asumimos que fuera posible, entonces la únida manera sería usar una técnica de manipulación de probabilidades lo suficientemente fuerte para forzar la certeza de Cincuenta-Cincuenta. Por ejemplo... una habilidad que puede cambiar la probabilidad de acuerdo a tus deseos. De esta forma, todo tiene sentido. En otras palabras, la premonición de Amane no es un presagio del futuro. La verdad detrás de aquel criminal, de la traición de Arisuin, y ahora del colapso de los pacientes de Yakushi-san... todos esos son ‘futuros’ que él simplemente creó. ¿Me equivoco, Amane?”

Habiendo expresado su teoría, Ikki dirigió su mirada a Amane, quien no había pronunciado ni una palabra desde hace un rato, y meramente miraba a Ikki en silencio.

“...Jaa.”

Suspiró, sus hombros cayeron, y luego esbozó una sonrisa resignada.

“Como se esperaba de Ikki-kun. Resumiste todo lo que podía decir. Iba a reverlártelo junto a mi resarcimiento, pero eres demasiado bueno. Mi pobre treta no fue nada ante el espejo mágico del Rey Sin Corona de la Espada.”

“Entonces es cierto que fuiste tú el que le hizo algo a los pacientes de Yakushi-san.”

“¡Ah, e-espera! ¡Espera! ¡No es así!”

Percibiendo la enemistad de Ikki, Amane rápidamente agregó información al análisis de su propia habilidad.

“Es como dijiste, pero me gustaría hacer una corrección. Sí, mi habilidad no es la premonición, pero no tengo una habilidad divina como dijo Ikki-kun. Sabes, yo sólo... tengo deseos.”

“¿deseos?”

“Sí, sólo deseos. No puedo cambiar cada pequeña cosa del destino. Sólo deseé tener ‘un primer encuentro dramático con Ikki-kun’, ‘que el asalto a Hagun transcurra sin problemas’, o ‘sería problemático tener una pelea’. Sólo eso. Y cuando lo hago, todo cambiará de manera que eventualmente sucederá como deseo, pero sin mi conocimiento. Para mí, cuyo apodo es “Mala Suerte”, este es mi verdadero poder—Gloria Sin Nombre.” (1)

Las expresiones de Ikki y compañía se tensaron.

“Qué... eso es... una locura...”

“¿Entonces qué, podrías hacer que la Luna se estrelle contra la Tierra si lo desearas?”

Amane frunció el ceño con desagrado hacia Shizuku.

“Qué miedo—nunca desearía que suceda algo así, ¿no sería terrible si eso se hiciera realidad? Después de todo, nunca ha habido un solo deseo mío que no haya sucedido.”

Nadie pudo reprimir un escalofrío ante el realismo en su voz. Ante lo confiado que estaba de que era capaz de hacer tal cosa. No podían evitar estar más alerta de él, quien podría revertir el sentido común del destino de esa manera.

Un gran peso descendió en la conversación... antes de que Kiriko diera un paso hacia Amane.

“En otras palabras, tu habilidad de hacer realidad cualquier deseo también podría considerarse como una cantidad inimaginable de suerte, huh.”

“Eso es absolutamente correcto. Pero sucede que toma una ruta alternativa para cumplir mi deseo, y que el método por el cual lo cumple es algo desconocido para mí.”

Amane unió sus palmas a modo de disculpa.

“En serio, no quise ni predije que pondría en peligro las vidas de tus pacientes. Me disculpo por eso.”

Y aun así se sentía como si estuviera disculpándose por alguien más, no había culpa en su tono. De hecho, se lo consideraba como el asunto de otra persona. Él sólo había deseado no tener que pelear con Kiriko. No había deseado tomar las vidas de sus pacientes. No era su culpa.

Pero tal actitud por supuesto enfurecería a Kiriko. En un instante, un trío de escalpelos llegaron a su mano.

“¿Y qué tal si te mato aquí y ahora, y revierto ese maldito destino a la normalidad?”

Su tono era calmado, pero la ira que emanaba de sus ojos decía que todo lo que quería hacer era atacar a Amane aquí mismo. Pero él meramente se encogió de hombros, inmutado por la presión que ella exudaba.

“Por supuesto, mi muerte anularía los efectos de mi habilidad, pero no lo recomendaría. Después de todo, si eso fuera a suceder, yo desearía no morir. Por mi experiencia, existen muchas maneras de que esto podría hacer que no pelees conmigo. Por ejemplo, si un terremoto fuera a golpear este lugar repleto de gente, y hubiera muchas bajas, ¿no perderías tu tiempo peleando conmigo, no?”

“¿En verdad puedes hacer eso?”

“Bueno, prefiero no tener que hacerlo. Pero si llegamos a eso, no me haré responsable, por lo que te aconsejaría que no continúes...”

“...Tch.”

Con un chasquido de su lengua, Kiriko terminó la conversación y guardó sus escalpelos. No tenía manera de saber si Amane decía la verdad o no. Pero había una certeza: si en este momento ella lo enfrentaba con la intención de matarlo, sus palabras podrían volverse realidad. Ese era un riesgo que no podía asumir, siendo doctora. Esa fue su conclusión.

Al ver que Kiriko había perdido la voluntad de luchar, Amane siguió hablando, dirigiéndose a Ikki.

“Bueno, ahora que todos entienden porque no tengo prisas de ir a mi sala de espera, continuaré. Me gustaría mucho que Ikki-kun acepte mi resarcimiento por lo de la última vez.”

Ikki no miró a Amane a los ojos, sus cejas se fruncieron conforme ese desagrado lo invadía otra vez.

“Como dije antes, quería contarle a Ikki-kun sobre mi verdadera habilidad como resarcimiento por haberlo engañado hasta ahora... pero ya me descubrieron, qué vergonzoso. Por supuesto, no pensé que podría pagar mi deuda sólo con eso.”

Hablaba con una sonrisa amigable.

“Entonces pensé en algo. ¿Qué haría feliz a Ikki-kun? ¿Qué podría hacer para que sea feliz?”

Ikki sintió que se le ponían los pelos de punta. Tenía un mal presentimiento de esto. De que no debía dejar que Amane termine de hablar. Pero Amane no iba detenerse.

“Y entonces, lo recordé. ¡Que si Ikki-kun no termina primero en el Festival de Arte de la Espada, no podrá graduarse! Horrible, ¿no? No reconocer a un caballero tan fuerte como Ikki-kun. Como fan suyo, ¿cómo podría aceptar eso? Es totalmente inaceptable. Entonces, ese es mi regalo para Ikki-kun...”

Su sonrisa se volvió incandescente conforme sus palabras resultaban increíbles.

“...El primer lugar en el Festival de Arte de la Espada.”

“¡¿Qu-Qué?!”

“¡Qué estás diciendo...!”

Shizuku y Arisuin lucían sacudidos, sus voces temblaron, pero Amane meramente inclinó su cabeza a un lado.

“¿Es tan impactante? ¿No es más simple que causar un terremoto, o hacer que la Luna se estrelle contra la Tierra?”

Su sonrisa se agrandó mientras presionaba a Ikki.

“¿No estás feliz, Ikki-kun? Usaré mi habilidad para desear... ¡tu victoria! ¡De esa forma, serás el Rey de la Espada de las Siete Estrellas haciendo casi nada de esfuerzo! ¿No es grandioso? ¡Tu duro trabajo hasta ahora por fin será recompensado! ¡No te precupes: la Princesa Carmesí ni por el Emperador Espada de Viento son problema para mi Gloria Sin Nombre! ¡Me desharé del resto de la competencia, asegurándomse de que serás el Rey de la Espada de las Siete Estrellas! Bueno, eso podría provocar la ira de Rebelión, pero está bien. Yo haría cualquier cosa por ti, Ikki-ku—”

En ese momento, con un ruido sordo que resonó a través de las gradas de espectadores—Ikki empujó a Amane con toda su fuerza.

 

“¡¿O-Onii-sama?!”

“I-Ikki...-kun...”

Todos, las personas a su alrededor o el propio Amane de repente en el piso, quedaron desconcertados ante la abrupta violencia del usualmente gentil Ikki. Pero para Ikki, era el curso de acción más razonable. Hace mucho que no había podido reconciliar su desagrado inexplicable por Amane, pero ahora, finalmente, pudo comprender por qué se sentía de esa manera.

“...Todo este tiempo, no dije esto, porque sin importar cómo lo pensara, no podía entender por qué.”

Pero al menos podía hablar desde su corazón. Miró fijo a Amane.

“Te odio.”

Los ojos de Amane se abrieron grandes mientras temblaba. Probablemente no podía comprender por qué Ikki lo estaba rechazando. Era por el propio bien de Ikki, después de todo, que Amane había querido que él sea el Rey de la Espada de las Siete Estrellas.

Pero para Ikki, esta era la gota que rebalsó el vaso, la última cuestión que le permitiría deshacerse de todas las dudas que tenía acerca de Amane. Ya que Amane estaba tratando de robarle a Ikki lo que más importante era para él. El trabajo que había realizado hasta ahora, y todo lo que eso significaba. Incluida la primesa que había hecho con su amada, la promesa que lo había alentado tantas veces. En ese momento, todas sus emociones revelaron un claro disgusto, al punto de que no había necesidad de una razón para sentirse así. Ikki habló con una notoria furia en sus ojos.

“Trata de meterte en mi batalla, y esto no se resolverá sólo con un empujón.”

Amane se quedó en silencio con la cabeza gacha, su expresión era ininterpretable bajo su flequillo. Quizás estaba llorando. Volteó, dándole la espalda a Ikki y los demás.

“Entiendo.”

Luego, volvió a girar—y sonrió más brillantemente que nunca.

Eso fue inesperado. El rostro de Ikki mostraba eso. Aun después de haber sido rechazado de esa forma, su actitud no había cambiado en lo másmínimo.

“No desearé nada que Ikki-kun no desee. ¡Lo prometo!”

Un mal presentimiento invadió a Ikki, como una lombriz arrastrándose en su corazón. Amane lucía tan amigable como siempre en apariencia y todo, y aun así—

“Como se esperaba, Ikki-kun es genial... nunca aceptarás una victoria que no ganaste con tus propias manos. ¡Cielos, ahora soy más fan que nunca!”

—sus ojos eran diferentes. O mejor dicho, Ikki se dio cuenta ahora que los ojos de Amane estaban distintos. Se había negado subconscientemente a mirar esos ojos hasta ahora, preocupado por ese extraño sentimiento de desagrado que había resistido respecto de él. Pero ahora que se había decidido, podía mirarlo a los ojos... y lo descubrió.


Mientras que Amane le dedicaba brillantes elogios a Ikki, las profundidades de sus ojos celestes contenían una ciénaga de espirales oscuros, amenazando con succionar a una persona.

“Cuando te enfrentas a oponentes de poder avasallante, tú lo das todo, sacrificando todo, y luchas hasta el final. Eres tan genial... te envidio. ¡Qué manera tan estoica y espartana de vivir! ¡Más débil que todos, pero deseando la victoria más que nadie—y con el afán de conseguir la victoria, quemas tu alma mientras avanzas, sin arrepentimientos, sin importar cuánto sufras! ¡Ese es El Peor! ¿Y sabes qué, Ikki-kun? ¿Sabes qué? Yo. Te. Amo. Por. Eso.”

Un caos negativo. Un remolino oscuro de odio, repulsión, enemistad, malicia, muerte... Una piscina inundada de un sinnúmero de negatividades, tantas que uno no podría distinguir cuál era su sentimiento original. Sus labios se tornaron en una sonrisa mientras sus ojos atravesaban a Ikki, llena de desesperanza, malicia, y odio al mundo, trazando el mismo arco de mal agüero que el de la luna roja creciente.

“Y así... y así... hiere más. Sangra más. Corta más. Alentaré a Ikki-kun hasta que me quede ronco. ¡Quiero verte romper, romper, y romper mientras sigues desafiando tu destino!”

Por primera vez, Ikki le tuvo miedo a Amane. Esto ya no era desagrado. Ya no era rechazo. Le tenía miedo al joven en frente de él. Al odio que tenía por el mundo, oculto en las profundidades de sus ojos. Y por sobre todas las cosas, la manera en que esa mirada estaba adherida sobre sí mismo.

“Por eso... sigue trabajando duro, ¿okey?”

Y con esa última demostración de apoco que nadie imitó, Amane se fue, con aquella sonrisa indefectiblemente amistosa aún en su rostro. Pero habiendo experimentado la inconmensurable oscuridad que yacía en esa sonrisa, las manos de Ikki temblaban, como si se estuvieran congelando.

 

Con la repentina ausencia de la Caballero de la Bata Blanca, los enfrentamientos del Bloque D del Festival de Arte de la Espada procedieron más rápidamente que los del Bloque C, en donde el Rey de la Espada de las Siete Estrellas había sido derrotado por un caballero de Rango F, mientras que en el Bloque B habían presenciado una batalla cuatro contra uno sin precedentes. Shizuku Kurogane apareció en el tercer enfrentamiento del Bloque D. Allí, ella demostró su destreza como la única caballero Rango B del bloque con mínimas dificultades, superando a su oponente con agua y avanzando a la segunda ronda con apenas algún rasguño. Tras lo cual, todos los representantes de la Academia Hagun habían pasado a la segunda ronda, un comienzo perfecto que prometía mucho.

Esto, sin embargo, no había animado a Ikki.

“Blub-blub...”

Era de noche, e Ikki estaba sumergido hasta la boca en la bañera de su habitación del hotel, su rostro inmerso en sombríos pensamientos. Y aquello en lo que estaba reflexionando con esa nublada expresión era la cuestión de Amane ‘Mala Suerte’ Shinomiya.

Había sido contactado por Kanata, quien le informó que Touka y Utakata habían despertado, y también le informó sobre la habilidad de Amane. Parece que los detalles de Amane sobre sus propias habildiades no habían sido falsos. La habilidad de hacer que toda la creación bajo los cielos confluya para su bien era una para nada fácil de enfrentar.

Pero Ikki no estaba meramente preocupado por esa habilidad. Lo que le preocupaban eran... esos ojos. Ese caos de negatividad que había visto en los ojos de Amane conforme se iba. Ese odio tóxico por el mundo. Cuando miró esos ojos, sintió que—ya había visto esos ojos antes en alguna parte, alguna vez en el pasado...

Cerrando los ojos, buscó en sus recuerdos, sondeando en las oscuras profundidades. Más y más profundo, más y más lejos buscó—y encontró aquellos ojos en el fondo. Aun dentro de esa oscuridad total, podía distinguirse una silueta negra mirándolo fijo, con ojos llenos de odio por el mundo.

Sus interiores le revolvían el estómado, pero más que nada con miedo. Ciertamente... había conocido a esta persona, este joven—en alguna parte en el distante pasado. Y entonces supo que la razón de su inexplicable desagrado por Amane—y todas sus dudas acerca de él—yacían en aquel primer encuentro. Su primer encuentro había sido ‘candado’ y ‘llave’.

Tenía que saberlo. ¿Cuándo se vieron por primera vez? ¿Qué pasó en ese entonces? ¿Qué le sucedió a él para odiar tanto a Amane?

Siguió buscando. Pero no encontró nada más. No recordaba nada más. Sólo esos ojos, mirándolo fijo en la oscuridad.

“A pesar de haber derrotado al Rey de la Espada de las Siete Estrellas, luces bastante triste para ser el hombre del momento.”

En contraste con el rostro afligido de Ikki, Arisuin se apoyó en su lado de la bañera, sumergido hasta debajo de los muslos.

“Quiero decir, es un chico bastante amenazante, pero es mejor que no pienses demasiado en eso. Pensar en alguien que desafía toda explicación lógica sólo te dará dolor de cabeza. ¿O...”

Su sonrisa se volvió traviesa.

“...necesitas que alguien te ayude a despejar tu mente?”

“Paso.”

“Jaja. Estaba bromeando. No quiero que Stella-chan o Shizuku me maten.”

Ikki preferiría que Arisuin no bromee en absoluto, mientras una ola de frío lo invadía a pesar de estar sumergido en agua caliente—pero gracias a eso, ya no estaba tan melancólico. Notando el curioso estado de Ikki, Arisuin continuó.

“En cualquier caso, no necesitas preocuparte por eso. Si ambos siguen avanzando, se encontrarán recién en la cuarta ronda—las semifinales. Y además Amane está en el Bloque D. Para que llegue a las semis, primero tendrá que enfrentar a Shizuku en las finales del bloque.”

“¿Estás diciendo que como Shizuku ganará, no tendré que luchar con Amane-kun?”

“Exacto. Jeh, Mala Suerte podrá tener una habilidad poderosa, pero puede que se haya equivocado al actuar arrogante y contarnos todo eso. Parece que Shizuku cree que tiene una manera de derrotar a la Gloria Sin Nombre.”

“¿Eh, en serio? Entonces qué—”

“Es una lástima pero no me la ha dicho. Bueno, si me lo dijera y yo te lo dijera a ti, sería injusto como participantes del mismo torneo, ¿no? Pero no creo que Shizuku dijera eso sin fundamentos. Debe tener algún plan en concreto.”

“Cierto.”

Como dijo Arisuin, Shizuku no era la clase de persona que hablaba para parecer fuerte o engañar a otros. Como su hermano, él lo sabía muy bien. Ella debe haber descubierto algo.

“Quizás sea más aconsejable pensar en cómo luchar contra Shizuku en lugar de Amane, ¿no lo crees?”

“...Tal vez.”

Era natural que Ikki apoyara a su hermana en vez de Amane. Y entonces asintió, deseando enfrentarla en batalla.

En ese momento—una voz que no reconocían resonó.

“¿Ya estás preocupándote por las semifinales, Rey de la Espada Sin Corona?”

Allí en el pasillo yacía un joven que lucía inteligente, con ojos elegantemente entrecerrados.

“Estás bastante apresurado, considerando que acaban de terminar los primeros enfrentamientos,” murmuró.

Ikki conocía a este joven.

“¡B-Byakuya-san!”

“Qué bueno encontrarnos. Creo que no nos veíamos desde la fiesta.”

Ciertamente, este era Byakuya Jougasaki, de tercer año en la Academia Bukyoku que había venido a la fiesta junto a Moroboshi. Él terminó segundo el año pasado... y era el oponente de Ikki en la segunda ronda.

“Felicitaciones por tu victoria de hoy. Pensar que Yuu sería derrotado en su primer enfrentamiento... no fue el resultado que yo esperaba. Qué sorprendente.”

“Gr-Gracias. Tú no tuviste muchos problemas en tu enfrentamiento, ¿o sí? Como se esperaba de Byakuya-san.”

“Fui bendecido con un oponente débil, eso fue todo. En cualquier caso, tú eres el Sonia Negro de la Academia Hagun, Arisuin Nagi, ¿no?”

“Aya, ¿me conoces?”

“Investigué un poco ya que ingresaste como uno de los representantes de Hagun. ‘Conócete a ti mismo y a tu enemigo, y no temerás a cien batallas’—ese es mi lema... aunque terminó siendo innecesario al final.”

“Lo siento. Tuve ciertas circunstancias.”

“Eso escuché, más o menos, pero en última instancia ese es tu propio problema. Evitaré entrometerme. Más importante...”

Diciendo eso, vio fijo a Ikki, con una mirada ligeramente peligrosa en sus ojos entrecerrados. ¿Por qué? La razón era simple.

“Pareces bastante relajado, Kurogane-kun. Ignorando tu enfrentamiento conmigo mañana y pensando directamente en las semifinales.”

“¡Erk...!”

Avergonzado, Ikki saltó de la bañera, envolviendo la toalla en su cintura, y tratando de explicarse.

“¡Ah, bueno, n-no! ¡Nunca subestimaría a Byakuya-san! Es sólo que... está este chico problemático—¿o debería decir que él y yo no nos llevamos bien?—y es que no puedo evitar estar más consciente de él de lo que debería.”

Ciertamente, Ikki nunca había pretendido desestimar a Byakuya. De hecho, estaba más avergonzado de que Byakuya lo haya escuchado todo. Por su parte, Byakuya sonrió un poco ante el nervioso Ikki.

“Jaja. Estaba bromeando. Sé que no eres la clase de persona que miraría con desdén a su oponente. Sólo trataba de molestarte. Perdón por eso.”

“B-Bueno, mientras lo comprendas, está bien.”

Parecía que Byakuya no estaba enfadado, sino que sólo quería tomarle el pelo. Eso lo alivió un poco.

“Aun así, lo pensé cuando te vi la primera vez en la fiesta, pero la verdad que tienes un físico sorprendente cuando uno te ve de cerca. Ahora entiendo esos movimientos sobrehumanos que hiciste en el enfrentamiento de hoy. No es poco esfuerzo el que hiciste para entrenar tu cuerpo a tal extremo. Tienes mis respetos.”

“No tienes que ser tan... no tengo nada más que mi espada, y no me queda nada más que mejorarme a mí mismo.”

“No seas tan modesto. No es algo que cualquiera pueda hacer.”

“¿Eh...?”

En ese instante, el sonido de un grito agonizante y de un alarido de shock escapó de los labios de Ikki. Ya que los dedos de Byakuya estaban sobre su pecho.

“Ahora que lo toqué con mis propias manos, entiendo. Cada hebra de fibra muscular está bien definida hasta su centro, pero ninguna ha perdido su flexibilidad. Los músculos son ligeros pero fuertes—muy impresionantes. Ni un gramo de grasa, ni un gramo de exceso, ni músculos para aparentar. Este es sin dudas el cuerpo de un verdadero espadachín, creado sólo para blandir su espada. Un diseño elegante, creado para demostrar esa pureza de voluntad. Es verdaderamente hermoso—uno no se cansa de tocarlo.”

Cada pelo del cuerpo de Ikki se puso de punta mientras los dedos de Byakuya recorrían las líneas de su musculatura, con sus ojos torneados mirándolo bajo largas pestañas. ¿No era esta una situación peligrosa? Invadido por un miedo inexplicable, salió de la bañera, pidiéndole ayuda a su amigo.

“Alice, ¿no es hora de—”

“—que me sume a la acción?”

“¡¿Me están encerrando?!”

Había sólo tres personas allí. Un tigre delante, y un lobo detrás. Un horrible predicamento. Ikki empezó a traspirar abundante sudor frío.

En ese momento—

“¡¡¡Pervertido!!!”

—con un resonante grito de guerra, un figura irrumpió desde la entrada del baño, y quitó a Byakuya de encima de Ikki con una patada, mandándolo a volar a una esquina del baño. El joven que había hecho esto también era de Bukyoku, y amigo de Byakuya—Yuudai Moroboshi.”

“¡Moroboshi-san!”

“Yo, Kurogane. De alguna forma se siente igual que ayer.”

Yuudai saludó descaradamente a la persona que lo había derrotado hace poco ese mismo día. Por el otro lado, Byakuya le frunció el ceño a quien lo había mandado a volar.

“¿Qué haces tan de repente, Yuu? Las payasadas en los baños son peligrosas.”

“¡El peligroso eras tú y tu toqueteo afeminando todo el lugar!”

“Qué rudo. Momiji es la única a la que amo. Sólo estaba tocando a Kurogane-kun como camarada que vive para la batalla. Era una señal de respeto.”

“¡Lo sé, pero piensa en cómo lo verán los demás! ¡Kurogane tiene los pelos de punta, yo!”

“Oh. Entonces me disculpo. No pretendía asustarte. Sólo quería conocerte mejor.”

“...Eh.”

“¡Por eso te dije que eligieras con más cuidado tus palabras!”

Golpeando a su amigo en la cabeza, Moroboshi procedió a auxiliarlo.

“Perdón por eso, Kurogane. Él hace algunas cosas aterradoras, pero sus preferencias sexuales son las que esperarías—no te preocupes por eso. Él sólo se comportar y actúa así.”

“Aja, ajaja... es un malentendido, está bien. En serio.”

Lo comprendía, pero aunque el malentendido se había aclarado, Ikki seguía sintiéndose incómodo—por supuesto—por Yuudai. Aunque había sido un duelo honorable, Ikki en última instancia tuvo que noquearlo para superar la primera ronda. No tenía que disculparse por eso, pero seguía siendo difícil mirarlo a los ojos. Mientras que Yuudai no lo demostraba, seguramente estaba un poco irritado.

Arisuin parecía leer sus pensamientos.

“En ese caso, ¿deberíamos irnos, Ikki?”

No estaba bromeando esta vez.

“Sí. ¿Deberíamos comprar algo para beber de la máquina?”

Ikki se subió al bote salvavidas, y comenzaron a retirarse. Entonces, Byakuya habló.

“¿Oh, ya se van los dos?”

Ikki asintió.

“Creo que ya estuvimos suficiente tiempo en el agua. Si nos quedamos más podríamos desmayarnos.”

“Es una lástima. Y encima empecé causando en este malentendido contigo. Originalmente quería disculparme lavándote la espalda.”

“U-Um, no, está bien.”

“En ese caso—”

Byakuya chasqueó sus dedos—y algo asombroso sucedió. De la nada, una botella de té verde aterrizó en la mano derecha de Ikki, mientras que Arisuin sujetaba una lata de café negro en la suya.

“¿Arara?”

“¡Esto es...!”

“Al menos acepten eso.”

Como diciendo “con permiso”, Byakuya les dio la espalda para dirigirse a las duchas junto a Yuudai. Mientras lo hacían—

“Shiro, provengo de un comercio, ¿sabes? Será mejor que pagues por esas bebidas.” (2)

“Qué rudo. Por supuesto que dejé monedas en la máquina expendedora.”

—podía oírse. Dejando del baño, ambos cerraron la puerta, evitando que el vapor caliente escapara.

Arisuin señaló la lata que había aparecido repentinamente en sus manos.

“Ikki... ¿es esta su habilidad?”

Ikki asintió.

“Es el Arte Noble del segundo lugar del año pasado, “Ojo de los Cielos” Byakuya Jougasaki—La Mano de Dios.” (3)

Era una habilidad que le permitía manipular la ubicación de cualquier objeto dentro de un radio de cincuenta metros de sí mismo vía teletrasportación. Insulso en teoría, pero muy formidable en la práctica—especialmente en un torneo que utiliza una regla de cuenta regresiva desde 10 por salir del ring. De hecho, ha usado su habilidad para sacar a su oponente del ring y de esa forma ganar.

“...Entonces una vez más, se trata de una habilidad engañosa.”

“Es una poderosa habilidad, pero no es fácil usarla. Si el objetivo es un objeto inmóvil, él puede cambiar su posición libremente como lo hizo antes. Pero cuando se trata de objetos móviles como los humanos, primero tiene que herirlos con su Dispositivo antes de iniciar la teletrasportación. Probablemente sea una cuestión de seguir un objetivo vía contacto.”

“Quieres decir que mientras no te toque, estarás bien. Supongo que el resultado de la batalla será bastante incierto.”

“Sí. Por lo cual... cuando luche contra él, tendré que cuidarme de su otra habilidad, la que le dio su apodo.”

“¿Y esa es?”

“¿Qué tienes en tu mano, Arisuin?”

Ikki preguntó, indicando la botella de te verde en la suya.

“Es café. Qué suerte, justo estaba pensando en comprar uno después del baño.”

“Yo también quería comprar té verde después de salir del baño. Si les das la misma bebida a dos personas, es posible que hayas acertado a una de sus preferencias, pero darle diferentes bebidas a dos personas y suponer sus preferencias es otra cuestión distinta, ¿no lo crees?”

“Bueno, sería un poco difícil... entonces en otras palabras, ¿esto es—?”

“Sí. Byakuya-san es un luchador famoso por reunir una excesiva cantidad de información sobre sus oponentes. Encima, no se limita a la información reunida durante combates, sino que su búsqueda de datos se extiende hasta a las sutilezas de la vida diaria.”

“Ahora que lo mencionas, dijo que estaba averiguando sobre nosotros. ¿Pero qué significa esto?”

“Podrá ser información que no significa nada para nosotros, pero es una cuestión distinta para él. Por supuesto que toma nota de los movimientos en combate o el movimiento de los ojos, pero él combina eso con pequeños detalles para descubrir la personalidad y las inclinaciones de una persona. Es conocido por exponer los ‘orígenes’ del pensamiento de otra persona—su ‘lógica’.”

Exponer su lógica. Arisuin preguntó en respuesta a esa apreciación.

“Entonces, ¿podría reproducir los efectos de tu Visión Perfecta?”

“Sí. Nuestras estrategias son diferentes, pero de un tipo similar... aunque el método de Byakuya-san gana por mucho en términos de funcionalidad. Después de todo, mi Visión Perfecta depende de la recolección de información en el medio de las batallas. Pero él ya habrá comprendido la ‘lógica’ de su oponente antes de la batalla gracias a su meticulosa investigación, y tomará el control de la pelea desde el comienzo. Esos poderes monstruosos de observación que parecen ver a través de todo como los ojos de un dios, son los que le dan el apodo Ojo de los Cielos.”

Manipular a su oponente con el poder divino del análisis, y luego asestar el golpe que activará su teletrasportación—ese era el estilo de Byakuya. Su toqueteo de antes probablemente había sido para calcular las capacidades físicas de Ikki. Ya había comenzado a reunir datos para la batalla de mañana. Ciertamente, no es el momento ni el lugar para preocuparse por las semifinales. Habiendo visto de cerca la habilidad de Byakuya, Ikki se sintió entusiasmado. Estaba participando en el Festival de Arte de la Espada. Una dura competencia con los mejores caballeros mágicos entre los estudiantes de Japón. Ninguno de ellos será un cliente fácil con el que lidiar.

Primero, el segundo enfrentamiento. Necesitaba dar todo de sí para derrotar a Byakuya. Podía dejar el asunto de Amane para más tarde—Ikki se juró a sí mismo.

 

Ikki y Arisuin se despidieron luego de retirarse del baño, con el segundo dirigéndose a su habitación y el primero a la suya en el décimo piso vía las escaleras. Había dos razones para esto: una, la habitación de Arisuin se encontraba en el segundo piso, y la segunda, la necesidad de rehabilitar su muslo que había sido perforado durante el enfrentamiento de ese día. Había liberado su fatiga en el baño, y gracias a Arisuin y Byakuya sus preocupaciones también habían quedado a un lado; por ende, sus pasos eran ligeros. Probablemente podrá dormir bien esta noche. Todo lo que restaba ahora era llegar a su habitación y descansar.

Pero—su habitación estaba en el décimo piso, y aun así se detuvo en el séptimo. Allí se encontraba la habitación de Stella.

Hablaron un poco luego del enfrentamiento, pero... no habían vuelto a hablar desde entonces. Stella se había dirigido hasta una Cápsula para recibir sanación, mientras que Ikki había sido acosado por la prensa por la vitoria frente al Rey de la Espada de las Siete Estrellas... Para ser honesto, esas pocas palabras no fueron suficientes. Quería hablar más con ella. O quizás ese deseo era mayor porque necesitaba aliviar esas preocupaciones.

Pero este era apenas el primer día de la conversación. Debería estar preparándose para el enfrentamiento de mañana. ¿Ella pensará que él no era serio si iba a verla hoy? ¿Acaso lo despreciaría? La ansiedad lo invadió por dentro.

No, no, no pienses en eso. Recordando la discusión que habían tenido en aquella piscina, sacudió la cabeza. Luego, habían intentado poner una distancia forzada entre ellos, temiendo que el uno pensaría menos del otro. Desde entonces, se había decidido. No esconderá sus sentimientos por Stella. Era natural que quiera hablar con su amante a la que no había visto desde hace un tiempo. No necesitaba dudar.

“De acuerdo.”

Con determinación, se dirigió a la habitación de Stella. Deteniéndose frente la puerta de su habitación, tocó el timbre.

Y luego una segunda vez.

No hubo respuesta.

“¿No regresó, huh...?”

Los hombros de Ikki se desplomaron. Puede que haya ido, al igual que él, a tomarse un baño. Y no podía quedarse allí esperándola... Un hombre paradao frente a la puerta de su novia. ¿No sería vergonzoso si alguien que sepa de su relación lo viera? Pensando que deberíadarse por vencido por hoy, Ikki volteó y se encaminó hacia su habitación, pero allí—


“¿Qu... qué debería hacer? El torneo todavía sigue, pero vine hasta aquí... Me pregunto si pensará que soy una desvergonzada... Pero no hemos hablado más hoy... Ooh...”

Stella murmuraba para sí misma mientras permanecía frente a la puerta de la habitación de Ikki, y debatía su tocar el timbre o no.

Uh, wow, élse preguntaba dónde había visto esto antes...

Ikki sonrió. Su amada había pensado lo mismo que él, viniendo hasta su habitación con la esperanza de verlo. Una extraña felicidad lo invadió de pronto mientras la veía allí tan adorable, y esa misma emoción evitaba que la llamara.

La veía de espaldas. Aún no había notado su presencia. La sonrisa de Ikki se volvió traviesa ante ese pensamiento. Iba a sorprenderla. Se acercaría por detrás y le tocará el hombro. Dándole un pequeño susto.

Era una broma infantil. Ikki sabía que lo era, pero estaba entusiasmado. Si le hablaba ahora, terminaría siendo una simple reunión feliz. Pero si la sorprende podrá ver su expresión de impacto, e incluso una de enfado también. Su rostro de enfado era lindo—por lo que este era el curso de acción más beneficioso. Qué listo de su parte.

Tras lo cual, silenció sus pasos, y se acercó a ella.

“Qu—”

Estuvo a punto de tocar su hombro, intentando al mismo tiempo emitir un sonido de miedo—

“¡No te escabullas por detrás de mí—!”

“¡¡Woaaaah!!”

—que se convirtió en un grito de shock. Antes de que pudiera tocarla, ella giró y extendió su pierna realizando una patada circular. Sin siquiera mirar, la patada alta se dirigió directo a su cabeza. Por la manera en que atravesaba el aire, no era una patada originada con una cantidad de fuerza común. Sólo gracias a sus reflejos preternaturales Ikki fue capaz de curvarse hacia atrás y evadir el golpe.

“Maldición, surgió ese hábito del entrenamiento... ¿estás bien? ¡¿Eh... Ikki?!”

Los ojos de Stella se abrieron grandes al reconocer a la persona que había estado detrás de ella.

“Ja, jajaja... buenas noches, Stella.”

Su expresión rígida al saludarla. Uno no esperaría casi perder la vida por una pequeña broma. Ciertamente, ningún acto de maldad quedaba impune.

 

Luego, en la habitación de Ikki, Stella y él estaban sentados lado a lado sobre la cama. Mientras le contaba sus verdaderas intenciones, con lo que ella esbozó una feliz sonrisa.

“Así que estabas tratando de asustarme... Jaja. Eres inesperadamente infantil, Ikki.”

Su imprevisto contraataque había dejado a Ikki pesaroso y sudando frío, pero al mismo tiempo embelasado por su maternal sonrisa que, de hecho, lo había hecho sentir victorioso.

“Puse bastante fuerza en esa patada. ¿Estás bien?”

“Estoy bien... no me golpeó, después de todo.”

“Aunque me alegro de que hayas sido tú. Si hubiera sido alguien más, podría haber muerto.”

“Jaja...”

Recordando el agudo chasquido del viento pasaba a por encima de su cabeza, su sonrisa fue bastante forzada.

“Pero esos fueron unos reflejos bastante increíbles. Silencié totalmente mis pasos y también oculté mi aura.”

Fue prácticamente una reacción refleja, y encima fue precisa, buscando golpear un lugar vital a pesar de no ver a la otra persona. Eso era algo que Stella no tenía antes.

“¿Eso fue algo que aprendiste en el entrenamiento con Saikyou-sensei?”

Stella asintió.

“Bueno, me volví bastante susceptible ya que ella siempre aparecía en mis puntos ciegos y cuando—ah.”

“¿Qué pasa?”

“A alguien se le cayó una moneda de diez yenes en las escaleras.”

Qué es esto... es asombroso, pero... no puedo pensarlo de esa forma. Qué extraño.

“Pero hablando de eso, tú también estuviste impresionante, Ikki. No pensé que perderías, pero no esperaba que ganaras de una manera tan absurda. Esa técnica fue la de aquel incidente con Alice, ¿no? Es típico de ti convertir una derrota en algo más que una derrota.”

Sonreía, como si estuviera hablando de sí misma. Ikki respondió un poco incómodo.

“Pero no puedo decir que la estoy usando bien.”

“¿En serio?”

Ikki asintió.

“Sin importar cómo, termino haciendo demasiado ruido. La verdadera espada de Alas Gemelas es completamente silenciosa, no hay pérdida de poder, y por eso no produce sonido alguno. No puedo reproducirla con mi técnica en mi estado actual.”

Ciertamente, había una gran brecha entre el manejo original de la espada de Edelweiss y la que Ikki había demostrado contra Moroboshi. De hecho, la razón de ello no era que Ikki no había logrado robar su técnica. La había robado por completo. Entendía el razonamiento detrás de ella. Pero a pesar de eso, no podía reproducirla. Carecía de la habilidad de controlar el flujo de poder a través de su cuerpo al ejecutar su aceleración instantánea.

“Tenía confianza en mi habilidad para dominar mi cuerpo, pero parece que fui un ingenuo.”

Sus manos, sobre su regazo, se cerraron formando fuertes puños.

“Cuanto más la imito, más me doy cuenta de que aun me falta demasiado.”

Ser incapaz de ejecutar lo que había robado—eso no le ocurría desde hace mucho tiempo. Stella lo miró de reojo, sus ojos alegres mientras reía.

“Jaja. Eso también es típico de ti.”

“¿A qué te refieres?”

“Que odias perder. Quiero decir, ella es la mejor espadachina del mundo, ¿sabes?”

Alas Gemerlas no sólo era admirada: para muchos Blazers, ella era objeto de temor y adoración; era considerada casi una diosa. Nadie creía que pertenecía al mismo mundo que ella, al mismo plano de fuerza que ella. No lo creían, y por ende, desde el principio se rendían.

“Pero en verdad luces disgustado por no poder igualarla, Ikki.”

Él la veía como una rival. Él, un mero estudiante japonés, que simplemente odiaba perder. Uno podría llamarlo un delirante, alguien que no conocía su lugar.

“Pero... me gustas cuando eres así.”

Diciendo eso, le dedicó una sonrisa con hoyuelos en las mejillas. Que Stella los tuviera era algo que Ikki había descubierto sólo después de que se volvieran pareja, ya que a decir verdad, ella odiaba mostrárselos a los demás, y nunca se los mostraría a otros por más feliz que estuviera. Pero podía mostrarle a él tal sonrisa—esa linda expresión era algo que sólo él podía ver. Sabiendo esto, esa sonrisa despertó un enorme calor en el corazón de Ikki.

“Stella...”

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que vio esa sonrisa de cerca. Acarició suavemente su mejilla. Ella no lo rechazó, como uno no rechazaría el viento soplando tu cabello. Podía sentir su temperatura subiendo de a poco a través de la palma de su mano. Estaban conectados. No por sangre, pero ella lo había aceptado como era. Estos sentimientos le aceleraban el pulso. Su flameante cabello rojo. Sus brillantes ojos carmesí. El calor de su piel. Sus suaves y relucientes lavios—todo sobre esta chica era precioso.

“Nnn...”

Sin darse cuenta, había presionado sus labios sobre los de ella. No fue un beso ardiente, sólo uno suave, uno para asegurarse de que ambos estaban realmente allí. Pero era suficiente para él. Su amada se encontraba tan cerca, y el pensamiento de que ella también lo amaba tanto lo hacía tan feliz que podría llorar. Al principio, él tomó la iniciativa... y conforme sus labios se tocaban suavemente, Stella se encargó. Sus labios se separaban, se encontraban, y se separaban... para luego encontrarse otra vez, como recuperando el tiempo que no habían compartido juntos.

Varios minutos maravillosos pasaron. Cuando por fin se separaron, Stella, con sus mejillas sonrojadas, alzó la vista hacia él.

“Ikki. ¿Te sentiste solo mientras no estaba?”

Su voz era apenas más fuerte que un susurro, como un niño confesándole una travesura a un padre. Parece que le preocupaba si se había sentido solo cuando ella se fue por su cuenta. Por supuesto, él debería reconfortarla. Debería decirle que “no”.

“Sí. Me sentía solo.”

Sin embargo, así fue como respondió. No había razón para ocultarlo.

“Sabes, antes de volver a mi habitación, fui hasta la tuya.”

“¿En serio?”

“Sí. Quería pasar algo de tiempo contigo. Quiero decir, el torneo sigue, y pensé que podrías pensar que me lo estaba tomando muy a la ligera, pero aun así decidí tocar el timbre. No hubo respuesta, pero supongo que fue porque estabas aquí...”

Parecía poco varonil el hecho de que se sintiera solo por no haberse encontrado con su novia, pero olviden eso. Después de todo, se sentía así porque pensaba tan intensamente en ella—y esos eran sus verdaderos sentimientos.

“Es por eso que ahora me siento tan bendecido.”

Diciendo eso, la envolvió con un brazo y la contuvo con un poco más de fuerza.

“Ya veo.”

Stella se acercó con una sonrisa en su rostro. El hecho de no haber podido pasar tiempo juntos últimamente hacía que estos pequeños momentos de contacto fueran totalmente maravillosos. Cuando lo pensaba así, incluso los momentos en que se separaban eran adorables. Él creía esto desde el fondo de su corazón.

“Entonces, ¿deberías castigarme, no?”

“¿...Huh?”

Su cerebro se detuvo. Eso no tenía sentido. Ikki liberó el abrazo.

“¿Um, qué fue eso? Perdón si escuché mal, ¿pero dijiste ‘castigarme’?”

El rostro de Stella permanecía rojo mientras asentía. Eso sólo lo confundió más.

“Um... ¿entonces dices que quieres que te castigue?”

“¿Hay algún otro significado?”

“Es cierto, ¿pero por qué tengo que hacer eso?”

“Porque, bueno, Ikki, se supone que eres el hombre que será mi esposo, ¿cierto?”

Stella etsaba gesticulando excitadamente.

“Dejar al esposo solo por algo personal, ¿es algo que una esposa debería hacer? Así que, tienes que castigarme, ¿cierto?”

Por su seria expresión, no parecía que estuviera bromeando.

“No... no, está bien... no tiene que ser así...”

No podía estar de acuerdo con esto. Había estado triste, sí, pero su amada ya había satisfecho eso. No había necesidad de hacerle nada tan extravagante.

“¡Esa semana que te fuiste era un tiempo que debías tomar! ¡Entiendo eso... y la verdad es que no quiero ser un abusador de mente cerrada que ni siquiera puede entender eso!”

“Aunque estés bien con eso... ¡yo no lo estoy!”

“¡¿...Ehhh...?!”

Entonces lo recordó. Esto era similar a la vez que ella se había escabullido en su baño vistiendo un traje de baño para cumplir con el acuerdo de que el que piierda aquella batalla de práctica iba a ser el sirviente del ganador. Orgullosa y honorable, ella era muy severa consigo misma. Siempre cumplirá todas sus promesas, y pagará todas las deudas por sus errores. Y no será disuadida de hacerlo—qué problemático.

En este caso, dejar que ella se encargue es un no rotundo.

Ikki decidió esto por experiencia pasada. Usualmente Stella era muy tímida, pero cuando se le daba rienda suelta podía llegar a ser bastante atrevida. Quién sabe qué clase de pedido absurdo podría hacer.

Las cosas podrían salirse de control si dijera algo como ‘nalguéame’...

Por ende, atacó primero.

“Entiendo. Empezando desde ahora, voy a castigarte. No te resistas.”

La sujetó por los hombros, acercando su rostro al suyo, con la intención de besarla en la mejilla y contar eso como castigo antes de que ella pueda establecer alguna idea concreta de lo que debería ser.

“O-Okey. Pero nada de besos. Eso es demasiado dulce para ser un castigo.”

Dio justo en el clavo antes de que pudiera ejecutar su plan. Parecía que ella también lo conocía bastante bien. Se lamentó. Su ruta de escape había sido descubierta y obstruida en un instante.

“E-Entiendo.”

No tenía idea de qué pasaría si se retiraba ahora. Cambiando de plan, acercó el rostro de Stella al suyo. ¿La besará? No. No lo hará. Envolviéndola con sus brazos, la acercó aun más, y aproximó su rostro al de ella.

“Este es tu castigo.”

Susurró en su oído.

“Va a dolerte un poco.”

“¿Eh...?”

Llevó sus dientes a su oreja. El lóbulo de la oreja era bastante sensible al tacto, y la sensación caliente de los labios sobre su superficie excepcionalmente fría era bastante placentera. Puso un poco de fuerza en sus dientes, ni lo suficientemente débil para mordisquear ni tan fuerte como para morder. Sino lo suficiente para dejar una marca, suficiente para complacer su pedido de castigo.

Entonces

“¡Hii! ¡¡¡A... ah... aaahh—!!!”

“¡Uwa!”

Se oyó un agudo chillido, y Stella se sacudió en sus brazos, como si la hubieran electrocutado.

“¿Duele tanto?”

Ikki preguntó, sorprendido por la intensa reacción. Ella negó con la cabeza, aferrándose a él.

Entonces no es que duela, huh.

Ikki pensó, mirando a Stella mientras temblaba, sonrojada hasta las orejas.

Entonces, me pregunto si—

Presionó sus dientes sobre su cuello.

“¡¡¡Hnnnnnng!!!”

Gimió, aferrándose más fuerte a él.

¿Será ella del tipo de persona que siente un poco de dolor y en cambio de provoca placer?

Ikki se sentía un poco avergonzado por haber descubierto la disposición de su pareja, como si fuera la suya propia. Nunca había pretendido castigarla por una cuestión menor como su ausencia. Ni estaba dispuesto a lastimar a la chica que tanto estimaba—por lo que no podía ser mejor el hecho de que ella sintiera placer por esto.

Pero justo mientras comenzaba a pensar de esa manera—

“Jaa... aja... me alegra...”

“¿Stella?”

Sintiendo su aliento en su oreja, se alejó un poco, le echó un vistazo a ella—y empezó.


Su rostro estaba suelto, como en trance, su piel roja como con el pulso acelerado, y la racionalidad en sus ojos carmesí extrañamente iluminados desvaneciéndose como gelatina de frutillas. Desenvolviendo a Ikki con su brazo, dirigió su mano hacia las marcas superficiales de dientes en su cuello, acariciándolas con una adorable dulzura.

“...Ikki... me mordió...”

El calor en su tono y el aroma de su cuerpo recién bañado golpeó a Ikki con una sensación trascendental de vértigo.

Esto es malo...

Claramente, había activado un interruptor extraño en ella. Pensó que podría dispersar ese barril de pólvora con un mordisco o algo así, pero de alguna forma había pisado una mina terrestre. Esto era peligroso. Para ella, y para él—era vergonzoso admitirlo, pero si las cosas escalaban desde aquí, estaba seguro de que su determinación de no cruzar la línea antes de que los padres de Stella lo aprobaran se rompería. Así, invirtiendo los últimos restos de su determinación sujetó a Stella por los hombros y la alejó de él.

“¡D-De acuerdo! ¡Estoy satisfecho! ¡Podemos detenernos ahora!”

“Aa...”

Pero en su apuro, usó demasiada fuerza. Su mano resbaló, deslizándose por su yukata y abriéndolo desde el pecho hacia un lado, exponiendo la mitad de su amplio busto. No pudo evitar ver directo a donde sus pechos terminaban en una punta de color—

“U...wa...”

Ikki quedó desconcertado. Su garganta se secó, su corazón saltaba dolorosamente en su pecho. Quería apartar los ojos. Disculparse. Pero no podía alejarlos. Ni encontrar palabras, como si la figura indecente de Stella estuviera haciendo corto circuito en su razonamiento. Para empeorar las cosas...

“Está bien...”

Stella ya había llegado demasiado lejos para detenerlo.

“Puedes morder si quieres.”

No hizo nada por corregir su actitud, en cambio se acercó y acarició el rostro de Ikki, con una mirada ardiente en aquellos ojos que lo reflejaban sólo a él. Sus labios curvados en una sonrisa, reluciendo con la humedad de su saliva, dándole rienda suelta. Algo se rompió en la cabeza de Ikki. Ya no podía pensar más. Ni siquiera sabía que podría hacer ahora—sólo sabía que su rostro se estaba acercando lentamente a los pechos de Stella mientras ella lo miraba dulcemente, deslizando sus manos por su nuca para atraerlo y que se encontrara con sus—

*Ding-Dong.*

El repentino sonido del timbre se oyó junto a un par de gritos ahogados.

 

La llegada de esta tercera parte fue como un cubo de agua fría volcado sobre sus cabezas: obligados a separar sus cuerpos y pensamientos unidos, ambos escaparon a cada uno de los extremos de la cama. Su excitación se enfrió, sólo para reemplazada por una ardiente vergüenza. ¿Qué estaban haciendo? ¿Qué hubieran hecho? ¿Qué hubiera pasado si no sonaba el timbre? Sólo pensarlo les hacía temblar.

“Jaja... ¿es un buen momento... o malo?”

“S-Sí, exactamente, ¿no...? Ojo-jojojo.”

Habiéndose separado de Ikki, Stella acomodó su bata al punto donde parecía que llevaba puesto un corset mientras apartaba su sonrojada mirada, con un tono extraño. Era como si estuviera tratando de recobrar el sentido con ese tono. Totalmente inútil—pero eso decía que él también había quedado atrapado por la intensidad de ese momento. Él tampoco podía recuperarse.

“C-Como sea, tranquilicémonos un poco. Después de todo, hay alguien aquí.”

“S-Sí. Es cierto.”

Levantándose de la cama, Ikki se dirigió a la puerta. De camino, masajeó su pecho.

¡Es-Eso estuvo cerca...!

Si hubiera permitido que las cosas siguieran en esa dirección, hubiera sido muy malo. Fue una escena patética, después de haber prometido no deshonrar a los padres de Stella. Pensar que se dejaría llevar tan fácilmente por las circunstancias—pero, bueno, hubiera sido extraño que no reacciones ante Stella cuando se puso así.

Sea quien sea, esta visita lo había salvado. Lo correcto para él era recibirla. Era para mejor que ambos no estuvieran solos ahora. Las cosas estaban demasiado incómodas.

¿Pero quién vendría a su habitación a esta hora? Preguntándoselo, abrió la puerta—

“Hola, ¿quién es?”

“Buenas noches. Como prometí, he venido a retratarte desnudo.”

*¡Bam!*

De un portazo, cerró el pestillo con rapidez.

“¿IkkI? ¡¿Qué pasó?!”

“Alguien vendiendo algo.”

“¡Pero estamos en un hotel!”

Aunque ella no podía verla, bloqueada por la espalda de Ikki, la persona allí afuera no era un vendedor con traje, sino una rubia con cabello alborotado vestida con nada más que un delantal—Sara Bloodlily de la Academia Akatsuki. Parece que se había fijado en él durante el ataque a Hagun, y por eso lo acosó durante la fiesta celebrada para los competidores del Festival de Arte de la Espada con el fin de usarlo como modelo desnudo en su trabajo. Y de alguna forma, parece que no había bromeado. No podía brindarle la bienvenida a tal invitada. No quería posar desnudo. Mientras presionaba la puerta desesperadamente, preguntándose cómo podría excusarse de esta situación—

“Perdón por la molestia.”

La pared a su lado se abrió, y Sara ingresó.

“¿Eh? ¡¿Eeeeh?! ¿Por dónde entraste?”

“Por la pared.”

“Sí, puedo ver eso. ¿Pero cómo se abrió?”

“Tenía un pomo.”

Ciertamente, había uno del otro lado de la pared.

Ni siquiera sabía que había uno allí.

“¡¿Cómo puede ser?!”

Había usado una habilidad, no había dudas de eso.

“No sé qué habilidad usaste... ¿pero por qué te aferras a mí de esta forma?”

“Ya lo dije. Como acordamos, estoy aquí para retratarte desnudo.”

Sara habló sin un ápice de vacilación. Lo miraba a los ojos directamente. Lo decía en serio. De la misma manera que él se rehusaba.

“Pero no recuerdo haber acordado que me retratarías...”

“Bueno, prometí retratarte.”

“¡Eso no es una promesa! ¡No hicimos ningún trato! ¡Tú lo decidiste sola!”

“...Eres sorprendentemente terco. No puede evitarse. En ese caso—”

“¿Te rendirás?”

“Voy a ceder—yo también me desnudaré.”

“¡No! ¡Esa no es la clase de solución que quiero! ¡Dije que no quería, ríndete y vete!”

“No puedo.”

Ni siquiera estaban en la misma onda. Sara no retrocedió, por el contrario, se acercó más.

“...No puedo tener a nadie más que a ti. Desde que te toqué ese día sólo he podido pensar en ti. En nadie más. Sólo tú puedes satisfacerme—por favor, asume la responsabilidad por eso.”


Diciendo palabras peligrosas, apoyó su silueta medio desnuda sobre su pecho.

“¡S-Sara-san, por favor cuida tus palabras—!”

La sangre abandonó su rostro cuando la mano de Stella tocó su hombro. Volteó para ver su sonrisa como la de un demonio, con una vena palpitante que amenazaba con explotar en su frente.

“¿Oh, Ikki? ¿Me pregunto de qué se trata todo esto? ¿Por que vino a verte esta ninfómana de Akatsuki? Y todo eso sobre desnudarse, no desnudarse y demás... parece que los dos se volvieron bastante cercanos mientras yo no estaba, ¿eh?”

“¡Err, no, Stella...! Cálmate. Este es un terrible malentendido.”

“Jejeje. ¿De qué estás hablando? No hay ningún malentendido—este es el décimo piso.”

¡Esto es malo, está muy enfadada! La sangre se le subió a la cabeza, y ninguna de las palabras de Ikki la alcanzaba. Dejando de lado el atuendo de Sara, Stella era una chica que no sospechaba ni un poco de la hermana de Ikki, Shizuku. No había manera de que se mantenga en silencio si una mujer desconocida venía a la habitación de su pareja justo frente a sus ojos. Tenía que ser directo con ella. Demostrarle que no había hecho nada objetable.

“No somos cercanos. Es sólo que durante la fiesta a la cual tú no asististe... ella, err... dijo que quería que fuera su modelo desnudo.”

“¡¿Eh—modelo d-d-d-desnudo?! ¡Eso no va a pasar! ¡Definitivamente no! ¡Ni siquiera yo te he visto desnudo aún!”

“¡¿Ese es el problema?!”

“¡Lo es! ¡Como sea, no lo permitiré! ¡Quedas rechazada, re-cha-za-da! ¡¿Y cuánto tiempo más vas a seguir aferrándote a él, ninfónmana?! ¡Quítate!”

Rugiendo furiosamente, quitó a Sara de encima de Ikki empujándola. Su equilibrio se rompió, con lo que Sara aterrizó sobre su trasero en la cama, desde dónde le lanzó una mirada como dagas a Steñña-

“¿Por qué la que se rehúsa eres tú, Princesa Carmesí? Esto no es asunto tuyo.”

“¡Es asunto mío! ¡Yo soy la novia de Ikki!”

“Entonces está bien. No pretendo ser su novia. Puedes quedarte con su corazón. Estoy aquí por su cuerpo.”

“Su cuerpo también es mío...”

“¿Eh?”

“¡De todas formas, este asunto del ‘modelo desnudo’ suena como lo que diría un artista, pero no has probado que eres una! ¡Por lo que parece, sólo quieres ver su cuerpo desnudo porque eres una pervertida!”

Frente a eso, la expresión de Sara se oscureció significativamente, como si cuestionar su estatus como artista hubiera lastimado su orgullo.

“Si dudas de mis credenciales, permíteme presentarme formalmente. Como una señorita de la familia imperial Vermillion, deberías conocer este nombre.”

Sacando un bloc de notas de sus jeans, Sara escribió algo para luego pasárselo a Stella.

“Así es como prefiero que me conozcan.”

“¿Un pseudónimo? ¿...Eh? ¡¿Eeeeehhh?!”

El rostro de Stella se estremeció inmediatamente por el shock. Escrito en la nota se encontraba una firma desconocida, y ella parecía conocerla.

“¡Ella es... Mario Rosso!”

“¿Eh, quién es? Suena como un personaje de One P●ece...” (4)

“Es el artista más célebre del mundo hoy en día. Si mal no recuerdo, el precio más alto por una de sus obras puede llegar al billón.”

“¡¿En yenes?!”

“No, en dólares. Aunque Mario es conocido como un misántropo recluido, yo nunca lo he visto.”

“Ya que nunca viste a esa persona, ¿no podría estar mintiendo?”

“No puede ser. Esta firma es auténtica. Tenemos una pintura de Mario en nuestro salón comedor en Vermillion, y la firma es idéntica a esta. Esa pintura me provocó una magnífica impresión, por eso la recuerdo. Pensar que ‘Mario’ era alguien que vivía en el lado oscuro de la sociedad... Supongo que eso explica por qué todas las personas que trataron de descubrir su identidad se desvanecieron sin dejar rastros... está bien, lo entiendo.”

“Es excelente que lo comprendas. No soy una pervertida. Simplemente deseo expresar la elegante silueta de mi hombre ideal—El Rey Sin Corona de la Espada—en una forma de arte con mis propias manos, eso es todo.”

Como diciendo “por favor no te metas en mi camino”, se acercó a Ikki. Pero Stella rápidamente se interpuso entre los dos.

“...Entiendo que eres una artista de primer nivel, y para ser honesta, a mí también me interesa cómo Mario Rosso retrataría a Ikki, pero eso no tiene nada que ver. ¡Lo importante aquí es que Ikki no quiere hacerlo, por eso no voy a permitirlo!”

“¡Stella...!”

Qué reconfortante, tener una novia como ella. Él se había quedado sin saber qué hacer cuando ella los encontró así, pero afortunadamente, se había calmado. Si ambos se negaban, Sara no tendrá más opción que rendirse.

Justo cuando estaba a punto de soltar un suspiro de alivio—

“Si no te metes en mi camino, prometo pintar un retrato de ambos para excibir en las paredes del palacio Vermillion, y deseándoles la mayor felicidad por el resto de sus vidas—contigo como la novia, y con él como el novio.”

“...Ikki. ¿Por qué no dejamos que te retrate en esta pintura para conmemorar tu participación en el Festival de Arte de la Espada?”

“¡¿Te compró tan fácilmente—?!”

“Está bien. ¡Sólo es arte, no tienes por qué avergonzarte...!”

“¡Tienen que estar bromeando!”

Dos contra uno. Esto era malo. Muy malo. En un destello, se fue de la habitación.

“¡Eh, Ikki, espera!”

“¡Un modelo único en la vida... no te dejaré escapar!”

Con todas sus fuerzas corrió, escapando de sus dos perseguidoras.

 

A pesar de haber escapado de las dos, la estructura simple del hotel no dejaba ningún lugar donde ocultarse. Ni ningún lugar donde pudiera eludirlas a pie. Y luego estaba la cuestión de necesitar un lugar donde dormir. Este era el Festival de Arte de la Espada, no podía dormir afuera. Pero tampoco podía regresar a su habitación. Así que necesitaba encontrar la de otra persona.

Su primera idea fue la habitación de Arisuin, pero era demasiado arriesgado. La captura estaría asegurada.

La habitación de Shizuku también quedaba descartada. Nada bueno podría salir de allí.

Encima ya era tarde, y no tenía otros amigos cercanos a lo que podría pedir asilo sin previo aviso—

“—y así fue como terminaste en mi habitación.”

“Sí. Uno sólo puede confiar en la familia en situaciones así.”

La habitación a la que había escapado al final era la de su hermano, Ouma.

“Bueno, nunca pensarán buscarme en tu cuarto. ¿Puedo quedarme por hoy?”

“Regresa.”

“Si pudiera, no estaría aquí.”

“Tienes agallas para hablar así cuando estás abusando de la amabilidad de otro.”

El tono de Ikki fue totalmente irrespetuoso, dado que estaba hablando con un mayor. Pero dado que su hermano estaba asistiendo abiertamente a terroristas, y que incluso había atentado contra su propia vida, era de esperarse.

“Sólo vete a la habitación de alguien más. ¿No tienes otros amigos?”

“Mirá quién habla sobre amigos.”

“...Ten un poco de respeto.”

“¿Respeto? Jaja. Eso es gracioso. ¿Se supone que debo admirar a alguien que se convirtió en el recadero de los terroristas mientras no estuve? Mi desprecio no tiene palabras—¿o acaso vas a negar eso también?”

“Soy un hombre odiado, ¿no...?”

Ouma frunció el ceño al recibir ese torrente de abuso que enorgullecería a Shizuku, pero reconociendo que estaba justificado, no dijo nada al respecto.

“...Sólo por esta noche.”

A regañadientes le otorgó el permiso a Ikki. La habitación era grande, y había camas sin usar. No le molestaría.

Con un breve “gracias,” Ikki entró a la habitación. Las luces estaban apagadas—parecía que Ouma estaba a punto de ir a dormir después de todo. Mientras Ikki examinaba el cuarto, Ouma sacó una botella de agua mineral del refrigerador.

“¿Quieres beber algo?”

“Ya me voy a dormir pronto. Estaré bien así.”

“Ya veo. Entonces usa la cama. Yo no la usaré.”

“Gracias por la hospitalidad.”



Ikki se sentó en la cama como le sugirió. Ouma por su parte se apoyó contra la pared, sentándose sobre el suelo alfombrado, y en la oscuridad dirigió sus agudos y destellantes ojos hacia su hermano.



“Entonces, ¿cuál es tu verdadero propósito? No viniste aquí sólo para escapar de ellas, ¿o sí?”

“...Bueno, más o menos.”

Tenía razón. Escapar de Sara y Stella era su objetivo principal, pero difícilmente la única razón por la que había ido a la habitación de su hermano. Después de todo, esta era la misma persona que lo había atacado el día anterior, y aun así, aquí estaba. Debía haber un motivo detrás de esa decisión.

“El asunto es que siempre nos hemos encontrado bajo circunstancias hostiles, y no hemos tenido la oportunidad de hablar. Por eso quería hablar contigo de manera civilizada.”

Ouma no respondió, pero tampoco denegó a Ikki. Tomando su silencio como consenso, Ikki continuó.

“Sabes, yo te respetaba mucho. Eras más severo contigo mismo que nadie; todos en casa tenían grandes expectativas sobre ti; y tú las cargaste contigo. Podrías considerarlo admiración. Eras el único digno de aprender. Por eso no me preocupé cuando desapareciste después de graduarte de la primaria. Sabía que ibas a recorrer el mundo perfeccionándote como guerrero. En aquel entonces, Japón era demasiado pequeño para ti.”

A decir verdad, Ouma no había tenido iguales dentro ni fuera del país en el tiempo había terminado e ido en su primer año de la secundaria. Frente a su poder, que había consquistado el torneo de la Liga U-12 en su sexto año de primaria, sus pares y otros estudiantes de secundaria no podían hacer nada. Su fuerza como estudiante de primer año de secundaria podría haber superado incluso al Rey de la Espada de las Siete Estrellas de aquel momento. Par aalguien que buscaba fuerza tanto como Ouma, eso debió ser una tortura. Y encima de eso estaba la cuestión de las reglas a las que había suscrito Japón cuando ingresó a la Liga: los estudiantes de primaria y secundaria no pueden participar en batallas que no sean con forma ilusoria, lo cual para él debe haberse sentido como un problema de claustrofobia. A donde sea que iba, sólo había batallas de niños, peleas que no iban a acercarlo ni un ápice a la verdadera fuerza ni aunque luchara contra cien personas. Si Ikki lo sentía así, no había manera de que hermano no lo haya pensado también.

Por lo que no le asombraba que Ouma se haya ido de su hogar; era algo de esperarse. La pequeña liga junior de Japón no podría satisfacerlo. Ikki siempre había seguido a su hermano mientras él forjaba su propio camino.

“Pero es por eso que fue impactante verte aparecer como un terrorista.”

Echó un vistazo a su hermano en la habitación en penumbras.

“¿Por qué harías algo como ayudar a Rebelión?”

Esta pregunta era la razón por la cual estaba allí. En sus recuerdos, su hermano era alguien a quien no le importaban los planes y las conspiraciones. Era un guerrero que avanzaba estoicamente, buscando fuerza. ¿Por qué se uniría al lado oscuro de la sociedad? Necesitaba saberlo.

Por el otro lado, Ouma parecía indiferente, pero respondió de todas formas.

“Primero, me gustaría corregirte. No estoy con Rebelión. Sólo soy un invitado.”

“¿Qué significa eso?”

“Eres lento. ¿Quién se encuentra en el centro de la revuelta en torno a este Festival de Arte de la Espada?”

“...El Primer Ministro Tsukikage.”

“Correcto. No estoy con ellos, pero estoy de su lado. Y en cuanto al motivo por el que estoy ayudando en su plan, es porque Itsuki me lo pidió. ‘Me gustaría que apoyes las ideas del Primer Ministro Tsukikage’, dijo.”

“¡¿Te lo pidió... nuestro padre?!”

“¿Es tan sorprendente? Tsukikage y su gente lideran el movimiento que hará que Japón salga de la Liga y recupere su soberanía. La Liga le robó su autoriadad sobre los Blazers de la nación a la ex-División Samurai. Ambos pretenden el abandono de la Liga. Que haya escacez de información sobre nuestros movimientos implica que es obvio que existe una colaboración entre ambos grupos.”

Eso tenía sentido, y no era como si Ikki no lo hubiera considerado. Pero no pensaba que su puritano padre participaría en una conspiración tan retorcida como un golpe de estado. Pero su hermano lo había confirmado, y la posición de su padre sin importar la conexión estaba allí. Eso lo impactó enormemente. Y hablando de sorpresas—

“Qué extraño. Pensar que le harías caso.”

Eso también era sorprendente, que fuera leal a su padre de esta forma.

Ouma hizo una mueca.

“Tonterías. Abandoné nuestra familia hace mucho. Pero por el propósito de despertar a la Princesa Carmesí a la que dejaste senil, trabajar con Akatsuki es más conveniente. Cumplir ese pedido es sólo anecdótico.”

“¿Estás avergonzado?”

“¿Quieres morir?”

“¿Sabes lo que el Primer Ministro Tsukikage planea realmente?”

Ouma repsondió con una voz desprovista de interés.

“No. Y no quiero preguntar.”

“Huh. Supongo que lo entiendo.”

Ikki estaba conforme de saber que la alianza de su hermano con ellos era meramente por conveniencia. A fin de cuentas, él no deseaba ver a su hermano involucrado en esos nefarios planes. Haber casuado todo este alboroto con el fin de tener un enfrentamiento apropiado con Stella—eso sí encajaba con su hermano. No obstante—

“Pareces bastante impresionado por Stella. Tu ataque de ayer también fue por eso.”

Trajo a colación el incidente del día anterior donde Ouma lo había atacado en su regreso del hogar de Moroboshi, con la intención de eliminarlo para lograr que Stella despierte.

“Estaba pensando que podría hoy también podría aceptar otra pelea. ¿U hoy estamos bien?”

“...Ya no hay necesidad de tal cosa.”

“¿Qué quieres decir?”

“Exactamente lo que dije. Viste los enfrentamientos de hoy, ¿no? Ella es diferente a lo que era antes, ha comprendido su poder. Haber ganado tanto en tan poco tiempo, debe haberlo sentido necesario—que era necesario para derrotarme a mí. Ha despertado de tu hechizo, reconociendo con quién debería competir realmente. Eso es espléndido—no explotará todo su potencial si no aspira más alto.”

Ikki quedó sorprendido por las palabras de su hermano, y no de buena manera. Él fue el que había prometido desafiarla. Escuchar a Ouma declarar que todo el arduo trabajo de Stella fue sólo por él le revolvió el estómago. Pero el catalizador de su mejora había sido su derrota a manos de Ouma. Apretaba los dientes pero ningún retruque salía de ellos. Aun así...

“Entiendo porqué no me atacas hoy, pero no entiendo por qué tienes una fijación con Stella. Hoy en día hay personas en Japón que son claramente más fuertes que Stella: la Princesa Yaksha y Dios de Guerra son algunos ejemplos. Si quieres perfeccionarte, cualquiera de ellos sería más adecuado. Pero en cambio insistes en obligarla a crecer de esta manera extraña. ¿Cuál es la razón?”

Aún no había recibido una respuesta clara respecto a eso. Como el novio de Stella, esa era la parte que más le preocupaba. Y por eso insistía con el tema.

La mirada de Ouma fue de burla.

“No llegas a comprenderlo. Típico de ti.”

“¿Eh?”

“No entiendes en absoluto el concepto del poder de un caballero. Por eso es que terminas recurriendo a tus trucos de salón.”

Ouma suspiró como un maestro de una escuela al borde de su paciencia.

“El motivo por el cual un caballero es un caballero es porque posee magia. La magia es la habilidad de rechazar la razón y cambiar el mundo. El poder de reformular el mundo a nuestra imagen. La capacidad mágica de una persona no puede cambiar durante su vida, y de la misma manera, el impacto que uno puede provocar en el mundo, el tamaño de la marca que uno deja en la historia—esas cosas quedan decididas al momento de nuestro nacimiento. La gente lo llama destino. Como tal, el poder de un caballero es la habilidad de hacer retroceder el destino de otros en beneficio del nuestro. Y Stella Vermillion posee lo que podría ser considerado como la cantidad de poder mágico puro más grande del mundo—por lo tanto, no existe mejor enemigo que ella en la búsqueda de fuerza.”

A través de la magia, el destino de uno podía realizarse.

Así era como el hombre moderno definía a los caballeros y sus capacidades mágicas. Y ciertamente, los caballeros Rango-A siempre habían dejado su marca en las leyendas para bien o para mal, con grandes hazañas para hacer honor a ese rango. La reserva de magia de uno era lo más importante en el mundo. La opinión de Ouma, teniendo en cuenta el espíritu de la época, no era infundada.

“Pero estás hablando de su potencial. En términos de fuerza presente...”

“¿La Princesa Yaksha está por encima de ella? Supongo que sí. Pero en ese caso todo lo que requiero es incrementar su potencial por la fuerza. Atraerla, y luego hacer que despierte. Es así de simple—y ha dado frutos. Tú también lo viste, ¿no? Ese dragón. Si ese es el núcleo de su ser, entonces el Dios de la Guerra y la Princesa Yaksha no son nada. Esto es en lo que te equivocas: no pretendo una batalla desventajosa. Si así fuera, hubiera desafiado a la Princesa Yaksha. Pero estos cinco años, ya he tenido esa clase de experiencia demasiadas veces.”

Ikki parpadeaba, mientras Ouma continuó.

“Lo que pretendo de ella no es una batalla que no me favorezca. Busco poder, poder inexorable. Busco derrota, derrota inevitable. Para un caballero Rango-A como yo, la única que puede darme eso es Stella, que posee magia absoluta. Y... si puedo superar eso... si puedo hacerlo, quizás esta mano ya no tiemble más.”

Diciendo eso, cerró con fuerza su mano derecha. Era cierto, temblaba ligeramente. Ikki conocía ese teblor, nacido de un terror inapagable. ¿Pero a qué le temía él? Ikki no lo sabía. Pero en el sombrío Ouma casi parecían flamas, un sello de batalla irradiando de él.

...Ikki estaba alegre.

No ha cambiado...

Habiendo empezado con el pie izquierdo, había temido que su hermano hubiera cambiado totalmente. Pero ese no era el caso. No había cambiado. Seguía siendo el hombre determinado en la búsqueda de la fuerza. Seguía siendo la persona que Ikki había admirado.

“Me retracto, un poco, Ouma.”

“¿Un poco?”

“No tengo que mirarte como si fueras otra persona.”

“Siempre tienes que tener la última palabra, ¿no?”

Ouma frunció el ceño y cerró los ojos.

“Suficiente charla. Me voy a dormir. Tú también deberías.”

“Lo haré.”

No había nada más que preguntar.

Estaba preocupado por la fuente del miedo de Ouma, pero no eran tan cercanos como para preguntarle por algo tan privado.

Cerrando sus ojos, Ikki permitió que su consciencia se desvanezca. Y escapó de su interior, su camino relajado por el cansancio del enfrentamiento y su falta de sueño. Justo cuando la oscuridad estaba a punto de asentarse—

“Llamaste la atención de alguien muy problemático. Nada bueno saldrá de eso; será mejor que estés preparado.”

Su advertencia iba a hacerse realidad al día siguiente.

Tienes un mensaje sin leer: (1)

De: Comité de Administración del 72do Festival de Arte de la Espada.

Asunto: Una notificación para todos los participantes del 72do Festival de Arte de la Espada.

Esta mañana, el comité de administración ha recibido avisos de abandono de parte de las estudiantes de primer año de la Academia Akatsuki, Yui Tatara y Rinna Kazamatsuri, mientras que Reisen Hiraga de la misma academia ha quedado descalificado por conducta maliciosa. Como resultado de estas renuncias, el avance de Stella Vermillion de la Academia Hagun a la semifinal ha sido confirmado.

Este comité ha decidido que debido a la reducción del número total de enfrentamientos, el cronograma se adelantará.

En consecuencia, se ha determinado que la segunda y la tercera ronda del torneo se completarán este día. Pedimos disculpas por las inconveniencias que esto podría causarle a los participantes, y esperamos que cooperen con nosotros en este asunto.










NOTAS DEL TRADUCTOR:

(1) Mala Suerte: usa los kanjis 凶運, Kyou Un (“Fortuna Maldita”).

Gloria Sin Nombre: usa los kanjis 過剰なる女神の寵愛, Kajounaru Megami no Chouai (“Favor Ilimitado de la Diosa”).

(2) Shiro: “Blanco”, un apodo de Byakuya basado en el primer Kanji de su nombre 白夜 (“noche blanca”).

(3) La Mano de Dios: usa los kanjis 白い手, Shiroi Te (“Mano Blanca”).

(4) One P●ece: One Piece, de Oda Eiichiro, un manga de aventuras que usa muchos nombres que suenan extranjeros.


Traductor al Inglés: DisavateraMX (Baka-Tsuki)
Traductor al Español
: nahucirujano
Corrección: Sin corrección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario